jueves, 26 de abril de 2018

Gnosis del Ser

Gnosis del Ser.

Existen tres niveles en el camino o proceso espiritual: aprendiz, adepto, y maestro. Aprendiz es aquel que requiere de una constante guía y orientación en su trabajo, el adepto es aquel que empieza a caminar por sí mismo, aunque requiere de ser orientado y guiado en cuestiones complejas del camino; luego está el maestro que por sí mismo ya sabe cómo trabajar, andar el camino y resolver las cuestiones que puedan surgir, lo que no quita que pueda orientarse y ayudarse con otros maestros.


En la tradición budista existen también tres niveles en el camino, o tres modos, cada cual más intenso para aplicar en el camino espiritual, primero el Sutra-yana, donde se estudia y practican los textos (sutras) del buda; se pretende en este nivel alcanzar la plena iluminación, pero siendo una opción a muy largo plazo, planteando que, en sucesivas encarnaciones se pueda alcanzar la plena iluminación.

El segundo nivel en la tradición budista es el tantra-yana o vajra-yana, en este nivel se requiere haber desarollado el “bodichita” o conciencia despierta y compasiva; lo mismo nos indica e M. Samael cuando nos dice que para la práctica del tantra-alquimia, se necesita “cambiar la manera de pensar” (en su conferencia que lleva el mismo título explica el M. Samael tal necesidad, para que el tantra sea efectivo). Los Budistas plantean que en este nivel del tantra-yana, se puede alcanzar en una sola vida el grado de divinidad, esto es realizarse como un maestro alcanzando la divinidad interior. El Tantra-alquimia pretende concretar de un modo efectivo, tanto en lo físico como en lo psíquico el Sutra del corazón o prajnaparamita, donde la forma y el vacío se unifican más allá de la dualidad; esto es el tantra trasciende el conflicto dual entre materia-forma y espíritu-vacío. Con el Tantra se trabaja en la carencia de deseos o vacío, se trabaja el desapego a las formas y a los deseos tanto físicos como psíquicos, es por ello que se requiere “cambiar la manera de pensar”.

El tercer nivel dentro del budismo es el ati-yana (primer vehículo) o dzogchen (gran perfección). En este nivel la iluminación y realización se alcanza el grado de buda, o plena iluminación. En este nivel se trabaja y adquieren los cuerpos del Ser: 1º nirmanakaya, 2º sambogakaya, 3º dharmakaya (tri-kaya). Se pretende por parte de los practicantes del Sutra-yana y del tantra-yana trabajar también con el tri-kaya, pero entienden tal tarea como una posibilidad en su etapa final. Mientras que los practicantes del ati-yana o dzogchen trabajan directamente con el tri-kaya, esto es con la naturaleza del Ser.


Existe una práctica que vincula y unifica los tres niveles, tanto del aprendiz, como el adepto y el maestro, así como los niveles de sutra-yana, tantra-yana y ati-yana, esta práctica es la contemplación ; practica que debe de elevarse a un estado, esto es, que la contemplación debe de asumirse como un modo natural de vivir.

La contemplación se debe vivir como un estado de presencia del Ser, en nuestro diario vivir. Por tanto, la contemplación debe de aplicarse como una contemplación pasiva-activa no-dual. Lo que requiere mantener en todo momento la atención en el presente, en el aquí y ahora, pero con la condición o naturaleza atribuida al Ser, es decir debe ser un presente atemporal, eterno.

En esta práctica contemplativa lo fundamental es la perspectiva, la visión, es decir, no se trata de creer, pensar, o querer hacer, se trata simplemente de contemplar, de ver las cosas “tal cual son”, tanto fuera de nosotros, como dentro de nosotros.

La perspectiva o visión contemplativa nos la da el M. Samael cuando nos dice que “Perfecto solo es el Padre que está en los cielos”, siendo así, que el Padre, el Ser, ya es perfecto, entonces no hay necesidad de hacer, crear, construir, formar, esto o aquello. La contemplación nos debe permitir reconocer ya tal perfección del Ser.

