viernes, 23 de septiembre de 2016

Presentación Gnosis


Presentación 
Gnosis

Gnosis deriva de la palabra griega Γνωσις que significa conocimiento, pero no se refiere a un conocimiento vulgar u ordinario, se refiere al conocimiento en sí, aquel conocimiento que nos salva de la ignorancia y por tanto del sufrimiento o del karma. La Gnosis es un conocimiento universal e imperecedero, no pertenece a ninguna institución, ni es propiedad de nadie, pues en si es una sabiduría universal e innata, no nacida, puesto que siempre estuvo, es perenne, eterna, está más allá del tiempo y del personalismo. 



La gnosis no puede crearse, no puede elaborarse, ni construirse, porque ya es, y siempre estuvo y estará, entonces se trata de reconocer tal sabiduría. Son pocos los que pueden adquirir la gnosis, pues su naturaleza es no dual carece de “tú y yo”, y mientras estemos atrapados en una mente o visión dual de la existencia, nuestra opción al conocimiento en si, es inviable. Nuestra mente es y no es dual, nuestra mente puede sentirse como un individuo, completamente ajeno al resto del mundo, pero en tal condición solo posee una visión parcial limitada de su propia existencia y del resto del mundo, en cambio cuando la mente contempla la vida desde la no dualidad, se integra en su totalidad que incluirá el mundo externo e interno. La mente entonces puede ser dualista e ignorante, lo que significa que la conciencia duerme en una percepción relativista de la existencia, que es una visión superficial, vana, efímera, puesto que no ha despertado a la realidad trascendente. Cuando asumimos la realidad de una mente uní-total, entonces surge el Tao, la gracia divina, el vacío, la mente cristo, florece a la vez el amor y la sabiduría. Dice la tradición hermética, que el primer principio de la verdad es:

El Todo es Mente; el universo es mental.

El Kibalion. Hermes Trimegistro.



La gnosis es intuitiva, perceptiva, no se basa en especulaciones, ni en teorías. La función racional y verbal no es más que un instrumento limitado que sirve para elaborar tradiciones, donde se acumulara información sobre diversas enseñanzas. La tradición es útil en su medida, pues sirve para ilustrarnos, orientarnos como una guía inicial de nuestro caminar espiritual; después viene la revelación, aquellas experiencias que nuestra conciencia experimentará por sí misma, entonces florecerá la gnosis.

Presentar la gnosis, es intentar hacer ver aquello que es verdadero, aquello que es imperturbable, absoluto, a la vez que una realidad no dual. Por lo que nuestra principal obstrucción es nuestra visión sobre el “yo”, siendo nuestra principal tarea descubrir la realidad ultima del yo, en pos de nuestro “Ser no dual”. Experimentar el vacío, e Tao, la gracia de Cristo, etc. son modos de proclamar la experiencia de la inexistencia del ego; sucede que la misma mente puede generar la sensación del yo, del personalismo, o ego, más al indagar la naturaleza del yo se descubre que es inexistente, que no hay tal “yo” como una realidad permanente e inmutable; así lo confirman tradiciones como el budismo zen, el dogchen, el advaita, el cristianismo gnóstico, y todo ello fundado en la autognosis, en el autoconocimiento. El ego es tan efímero como el tiempo, el mismo yo se refuerza en el tiempo y quiere perdurar, más allá de la existencia y por ello quiere perdurar después de desencarnar, por lo que buscara retornar a la existencia, volver a nacer, y así el ego hace girar la rueda del samsara una y otra vez, sin salir de lo efímero, sin salir de la oscura ignorancia que nos ata en este valle de lágrimas y dolor. 



El fundamento no dual del gnosticismo cristiano, se ofrece mediante las enseñanzas de Cristo sobre el Agnostos Theos, el Dios desconocido. Un dios que está más allá de la manifestación y de lo temporal, un Dios que en realidad es la esenia misma de nuestro Ser. Este Dios fue el que mostró Jesús a sus discípulos y que los gnósticos de los primeros siglos del cristianismo mostraron en sus escritos, como es el caso de el Pistis Sophia (el poder de la sabiduría) de los gnósticos valentinianos, también se descubrieron en 1945 los textos gnósticos de Nag Hammadi en Egipto, confirmando la filosofía gnóstica de los primitivos cristianos. 



