miércoles, 24 de mayo de 2017

El Rey Melquisedec y la justa paz.



El Rey Melquisedec y la justa paz.

Melquisedec, Melkisetek o Malki Tzedek (en hebreo: מַלְכִּי - צֶדֶֿק [Malki-sedeq], traducido como «mi rey (es) justo (justicia)»

Tambien Melquisedec era el "rey de Salem." Este es el nombre original de la actual Jerusalén. "Salem" es la original palabra hebrea que significa "paz," y que hoy se pronuncia como Shalom. Esto hace a Melquisedec sea "Rey de paz."


La justicia no tiene otro propósito que obtener la paz, mientras no exista justicia no podrá existir paz. Y ¿qué es la justicia o lo justo?, parece imposible que en este mundo humano se encuentre la verdadera justicia, siendo escasos aquellos que puedan entender y aplicar la justicia. Primeramente, es injusto y erróneo depositar el poder de la justicia fuera de uno mismo, pues la justicia debe ser adquirida por uno mismo para poder comprender que es la justicia. Segundo, no hay que confundir la justicia con las leyes; las leyes son normas, reglas, pautas y medidas que rigen el universo y la naturaleza, entre ellas la ley del karma (ley de causa y efecto), ley de evolución e involución, ley de ritmo, ley de la gravedad, etc. pero las leyes no tienen por qué ser necesariamente justas y esto es lo que confunde a los humanos.

Se puede indicar que la justicia debe ser:

Severa y a la vez compasiva, pero no demasiado.

Rígida y a la vez tolerante, pero no demasiado.

Firme y a la vez flexible, pero no demasiado.

Implacable y a la vez negociable, pero no demasiado.


La justicia entonces debe de utilizar la sabiduría para poder servirse de las leyes y establecer un orden dentro de nosotros. Pero dicho orden con sus ordenanzas no puede condicionarnos, limitarnos y bloquear nuestra libertad. La justicia sin libertad nuca podría proporcionar paz, por lo que la justicia y su orden no pueden ser inamovibles o fijos, sino que deben de progresar en pos de una profunda comprensión del Ser, de donde emana la justicia y las leyes.


Se dice: “ley es ley y ley se cumple”, y también se dice que: “Una ley superior trasciende una ley inferior, una ley superior lava una ley inferior”. La ley suprema es la que rige en los orígenes de la materia y el espíritu, la ley única del Espacio Abstracto Absoluto, es la ley del Amor; esta es la ley de Cristo, la ley del Amor que trasciende y lava todas las demás leyes.

Una vez uno adquiere la justedad obtendrá la paz y su armonía, equilibrio, pero sucede que en el trabajo intimo la opción para encontrar la justicia, es mediante la paz interior. Sucede que necesitamos la paz y la serenidad, para poder encontrar la justicia, ¿cómo podría ser uno justo sin paz interior? Por tanto, es necesario aprender a calmarnos y silenciarnos en busca de paz, para encontrar la justicia. Es más, en este mundo que creemos tan injusto y desequilibrado, nos resultaría imposible encontrar una referencia adecuada, es por ello imprescindible buscar la paz interior, para poder tener claridad para encontrar un poco de justicia.

La justicia es equidad, es ecuánime, por tanto, la justica no solo es para uno mismo, sino que participa con todos y en todo. La justicia busca el perdón, el arrepentimiento o metanoia, esto es nuestra corrección en nuestra forma de pensar, sentir y actuar, por tanto, en cualquier acto de justicia nos implicamos todos y todo en este universo.

La justicia no solo es para evitar el mal, también para obrar en bien de la humanidad, pues no solo se paga karma por el mal que se hace, sino también por el bien que se puede hacer y no se hace; aquí por tanto también nos implicamos todos y todo.


Cuando se alcanza la paz interior, se entiende que esa paz no puede limitarse a uno mismo, es justo y por tanto necesario que la paz sea difundida:
 "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo".
Juan 14:27Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Nuestro Rey Melquisedec es rey de justicia y rey de paz, él procura junto con el Cristo, que alcancemos la única ley de donde todo emana, de allí surge el “océano de la vida libre en su movimiento”. Sin que se turbe nuestro corazón y sin tener miedo, debemos sumergimos en la paz; donde no se huye de lo desagradable, ni se persiguen deseos y satisfacciones personales. La paz es el asiento de la sabiduría, de la paz surge el “silencio que es la elocuencia de la sabiduría”, la paz es la fortaleza del sabio, la paz no es una muralla que nos protege, la paz no tiene nada de que protegerse, la paz no tiene temor, la paz es abierta como el vuelo del águila.

Quien busca la paz de este mundo, que no es la que da Cristo, buscara un lugar donde refugiarse y aislarse refugiándose en sus propios miedos e incertidumbres. Cuando nos despedimos de un ser querido que ha fallecido decimos: “descanse en paz”, como deseándole lo mejor, y así es.

“Si queremos PAZ autentica debemos reducir al YO a polvareda cósmica. Sólo así habrá en nosotros belleza interior. De esa belleza nacerá en nosotros el encanto del amor y la verdadera PAZ del corazón.

La PAZ CREADORA trae orden dentro de uno mismo, elimina la confusión y nos llena de legítima felicidad.