¿cómo algo imperfecto, pretende construir o hacer algo perfecto? Esta falsa pretensión de realizar o crear algo perfecto es un deseo (yo) espiritual, que es incapaz de aceptar que el Ser ya es perfecto.

El otro gran error de nuestra ignorancia, es creer o pensar que nosotros estamos fuera del Ser. Pensar que el Padre está fuera de nosotros, o que nosotros estamos lejos del Padre, este gravísimo error esta tan inculcado en los profanos e ignorantes, que les resulta imposible sentir la unidad del Ser. La única opción a tal perspectiva separatista que el ego plantea, es no caer en la dualidad del “yo y el tu”, esta es como dice el M. Samael la peor de las herejías, la herejía de la separatividad. 


Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer
Juan 15:5

En el estado de contemplación no-dual, no se plantea si se está cerca o lejos, separado o unido, ni arriba o abajo, ni bueno o malo, ni perfecto o imperfecto, ya que todos estos planteamientos pertenecen a la mente conceptual, a la mente intermedia (la mente de los fariseos). La contemplación no-dual es una cualidad de la conciencia superlativa del Ser, que permite activar la mente interior, experimentando un estado de unidad, donde los polos contrarios sencillamente son partes complementarias de la unidad. No puede haber arriba sin abajo, ni derecha sin izquierda, ni negro sin blanco, etc.

¿Cómo pretendemos hacer la voluntad del Padre que está en los cielos (lo perfecto), si nos sentimos separados, distantes del Padre? ¿cómo podemos conocer la voluntad del Padre? Al no conocer dicha voluntad, sencillamente adoptamos la postura de abandono, dejando que suceda lo que tenga que suceder sin más. Tal postura es buena si somos capaces de abandonar nuestros deseos personales y abrazamos el amor y la compasión, sea cual sea la circunstancia que vivamos, sea lo que sea que pueda suceder.

En realidad, la contemplación no-dual adopta esta actitud de abandono del deseo personal, pero no como una actitud resignada o sufrida, sino que la conciencia superlativa del Ser acepta igualmente lo agradable como lo desagradable, acepta el dolor y el placer, sin que por ello cree conflicto, pues mantiene en la contemplación no-dual el desapego y la carencia de deseos, tanto hacia la satisfacción como hacia la insatisfacción; esto implica hacer efectivo el sutra del corazón o prajnaparamita.

Es común en la espiritualidad india el hecho de que el gurú pueda despertar y provocar el éxtasis en sus discípulos tan solo con su presencia o sencillamente tocándolos y bendiciéndolos. El M. Samael nos dice en el “Libro Amarillo” que un gurú puede despertar por gracia el Kundalini de su discípulo. Bien si nosotros hacemos el ejercicio del gurú-yoga y se presentara el maestro ante nosotros ¿qué nos provocaría? Seguramente nos transmitiría confianza, seguridad, plenitud, gracia, alegría, éxtasis, paz interior, felicidad, etc., si el gurú nos bendice, entonces nos exaltamos. Pero ¿cuanto tiempo podemos permanecer en dicha exaltación?, un día, una semana, la pregunta es: ¿por qué no somos capaces de mantener dicha gracia? Pues no perduramos en la gracia, sencillamente por ignorar a nuestro Ser interior, a nuestro Maestro Interior. En realidad, el gurú o maestro exterior cuando nos bendice o nos toca transmitiéndonos su gracia, esta no es su gracia, la que nos proporciona el éxtasis; lo que en realidad hace el gurú es despertar nuestro potencial interior, lo que hace el maestro con su presencia es activar nuestro potencial, nuestro contenido espiritual interior. Si nosotros dejáramos a un lado nuestra ignorancia y nos diéramos cuenta de que lo que sentimos con la bendición del maestro externo, es nuestra propia verdad y contenido espiritual, entonces no tendría que ser tal experiencia pasajera, sino que tal experiencia se podría mantener y perpetuar en todo momento. Esta es la Gnosis de Ser.