El Dios desconocido, sin nombre, sin forma, sin origen, que nos mostró Jesucristo, es la presencia imperturbable que contempla al Dios Demiurgo y creador, que se identifica con Yaldabaoth, el Jehovah del Antiguo Testamento. El demiurgo nos impulsa hacia la existencia, hacia la dualidad de la vida con su espíritu-vacío y la materia-forma; así el demiurgo crea el universo, que se denomina mente universal, siendo todo mente. Entonces el demiurgo, como decían los primitivos gnósticos se sustenta en la creación, que es temporal, pues todo lo que nace muere, todo lo compuesto se descompone, nada creado o nacido perdura, ni el samsara, ni el nirvana, en definitiva, todo el escenario mental del universo se diluye ante lo único eterno, el Ser Absoluto.

El Ser Absoluto es incognoscible, no tiene nombre, no tiene forma, y sin embargo es lo único que está presente de continuo, tanto en el pasado, como en el presente como en el futuro, porque es atemporal. Es imposible definir al Ser Absoluto, aunque siempre está presente, no se puede definir ni como espíritu ni como materia; pues tanto el espíritu con su inseparable alma es cambiante, al igual que la materia. Sin embargo, el Ser Absoluto es imperturbable, pues nada le puede afectar, ni lo puro ni lo impuro, ni lo bueno ni lo malo; en su imperturbabilidad no le afecta ni lo activo ni lo pasivo, ni el movimiento ni la quietud, es por ello indefinible e incognoscible. El Ser Absoluto lo contempla todo, es una contemplación no dual-pasiva-activa. Contempla nuestro cuerpo, nuestros pensamientos, nuestras emociones, deseos, esperanzas, recuerdos, imágenes, nuestras acciones, etc. Mientras que el demiurgo se implica en el karma o ley de acción y consecuencia, el Ser Absoluto está exento del karma, pues es imperturbable y no le afecta ni la acción ni sus consecuencias; en su contemplación ni huye de la adversidad, ni persigue satisfacciones. La presencia del Ser Absoluto es referida por el Maestro Samael del siguiente modo, al interpretar el Pistis Sophia:

La Gracia- Poder y la Verdad- Poder se abrazan y besan entre sí formando un todo íntegro.

La Verdad es la Talidad o Totalidad.

Obviamente, la Talidad se encuentra en el fondo de un Cristo o de un Budha.

La Talidad está más allá de la maquinaria de la relatividad y también más allá del Vacío Iluminador.

La Talidad es eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente.

La Talidad es aquello que está mucho más allá de todo dualismo.

La Talidad en Cristo o en Buddha o en Hermes, es siempre la misma.

De la Talidad emana eso que se llama la Gracia.

La Verdad es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será.

Sólo en el cuerpo de un Jesús o de un Buddha o de un Hermes, etc., está encarnada la Verdad.

Pistis Sophia Samael Aun Weor 




Abordar este tema sobre la No Dualidad resulta complejo ya que referirse a la “Unidad no dual” es referirse a una naturaleza y espacio incondicionado, ilimitado, atemporal, que no puede pesarse, ni medirse, ni contabilizarse, por tanto, hablaríamos de un Espacio Abstracto Absoluto. Donde hallamos al Agnostos Theos el Dios desconocido enseñado por Jesucristo y denominado en el budismo como “Tathagata” o Adi Buda.

Cuando nos referimos a la unidad no dual, no hacemos referencia a la unidad o conjunción de dos o varias cosas. La unidad no dual es aquello que todo lo contiene y que siendo el origen de todo no es ni materia, ni espíritu:

<El Espacio Abstracto es la Causa Causaron de todo lo que es, ha sido y será.

El Espacio Profundo y Dichoso es ciertamente la Incomprensible “Seidad”, la mística raíz inefable de los Siete Cosmos, el origen misterioso de todo eso que conocemos como, Espíritu, Materia, Universos, Soles, Mundos, etc.

Eso, lo Divinal, el Espacio de la Felicidad, es una tremenda realidad más allá del Universo y de los Dioses, “Aquello” no tiene dimensión alguna, y en verdad es lo que siempre será y ha sido; es la Vida que palpita intensamente en cada átomo y en cada Sol.

Hablemos ahora sobre el Gran Océano del Espíritu. ¿Cómo poder definirlo?