Es necesario saber que la mente no puede comprender lo que es la verdadera PAZ. Es urgente entender que la paz del corazón tranquilo no llega a nosotros mediante el esfuerzo, o por el hecho de pertenecer a alguna sociedad u organización dedicada a hacer propaganda de PAZ.

La paz auténtica adviene a nosotros en forma totalmente natural y sencilla cuando reconquistamos la inocencia en la mente y en el corazón, cuando nos volvemos como niños delicados y bellos, sensibles a todo lo hermoso como a todo lo feo, a todo lo bueno como a todo lo malo, a todo lo dulce como a todo lo amargo.

Es necesario reconquistar la infancia perdida, tanto en la mente como en el corazón”.

Educacion Fundamental Samael Aun Weor.

Samael Aun Weor

“Si podemos comprender qué significa ser pacífico, tal vez comprendamos el verdadero significado del amor.

Pensamos que la paz es algo que debe ser alcanzado mediante la mente, la razón, ¿pero es así? ¿Puede la paz llegar jamás mediante cualquier tipo de aquietamiento, control o dominio del pensamiento? Todos queremos paz; y para la mayoría de nosotros, la paz significa que nos dejen tranquilos, que no nos perturben ni interfieran con nosotros; de ese modo construimos un muro en tomo de nuestra propia mente, un muro de ideas.

Es muy importante que ustedes comprendan esto, porque a medida que vayan creciendo se enfrentarán con los problemas de la guerra y la paz. ¿Es la paz algo que ha de ser perseguido, atrapado y domesticado por la mente? Lo que la mayoría de nosotros llama paz es un proceso de estancamiento, un paulatino deterioro. Pensamos que encontraremos la paz aferrándonos a una serie de ideas, construyendo internamente una valla de seguridad, un muro de hábitos, de creencias; pensamos que la paz es cuestión de perseguir un principio, de cultivar una tendencia, una fantasía o un deseo particular. Queremos vivir sin perturbaciones, de modo que encontramos un rincón del universo o de nuestro propio ser, dentro del cual nos arrastramos viviendo en la oscuridad de nuestro propio encierro. Eso es lo que casi todos buscamos en nuestra relación con el marido, con la esposa, con los padres, con los amigos. Inconscientemente deseamos la paz a cualquier precio, y así es como la perseguimos.

¿Pero puede la mente encontrar la paz alguna vez? ¿Acaso no es la mente misma una fuente de perturbación? La mente sólo puede adquirir, acumular, negar, afirmar, perseguir. La paz es absolutamente esencial, porque sin paz no podemos vivir creativamente. ¿Pero es la paz algo para ser realizado por medio de luchas, renuncias, sacrificios de la mente? ¿Entienden de qué estoy hablando?

Puede que mientras son jóvenes estemos descontentos, pero cuando vayamos creciendo, a menos que seamos muy sensatos y estemos muy alerta, ese descontento será canalizado en alguna forma de resignación pacífica a la vida. La mente está buscando perpetuamente aliarse en un hábito, en una creencia, en un deseo, en algo que le permita vivir y estar en paz con el mundo. Pero la mente no puede encontrar la paz, porque sólo puede pensar en términos de tiempo, en términos de pasado, presente y futuro: lo que ha sido, lo que es y lo que será. Está constantemente condenado, juzgando, sopesando, comparando, persiguiendo sus propias vanidades, sus propios hábitos, sus propias creencias, y una mente así jamás puede ser pacífica. Puede engañarse a sí misma con un estado al que llama paz, pero eso no es paz. La mente puede hipnotizarse mediante la repetición de palabras y frases, siguiendo a alguien o acumulando conocimientos; pero no es pacífica, porque una mente semejante es ella misma el centro de la perturbación; por su propia naturaleza es la esencia del tiempo. Por lo tanto, la mente con la que pensamos, con la que calculamos, con la que ideamos y comparamos, no puede encontrar la paz.

La paz no es el resultado de la razón; no obstante, si ustedes observan las religiones organizadas verán que se hallan presas en esta persecución de la paz por medio de la mente. La paz es tan pura y creativa como destructivo es la guerra, y para encontrar esa paz uno tiene que comprender qué es la belleza. Por eso es importante, mientras somos muy jóvenes, tener belleza a nuestro alrededor: la belleza de los edificios que tienen proporciones apropiadas, la belleza del aseo, de la conversación sosegada entre los mayores. En la comprensión de lo que es la belleza conoceremos el amor, porque la comprensión de la belleza es la paz del corazón”.

El arte de vivir. Jiddu Krishnamurti.

J. Krishnamurti


El Rey del mundo Melquisedec, es rey de justicia y rey de paz, él es el asiento o trono de la paz, si encontramos la paz del corazón tranquilo él nos brindara la justicia que todos esperamos. Él no está lejos de nuestro corazón, nosotros también formamos parte del “Anima Mundi” *.

Atentamente:

Rafael Pavía. 24/05/2017.


*El alma del mundo es el espíritu etérico puro, el cual fue proclamado por algunos filósofos antiguos como lo subyacente en toda la naturaleza. Es lo que anima la naturaleza de todas las cosas como la misma alma anima al ser humano.







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