Cuando acudimos a un acto o ejercicio espiritual y nos abrimos a las influencias del acto o ejercicio, entonces también sentimos la potencia espiritual en acción. De lo que se trata en la contemplación no-dual, es hacer un acto o ejercicio continuo, permanente, que no obedezca a circunstancias determinadas, sino que fluya en cada momento independientemente de los eventos que acontezcan dentro y fuera de nosotros, sean estos agradables o desagradables, buenos o malos. Entonces situándonos en la no-dualidad, nos ubicamos en lo atemporal. 

Lo atemporal es el estado de la luz increada, es el estado del Ser Absoluto o Buda Tathagata (Buda de la Talidad: tal cual es), en tal estado de contemplación no-dual se trabaja con la naturaleza del Ser o tri-kaya. La condición de tal estado es mantenerse en lo atemporal, viendo como las circunstancias temporales y efímeras, son una cadena de causas y efectos, que ocurren debido a nuestra identificación y apegos a dichas causas y circunstancias, sean estas buena o malas.

La contemplación pasiva-activa no-dual, es la práctica que sirve para unir y encadenar todos los niveles o estados de conciencia en que nos encontremos: principiante, adepto, maestro; sutra-yana, tantra-yana, ati-yana. Pues si en cada estado o nivel, la búsqueda, la práctica, el ejercicio espiritual, es el encuentro con el Ser, entonces lo acertado o adecuado es aplicar la contemplación no-dual, puesto que en su atemporalidad el potencial espiritual aflora de modo natural, sea cual sea en el momento o circunstancia o estado en el que nos encontremos.

Se puede objetar que mientras estemos sometidos a “yo”, estamos sujetos al tiempo y a la dualidad, eso es cierto. Pero más cierto es que el Cristo es la “Luz de mundo” y que Cristo es atemporal, puesto que es el “Alfa y Omega”, y que Cristo era antes que Abraham. Y siendo la Luz del mundo se dice: La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas No prevalecieron contra ella (Juan 1:5). Esto es que ante la luz y las tinieblas mejor ponerse de parte de la luz, porque de ese modo seremos salvos, siendo que las tinieblas No prevalecen sobre la Luz.


El “yo”, en su ignorancia y su herejía se siente separado de la luz, no reconoce la luz de Cristo, prefiere sentirse entre las tinieblas de su ignorancia, ignorando su potencial espiritual; cuando en realidad bastaría que llegase un maestro y le tocase la cabeza, para despertar e iluminarse. Lástima que después de dicha gracia concedida por el gurú uno recaiga en su ignorancia, olvidando que su potencial está latente en su interior, ya se sea un principiante, un adepto o un maestro. 

Por ello, en la Fe en Cristo, la contemplación pasiva-activa no-dual, es la practica esencialmente válida para el día y la noche, y para cada momento de nuestras vidas, para todas las etapas, estados o niveles del camino, pues en tal práctica encontramos la naturaleza propia del Ser, la gnosis del Ser.

Atentamente:

Rafael Pavía.              26/04/ 2018.

jueves, 19 de abril de 2018

Una aportación del microcosmos

Una aportación del microcosmos

Cuando se nos dice que fuimos creados a imagen y semejanza del creador, significa que nosotros somos un doble, un par del creador, más la semejanza nos puede hace iguales al creador. En principio la creación el génesis es básico y elemental, solo disponiendo de la “materia prima”.

Semillas
Desde la base de la materia se empieza a gestar, configurar y formar todo un mundo. ¿cuál es la materia prima, el arché (origen, principio) que buscaban los griegos? aunque muchos buscaron la materia prima en el exterior, en los simples elementos como el fuego, el agua, o como Demócrito que se refería a los átomos, como base original de todo lo construido. Otro modo de buscar la materia es buscando en el interior, en nuestra psiquis y mente. En nuestro interior encontramos mente, imaginación, voluntad, emociones y deseos; siendo la cuestión como se combina lo interior y lo exterior.