Ciertamente él es Brahama, la primera diferencia o modificación de “Aquello” Ante lo cual tiemblan los Dioses y los hombres.

“Aquello” ¿es Espíritu? En verdad os digo que no lo es. “Eso” ¿es Materia? ciertamente os digo que no lo es.

“Aquello” es la Raíz del Espíritu y de la Materia, mas no es ni lo uno ni lo otro.

“Aquello” trasciende las leyes de número, medida y peso, lado por lado, cantidad, cualidad, ante, atrás, arriba, abajo, etc.

“Aquello” es lo inmutable en profunda abstracción Divinal, Luz que jamás ha sido creada por ningún Dios ni por ningún hombre, eso que no tiene nombre.>

                             Tarot y Cabala. Samael Aun Weor.



Llegar al Espacio Abstracto Absoluto, incluye una mente totalmente abierta, sin condicionamientos, sin miedos, sin temores, donde el principio y el final es un amor incondicional, ecuánime, imperturbable. Este es el camino secreto que mi Ser y mis maestros me han mostrado, ahora puedo comprender porque en el Absoluto la luz increada, no produce sombras. El presente artículo no es más que una pincelada de la Gran Realidad en la vida libre en su movimiento.

Atentamente:

Rafael Pavía.


sábado, 17 de septiembre de 2016

Compasión, unidad, y contemplación.



Compasión, unidad, y contemplación.

Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

                                                               Juan 10:15

“Hay tantos Padres en el cielo como Hijos en la tierra” dicen las enseñanzas herméticas, y también se dice que quien conoce al Hijo conoce al Padre, esta cuestión la debemos de entender como resultado de que el hijo, es decir nosotros, seamos capaces de amar como ama el Padre. Cuando el Hijo sabe amar igual que el Padre ama, entonces podemos decir:

Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

                                                                  Mateo 11:27



El Padre es el primer misterio y el último, el alfa y omega, el Padre mora en los cielos porque él es espíritu y su hijo viene a la tierra para adquirir experiencia del mundo de las formas, de la materia, el Hijo se envuelve en el ropaje de las formas y el Padre permanece en el vacío del espíritu. Cuando el Hijo adopta la sabiduría del amor, empieza a contemplar el mundo desde la visión del Padre que es el primero y el ultimo, trascendiendo la dualidad de la mente intermedia, y activando la mente interior con la conciencia, que nos permitirá trascender la dualidad de la forma y el vacío, de la materia y el espíritu, para llegar a la unidad que todo lo sustenta: La Unidad Múltiple Perfecta, siendo la multiplicidad perfecta porque en ella prima la unidad, la unidad es el alfa y omega, la unidad es el principio y el final, la unidad es el amor que tanto el Padre como el Hijo comparten.

La conciencia solo puede brillar, resplandecer, si su facultad de amar y compasión se aviva, entonces adoptará un estado de contemplación donde vera todo lo creado como emanaciones del Ser, dejará de percibir el mundo como bueno o malo, como placentero o sufrido, desde la conciencia y desde el amor reconocerá que todo el mundo de las imágenes o formas, son circunstanciales, que todo es perecedero, que nada subsiste al paso del tiempo, solo aquello que más allá del principio y el final, del alfa y omega, el Padre que es el espíritu vivificante; entonces el Hijo si es capaz de reconocer la obra del creador y contemplarla desde el cielo ósea desde la perspectiva del espíritu atemporal, entonces brillara como el mismo Sol. 



En realidad, en nuestro proceso de realización no podemos avanzar, en tanto no seamos capaces de ver la vida como el Padre, quien nos dice: “Amaras a Dios sobre todas las cosas”. Y Su Hijo nos dijo: “Amaros los unos a los otros como yo os he amado”. Por ello el amor nos permite ver el mundo desde la contemplación, desde el ámbito de lo divino, de lo trascendental, de lo atemporal; el Amor contempla sin condenar ni justificar, así nos dice el Maestro Samael que debemos juzgar al ego, esto es desde el ámbito del Ser, pues el Ser es eterno, atemporal, mientras el yo es el recuerdo, el ayer, el yo pertenece al tiempo. Así que, desde la conciencia superlativa del Ser, veremos al yo y todas sus fantásticas recreaciones, como nubes blancas, grises o negras, pero que nuca podrán manchar el cielo.