Si partimos desde lo simple, desde lo básico, allí solo encontramos substancia mental, como se indica en la tradición teosófica donde la primera ronda de la creación es mental, pasando luego a lo astral, vital y físico; coincidiendo la indicación con lo dicho por la tradición hermética de los egipcios, de los hindúes y con los planteamientos de Platón sobre el mundo de las ideas o el mundo Noético (mente, intelecto). De modo que todo surge de la mente y todo vuelve a la mente.


Relaciona el M. Samael el mundo de la mente (manas superior e inferior de los teósofos) con el mundo electrónico o subatómico, donde la materia es más volátil, sutil, básicamente es energía. Sigue después la condensación en la ronda astral o mundo molecular, donde se dan inicio las primeras combinaciones de partículas, elementos y átomos; estas serían las primeras formaciones producto de una imaginación, un deseo-voluntad, que progresivamente se consolidaran en lo etérico-vital, para adquirir su solidez en el mundo físico.



Esta cadena creativa-formativa desde lo interior a lo exterior nos dice que: primero es la necesidad de ver antes que el ojo, que primero es la necesidad de oír que el oído, que primero es la necesidad de andar que las piernas, etc. Esto es que previo a la formación de nuestros sentidos físicos, hubo una necesidad que medio intencionadamente, para poder ver, oír, oler, etc. Allí en esa necesidad que medio intencionadamente para poder ver, oír, oler, etc., este mundo, allí se encuentra nuestro espíritu.

Sobre el océano informe de la substancia mental, sopla el espíritu de vida para que una nueva aurora surja, de modo que hasta que no cristaliza y se consolidad el mundo físico, todo lo previo etérico-vital, astral, mental, se encuentra en fase de formación. Una vez se consolida la realidad física, esta mostrara si lo creado, lo ejecutado, por medio de la imaginación, el deseo-voluntad, etc., es aquello que en origen se requería o necesitaba. Después de ver, oler, escuchar, etc. es decir experimentar, entonces viene la valoración.

El regreso hacia lo espiritual, es una descomposición, se deforma lo formado, esto es, un proceso de disolución y muerte. Todo lo construido y creado es des-construido y des-creado, para de nuevo regresar a la Materia Prima.

Bien todo lo expresado en los párrafos anteriores, quiere decir que nosotros co-emergemos y co-creamos el mundo, nosotros participamos en la creación del mundo, partiendo de la materia prima, participamos de ese fluir constante de noches y días, de creaciones y des-construcciones, de nacimientos y muertes, de amaneceres y anocheceres. Por tanto, tampoco existe un mundo estable en lo interior, en el mundo astral o mental, este mundo interno o psíquico también se disuelve y des-construye a la vez que el mundo físico; esto es, que la estabilidad de lo astral y mental es aun si cabe más frágil y volátil que el mundo físico, esto se percibe directamente en la experiencia astral u onírica. Una vez finalizado el proceso de disolución y muerte, todo queda recogido en la materia prima, como una memoria, a esto se le llama en la gnosis y en las enseñanzas hindúes como el “Alaya del Universo” (semejante a un A.D.N.).


Aquellos que poseen alma son plenamente conscientes de estos hechos de la vida y la muerte, de lo físico-externo y psíquico-interno. Todo aquello que percibimos como el mundo externo a nosotros, es el resultado de millares de nacimientos y muertes, de construcciones y des-construcciones, donde nosotros como microcosmos hemos contribuido a su creación y formación, tanto como a su disolución y reconstrucción. En el Alaya Universal, se encuentran depositados todas nuestras aportaciones y contribuciones en la gestión de este universo. 

Quizás que para los que no poseen alma, sea una enorme responsabilidad el hecho de que cada cual, cada uno de nosotros, contribuye a formar y crear este mundo. Pero el Cristo que es la “Luz del mundo”, nos permite ver con plena claridad, que el pecado del mundo, que el mal de mundo es responsabilidad nuestra. Y que cuando dejamos nuestras cuestiones en manos de Dios, en realidad debemos recordar que somos semejantes a Dios, y que por ende debemos actuar como Dios manda, es decir co-creando y co-formando. La responsabilidad del mundo la carga Cristo sobre sus hombros, porque Él sabe de dónde viene y hacia donde va:

Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque yo sé de dónde he venido y adónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy.(Juan: 8:14)


El que posee alma reconoce y conoce, como desde su materia prima, desde su mente va gestando su mundo que es el mundo de todos; ya que todos partimos de esa misma substancia. Desde la ronda mental vamos construyendo y reconstruyendo aquello que alojamos en el Alaya Universal, esto sucede y se repite cada vez que desencarnamos, cada vez que en nuestro proceso de muerte nos disolvemos en la Luz, que a su vez es nuestra materia prima, que a su vez es el poder del Logos (que como nos recuerda el M. Samael este poder reside en nuestros órganos sexuales), y todo ello surge en la mente universal, donde todo es mente.

En definitiva, el microcosmos no solo es un ente pasivo ante el universo y la creación, sino por el contrario el microcosmos es la razón de Ser en este universo. Siendo que el microcosmos en su gestación del alma y en su vivencia en Cristo, comprenderá de donde viene, como viene, para que viene, a este mundo; y lo más importante que puede aportar uno a este mundo, que puede llegar a ser un mundo maravilloso o un mundo de perdición y dolor.

Reflexionemos en nuestra contribución al mundo y su humanidad.

Atentamente:

Rafael Pavía.                        19/04/ 2018.

jueves, 12 de abril de 2018

Las 7 Rondas y la Luz de la conciencia.



Las 7 Rondas y la Luz de la conciencia.

Siendo el Cristo Alfa y Omega, principio y fin de toda nuestra vida he historia, Él nos acompaña desde los inicios, desde los orígenes, hasta el presente. El Presente es el “fin”, es el “omega”, es la razón de Ser.

Cuando la noche aún no había sido fecundada por el Logos-Verbo y el amanecer creador aun no lucia su aurora, solo el vacío insondable y su silencio reinaban en un mar de “Luz Increada”. Y ya en el amanecer “la Luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron sobre ella” (Evangelio de Juan: 1:5).


Surgió entonces en el amanecer de la vida y su creación la Ronda Mental, de esta primera ronda siguió la ronda astral, etérico-vital y física ronda esta última la física, que ha concluido en la actualidad, para ir dando paso al retorno, volviendo a las rondas etérico-vital, astral y por último la ronda mental. En todo este recorrido de las sucesivas rondas, Cristo nos acompaña como una presencia siempre presente desde los orígenes hasta el final, como Alfa y Omega. Aquí debemos de darnos cuenta de que toda creación surge de la mente y termina en la mente. Todo surge de la 1ª ronda mental, y termina en la 7ª ronda mental.

“Todo es mente, Todo es mental”, y cuando concluimos la Gran Obra y con ello los doce trabajos de Hércules, aún nos queda la mente; eso le dice el M. Samael a su discípulo Juaquin Amortegui, en el capítulo “Platicando en México” del libro: “Las tres montañas”: –¡Oh! Joaco... En nombre de la Verdad quiero que tú sepas que cuando el YO se disuelve, queda en su lugar la mente... Indubitablemente ésta fue la "Causa Causarum" de mi caída...

Efectivamente después de concluir toda la Gran Obra, queda la mente. Porque todo surge de la mente y todo vuelve a la mente, por ello es imprescindible conocer la mente en toda su naturaleza, puesto que es el único modo de evitar nuevas caídas. Caídas que empiezan siempre con el deseo astral, que repercuten en lo vital y físico.


Es conveniente recordar que nos dice el Maestro Samael en su libro de Cábala sobre la creación y la mente:

<Entonces los Dioses y los hombres lloraron como niños ante LA AURORA DEL GRAN DÍA CÓSMICO. El Logos Causal del primer instante recordó a los Dioses y a los hombres sus deudas kármicas y comenzó el peregrinar del hombre de un mundo a otro, hasta la Tierra, donde actualmente vive sujeto a la “Rueda de Nacimiento y Muerte”, hasta que aprenda a vivir gobernado por la Ley del Amor>.