Nuestra mente interior es como el cielo puro y diáfano, que luce con el resplandor de la conciencia cuando las nubes oscuras de la mente sensual el intermedia lo opacan. El Hijo, es decir nosotros debemos de reconocer el principio y el final, el primer misterio y el ultimo misterio que nos cita el Pistis Sophia, pues todo en esta creación tiene su principio y final, nada perdura, todo se disuelve en su sustancia primigenia, que es el espíritu. Si nosotros reconocemos que más allá de nuestra transitoriedad, persiste la luz del Ser, si tenemos experiencia o Fe en ello, si reconocemos que este mundo y la relación que con el mantenemos es pasajera, veremos toda la multiplicidad de este mundo, como quien viaja en un tren, que ve pasar ante sus ojos paisajes, escenas, circunstancias, siempre cambiantes y efímeras; esta es la contemplación que nuestra conciencia experimenta activándose en la mente interior, que es la mente uní-total, que es la mente universal, que es donde la conciencia brilla con el resplandor de la conciencia cósmica, donde la unidad perfecciona la multiplicidad. 

 Tanto el Hijo como el Padre contemplan la creación desde la luz perpetua, solo de ese modo comprenderemos el misterio de la vida, todo nace, todo muere, todo es transitorio, menos la luz del Ser Absoluto, que como dice el Maestro Samael es luz sin sombra, porque la luz de la conciencia es auto-luminosa, no depende de nada ni de nadie y posee la sabiduría innata, aquella que siempre existió, pues nuca fue creada, porque es innata, es decir no nacida o no creada, es una sabiduría o luz realmente eterna, este es el reconocimiento que debe de hacer el Hijo ante el Padre; desde ese reconocimiento, se produce la contemplación no dual, una contemplación donde el yo y el tu o la dualidad desaparecen, entonces Padre e Hijo se reconocen como Uno. La contemplación no dual se sostiene en la mente interior, mientras la compasión y el amor permiten que la conciencia auto-luminosa este activa, y pueda contemplar tanto el mundo exterior, como interior con la perspectiva de la eternidad. Desde la contemplación atemporal no dual el Padre y el Hijo son Uno, en un aquí y ahora perpetuo; así el Padre contempla el mundo de las formas y la multiplicidad de ellas mediante su Hijo, y el Hijo reconoce que más allá de las formas perecederas, se encuentra el Padre, el logos o verbo creador, que crea y nuevamente vuelve a crear, y unidos Padre e Hijo, el Ser Absoluto devela todos los misterios. 

No se puede amar ni contemplar la eternidad, si seguimos identificados con la mente sensual e intermedia. Tenemos que trascender la levadura de los saduceos y fariseos, para que el Hijo resplandezca en la mente interior, subido sobre su asno y entrando en la Jerusalén celestial. En la mente interior no hay identificación ni fascinación por las formas terrenales, no se identifica la conciencia con los pensamientos, ni emociones, ni deseos, la conciencia se contempla a si mismo desde lo atemporal. Si nuestra conciencia queda atrapada en la botella del tiempo, quedara atrapado en el ayer, en el yo con sus recuerdos, sus deseos, sus rencores, sus envidias, sus recurrencias, etc. todo ello pertenece al tiempo efímero, que solo al yo le interesa perpetuar, aunque sea inviable e imposible que los sueños del yo se eternicen. 



La verdad se encuentra más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente (sensual e intermedia), entonces viene la contemplación, el aquí y ahora, el encuentro entre el Hijo y el Padre; así el aquí y ahora se escapa al tiempo, si no es así no podemos generar el estado de conciencia adecuado. El aquí y ahora es un estado atemporal, no sujeto al pasado ni al futuro. El Hijo debe aprender a vivir en el momento, comprendiendo que la verdad es lo desconocido de momento en momento, ese es el estado contemplativo apropiado.

El Amor asume la perspectiva contemplativa, pues el amor unifica, unificando al Padre que está en los cielos y al Hijo que viene a la tierra. El Padre desde el espíritu abstracto y vacío contempla la creación, y el Hijo desde la tierra involucrado en las formas de la creación, debe despertar a la realidad trascendente, reconociendo de donde viene su naturaleza primordial, es decir debe reconocer al Padre; una vez reunificados Padre e Hijo, el Ser Absoluto brinda su Luz sin sombras, ¡luz que no deja ningún rincón sin alumbrar, que maravilloso!

Atentamente:

Rafael Pavía.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Conciencia y compasión.



Conciencia y compasión.

“Amar a dios sobre todas las cosas”

Es el Primer mandamiento, y si Dios está en todas partes, entonces hay que amarlo todo, cada rincón de este universo, hay que amar a todos los seres superiores e inferiores, malos y buenos. Cuando nosotros nos preguntamos ¿porque no sentimos amor o compasión? Y ello produce confusión en nuestro camino espiritual, entonces debemos reflexionar sobre lo que es el amor, ¿es el amor felicidad? Acaso pensamos que el amor es siempre el sumun del éxtasis, la plenitud de la felicidad, la dicha inefable; o por el contrario el amor es la capacidad de renuncia, el sacrificio por los demás, ¿es el amor la abnegación, expiación o inmolación de uno mismo? Muchas veces se confunde lo que es el amor es, y no sabemos si amamos cuando sufrimos o amamos cuando somos felices. Básicamente nuestra experiencia nos dice que el amor no es cuestión de satisfacción o insatisfacción, por lo que la lucha dual entre felicidad y sufrimiento no tiene sentido para el amor, el amor trasciende toda satisfacción e insatisfacción.



Sabemos que el amor es el camino hacia el despertar y la iluminación, y básicamente la conciencia y el amor son idénticos, entonces es lógico que nos inquietemos ante la falta de amor, y nos preguntamos ¿Cómo poder amar más? o siquiera un poco. Ciertamente todo el camino se fundamenta en el amor y la compasión, desde el principio al final, es más, desde el principio debe de impulsarnos el amor y dirigir dicho amor hasta la infinitud. El amor es incompatible con el ego, por tanto, debemos renunciar a nuestro ego, y no habiendo ego el amor no se centra en uno mismo, sino en los demás. Así que no debemos preocuparnos tanto por nosotros mismos y sobre si sentimos amor o no lo sentimos, pues lo esencial es que dejemos nuestro ego, nuestra vanidad, nuestro sufrimiento propio, y así cumplamos con el mandamiento de amarlo todo, de amar a Dios en cada rincón del universo. Pero si hay que amar a Dios sobre todas las cosas, quizás entramos en la contradicción de que tenemos que despecharlo todo, para solo amar a Dios, siendo que Dios se encuentra en todo y en todas partes. La realidad es que amar a Dios significa dejar radicalmente nuestro ego, eliminar nuestro yo, pues hablar de yo nos lleva a hablar de lo mío, de lo propio, siendo que el amor es incompatible con el egocentrismo.

Cuando sentimos escases de amor, lo que debemos de hacer es rogar por nuestros semejantes, ayudar a nuestros semejantes, sacrificarnos por la humanidad. Debemos ser capaces de ver el sufrimiento de los demás, sus penalidades, su fragilidad, sus penurias, su inconciencia, su carencia de anhelo por la verdad, etc. y poner toda nuestra motivación en ayudar, en socorrer, auxiliar a nuestros semejantes. Hay que aprender a amar a la tierra, a los animales, plantas, bosques, y obviamente a la humanidad. Uno espera sentir el éxtasis del amor divino para poder sentir amor, pero no debe de ser así, pues el amor nuca puede conciliarse con lo propio, con lo mío, con mi éxtasis, con mi felicidad, así que cuando somos tocados por la gracia divina y recibimos un éxtasis o un arrobamiento místico, este no debe de ser poseído como mío, como propio, sino que debemos verlo como una oportunidad de reconocer cuanto nos falta aún por amar a nuestros semejantes. 



Cuando sentimos la carencia del amor divino, entonces debemos de preocuparnos no de nosotros mismos sino de aquellos que sufren, y padecen ya sea hambre, frio, enfermedades, ignorancia, falta de comprensión, etc. Todo nuestro proceso de despertar conciencia va encaminado a amar más y mejor, las dos columnas de la logia blanca son amor y sabiduría; con el amor nos impulsamos a dedicarnos a amar más, y con la sabiduría que emana del amor, procuramos amar mejor. Todo nuestro camino hacia la iluminación y el despertar de la conciencia, no tiene otro objetivo que el amor, la compasión, por tanto, la conciencia superlativa del Ser luchara incansablemente, para que comprendamos cual es el motivo real de este camino, que es amar más y mejor.