Y también nos dice:

<Durante la Noche Cósmica el Universo se desintegra en Ain Soph y sólo existe en su mente y en la de sus Dioses, pero lo que en la mente de El y en la mente de Ellos existe, es objetivo en el Espacio Abstracto Absoluto>.

Lo que queda en la mente de Él (lo Absoluto inmanifestado, Ain Soph) y en la mente de Ellos (los dioses) existe “es objetivo en el Espacio Abstracto Absoluto”. Por tanto, aquello que queda en la mente, después de concluir la Gran Obra, se convierte en algo objetivo en el Espacio Abstracto Absoluto. Allí convergen y se unen la verdad relativa de lo existencial y la verdad absoluta de lo inmutable y eterno. Allí el origen y el presente se hacen plenamente objetivos, esto significa necesariamente que hemos comprendido plenamente la naturaleza de la mente. Permitiendo que la conciencia de “sí mismos” se haga plena en el Ser; Ser que comparte desde sus inicios la verdad eterna e inmutable que se expresa en la Luz de Cristo, y la verdad relativa que nuestro ego-demiurgo ha formado en su existencia relativa, temporal y circunstancial.

Aquello, que está “más allá del cuerpo, de los afectos y la mente”, es la verdad absoluta; que comprenderá en su totalidad la verdad circunstancial y relativa de la existencia; siendo esta verdad absoluta participe del silencio, del vacío, de lo diáfano, esto es de la plena claridad, de una luz increada, que nuca fue sepultada por las tinieblas. Pues lo increado, lo no-nacido, es lo no gestado o no reproducido, aquello que es atemporal y permanece ajeno a lo temporal o circunstancial. En ese estado es donde la Pureza es y será por siempre “Inmaculada”, sin mancha, y por siempre inmutable.

Conocer lo producido, lo activo, lo creado, lo gestado es conocer el mundo manifestado de nuestra mente. Todo nuestro cuerpo, todo nuestro organismo vital, todo lo psíquico o astral, se manifestará en la mente activa, o mente de las formas (que es nuestro Netzah del árbol de la vida). Más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente, tenemos que descubrir la “Mente Interior” donde la conciencia superlativa del Ser se manifiesta, con toda su inspiración e intuición, por medio de la luz de Cristo, que es Luz in-creada; una Luz atemporal que desde los inicios nos acompaña por las 7 rondas de la manifestación. Cristo es la Luz de la Mente Interior, esa que sabe guardar silencio, que sabe permanecer vacía, diáfana, y que por tanto no se aferra, ni se apega, ni desea nada que sea temporal.


Mientras el ego-demiurgo se aferra y apega a sus pensamientos, deseos y formas, queriendo construir un mundo a su gusto, el Cristo permanece impasible, sabiendo que “la Luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron sobre ella”. El ego-demiurgo se queda atascado en su tiempo, en su forma, en su creación, que en si es toda una proyección. El ego, es tiempo porque se queda identificado con sus formas y circunstancias que él mismo ha creado; sintiéndose incapaz de salir de sus conflictos y tormentos, creados por él mismo, porque es incapaz de ver más allá de su tiempo, es decir a creado una circunstancia temporal, a la cual vuelve insistentemente porque está creada por él y por ello se queda atrapado en su tiempo o temporalidad, esto es lo que llamamos identificación, fascinación y sueño. Mientras que Cristo sabiéndose eterno o atemporal, no se identifica con nuestras tragedias, dramas y comedias del existir; es más su perspectiva atemporal, trasciende las 7 rondas, conociendo el Cristo muy bien la naturaleza profunda de la mente; por ello Cristo es nuestro Salvador.

“Yo Soy e camino, la verdad y la vida”

Atentamente:

Rafael Pavia.                      12/04/ 2018.