Tener presente al Ser es tener presente su amor incondicional, cuando no sentimos la presencia del Ser, procuramos recordar al Ser, recordar su amor infinito, su caridad inconmensurable, entonces debemos recordar que la humanidad sufre, padece un sinfín de penurias, entonces hay que procurar por los demás, y que sientan alivio ante nosotros, que puedan sentir que hay alguien dispuesto a ayudarles. De uno de nuestros anteriores artículos: “Del Sufrimiento al Amor” comentamos:

Decía San Juan de la Cruz: “quien anda en amores ni cansa, ni descansa ni se cansa”. Vencer el sufrimiento es asumir la victoria incondicional del Amor. El Amor es lo más supremo porque es lo más revolucionario, nada hay comparable al Amor, este es indescriptible porque nada lo puede limitar; no es santurronería, no es buenísimo, no es miedo, no es búsqueda de recompensa, por ello el Amor solo es factible si se aplica con consciencia, con sabiduría. ¿Saben cuánto prestigio busca alguien que ama? No lo voy a comentar por precaución, para no amedrentar a los aun débiles de voluntad, basta señalar a Cristo ante los fariseos, los romanos y el pueblo. Tomar el sufrimiento de los demás para hacerlo propio, transmutándolo en luz y compasión es una práctica tanto cristiana como budista; a tal práctica se le denomina en el budismo Tong Len (recibir y dar), esta práctica es considerada la más trascendental a la vez que la síntesis de todas las prácticas de meditación. 



Antes de amar deja de sentir miedo, antes de amar deja de comparar, vacíate antes de amar, cuanto más vacío mas pleno de amor. El vacío te conferirá verdadera seguridad en tus actos, pues nada en ti te perturbará. El cáliz del amor debe estar vacío para que la sangre del verdadero sacrificio del sincero amor pueda llenar el cáliz. Ama sin prejuicios, ama porque debes amar, no ames por un ideal, por un proyecto, por un futuro mejor, etc. el amor no pide nada a cambio, no espera nada a cambio, porque el amor no puede sostenerse en una mera ilusión, proyecto o esperanza, hay que amar sencillamente porque es un deber, ¡despierta, despierta!

Este texto define lo que es un bodhisattva o el alma de un maestro de la humanidad:

Un Bodhisattva resuelve: Tomo sobre mí el peso de todo sufrimiento.

Estoy resuelto a hacerlo así. Lo soportaré. No me volveré, ni me echaré atrás, ni temblaré, ni me asustaré, ni temeré, ni volveré la espalda, ni desistiré.

¿Y por qué? A cualquier precio habré de llevar las cargas de todos los seres.

Con ello no sigo mis propias inclinaciones.

He hecho el voto de salvar a todos los seres. He de liberar a todos los seres. He de redimir a todo el mundo de los seres vivos de los terrores del nacer, el envejecer, el enfermar, de la muerte y el renacimiento, de todas las formas de la culpa moral, de todos los estados desgraciados, de todo el ciclo del nacer y el morir, de la maraña de las opiniones falsas, de la pérdida de los dharmas benéficos, de las secuelas de la ignorancia. De todos estos terrores he de redimir a todos los seres...

Me comportaré de tal modo que se edifique para todos los seres el reino del conocimiento insuperable.

Mis esfuerzos no se encaminan meramente a mi propia liberación. Porque con la ayuda de la barca del pleno conocimiento salvaré a estos seres de la corriente de Samsara, tan difícil de cruzar, los apartaré del gran precipicio, los liberaré de toda calamidad, los llevaré a través de la corriente de Samsara. 



Lucharé con la masa de los dolores de todos los seres. Hasta los límites de capacidad de sufrimiento experimentaré todas las situaciones calamitosas que puedan darse en cualquier sistema cósmico, todas las moradas del dolor.

Y no negaré a ninguno de los seres mi reserva de méritos, pues tengo resuelto vivir cada uno de los estados calamitosos por innumerables eones.

De este modo ayudaré a todos los seres a liberarse, en todos los estados calamitosos que puedan darse en todos los sistemas cósmicos.

¿Y por qué? Porque ciertamente vale más que sufra yo solo y no que todos estos seres caigan en situaciones calamitosas.

Por eso tengo que entregarme como prenda de redención para todo el mundo, para que sea redimido de los terrores de los infiernos, del nacimiento como animales, del mundo de Yama, y con mi propio cuerpo tengo que experimentar, para bien de todos los seres, la masa toda de los sentimientos penosos.

Para bien y para seguridad de todos los seres lo hago, y hablo con sinceridad y con verdad, y no me vuelvo atrás de mi palabra. No abandonaré a todos los seres.

¿Y por qué? Porque en mí ha brotado la decisión de alcanzar todo conocimiento, con todos los seres como su objeto, es decir, para liberar a todo el mundo de los seres.

Y no me propongo alcanzar la iluminación suprema por deseo de gozar sus delicias, ni porque espere gustar las calidades de los cinco sentidos, ni porque desee entregarme a los placeres de los sentidos.

No emprendo el camino de un Bodhisattva a fin de lograr el cúmulo de delicias que puede hallarse en los diversos mundos del deseo sensual.

¿Y por qué? Porque no hay placer en todos los placeres del mundo. Porque entregarse a los placeres de los sentidos es cosa que entra en la esfera de Mara. >>

(Shikshasamuccaya, 280-282 [Vajradhvaha-sutra].

Ext. de E. Conze, "Buddhist Texts through the Ages" Oxford, 1954).



En la siguiente oración de San Francisco de Asís, también vemos la motivación de la compasión:

Señor, hazme un instrumento de tu paz;

donde haya odio, ponga amor;

donde hay ofensa, perdón;

donde hay duda, fe;

donde hay desesperanza, esperanza;

donde hay tinieblas, luz;

donde hay tristeza, alegría.

Oh Divino Maestro,

que no busque yo tanto.

Ser consolado como consolar.

Ser comprendido como comprender.

Ser amado como amar.

Porque dando se recibe.

Perdonando se es perdonado.

Y muriendo a si mismo

se nace a la vida eterna.



Atentamente:

Rafael Pavia. 9/09/2016.


miércoles, 7 de septiembre de 2016

La Gran Revelación



La Gran Revelación

En nuestro trabajo esotérico, en los misterios de la gran Obra de los alquimistas, se hace referencia al “Don de Dios”, como una gracia que nos permite, conocer intuitivamente los pasos y la dirección adecuada del camino. Todos los aprendices, adeptos y maestros anhelan tener revelaciones y que la gracia divina nos asista, para caminar sin confusión, para andar bajo la guía de la luz y no de la ignorancia. Buscamos así sueños experiencias, revelaciones que nos sirvan de guía, para que nos indiquen ¿qué? ¿Cómo? y de ¿qué manera? Seguir adelante en este camino. Aunque no siempre los sueños o revelaciones nos sirven para aclarar nuestra situación, muchas veces también nos traen confusión, ya sea porque no sabemos interpretar los sueños o las experiencias, o porque no fueron suficientemente claras, la cuestión es que nos cuesta muchísimo sacarnos de la confusión, del extravió, pues muchas veces nos perdemos, sin saber si vamos bien o mal, hacia adelante o hacia atrás. Entonces nuestra alma sufre, nos inquietamos y consideramos a modo de alivio que todo ello forma parte de nuestro camino espiritual. 



La gran revelación surge no en las experiencias, no en los sueños, en verdad la gran revelación surge cuando hemos comprendido cabalmente como, de qué manera y porque debemos de hacer nuestro trabajo interior, entonces la confusión y el extravió desaparecen. Las experiencias y sueños nos ofrecen algunas luces sobre nuestro camino, son como farolas que iluminad el camino; pero ¿sabemos hacia donde nos lleva el camino? ¿sabemos realmente que ofrece este camino? ¿sabemos que condiciones requiere este camino? ¿Qué debemos de sacrificar, que debemos de adquirir? Si no conocemos las respuestas a estas preguntas, entonces no tendremos mucho éxito en este camino. Aunque parezca contradictorio se requiere saber y conocer el fin y la finalidad de este camino para poder lograr nuestros objetivos, esta sería la gran revelación, es por ello que el M. Samael nos dice:

“Existen dos tipos de iluminación: la primera suele llamarse “agua muerta porque tiene ataduras. La segunda es elogiada como “La gran vida” porque es iluminación sin ataduras, vacío iluminador.

En esto hay grados y grados, escaleras y escaleras; es necesario llegar, primero, al aspecto iluminado de la conciencia y, después, al conocimiento objetivo, al vacío iluminador”.

                      El Collar del Buda. Samael Aun Weor.

También el maestro zen Dojen decía:

“Debemos lograr la iluminación antes de lograr la iluminación”.




Nuestra conciencia debe de auto-iluminarse para comprender el sentido de este camino, y comprender la realidad de este camino y reconocer la realidad del Ser. Mientras esto no suceda, andaremos ciegos, confusos, ignorantes, extraviados, haciendo las cosas sin sentido, así nos podríamos pasar la vida practicando mantras, runas, transmutando energía, y realizando millares de practica y ejercicios sin salir del laberinto de nuestra ignorancia, sin conseguir nada, absolutamente nada, por desgracia así hay miles de estudiantes gnósticos.

Al M. Samael le preguntaban sin cesar por las experiencias, por las vivencias esotéricas, quejándose muchos estudiantes sobre esta carencia de experiencias, y el M. Samael con infinita paciencia nos ilustraba, pero también nos indicaba que era lo importante, lo fundamental, y eso es los tres factores de la revolución de la conciencia, pero entonces venían las preguntas sobre como morir, como nacer y como sacrificarse por la humanidad, y de nuevo el M, Samael con infinita paciencia explicaba una y otra vez al respecto. Pero porque los estudiantes eran y son incapaces de comprender y aplicar lo fundamental de la enseñanza, pues sencillamente porque no iluminan su conciencia, cono nos dice el M. Samael: “es necesario llegar, primero, al aspecto iluminado de la conciencia”. Una vez se llega a ese aspecto iluminado de la conciencia, se deja de tener incertidumbre, vacilación, duda, ignorancia en definitiva, pues entonces sabremos hacia dónde vamos y como debemos ir; y si no es de ese modo seguro que fracasamos. 




Al activar el aspecto iluminado de la conciencia y adquirir la gran revelación, nos permitirá saber qué cualidades tienen los maestros y como las consiguen, de modo que podremos por nosotros mismos caminar sin generar dependencias de otros más o menos despiertos o dormidos. El Don de Dios, la gracia divina, la gran revelación, es el aspecto iluminado de la conciencia, donde encontremos los funcionalismos propios de la conciencia más allá de toda especulación, concepto o teoría. Claro muchos o casi todos nos dicen que esa activación de la conciencia, es gradual, que viene poco a poco, y eso es cierto porque la mayoría anda con la conciencia dormida y no son capaces de salir de su laberinto, de su confusión, por muchos sueños y experiencias que tengan. Atendamos a las siguientes palabras del M. Samael:

<Todo esfuerzo intelectual para disolver el “yo” es inútil, porque cualquier movimiento de la mente pertenece al “yo”.

Necesitamos desencantarnos de los esfuerzos inútiles; cuando el “yo” quiere destruir al “yo”, el esfuerzo es inútil.

Sólo comprendiendo muy a fondo y de verdad lo que son las batallas inútiles del pensamiento, sólo comprendiendo las acciones y reacciones subconscientes, las acciones y reacciones internas y externas, las respuestas secretas, los móviles ocultos, los impulsos escondidos, etc., podemos alcanzar la quietud y el silencio imponente de la mente.

Sobre las aguas puras del océano de la mente universal podemos contemplar, en estado de éxtasis, todas las diabluras del “yo pluralizado”.


Cuando el ego ya no puede esconderse, está condenado a pena de muerte. Al “yo” le gusta esconderse, pero cuando ya no puede hacerlo, ¡está perdido el infeliz!

Sólo en la serenidad del pensamiento vemos al “yo” tal como es y no como aparentemente es.

Ver al “yo” y comprenderlo, viene a ser un todo íntegro. El “yo” está fracasado después que lo hemos comprendido, porque entonces podemos reducirlo a polvo con la ayuda de la Kundalini.

La quietud del océano de la mente no es un resultado, sino que es su estado natural. Las olas embravecidas del pensamiento son sólo un accidente provocado por el monstruo del “yo”.

La mente fatua, la mente necia, la mente que dice: “con el tiempo lograré la serenidad”, o “algún día llegaré”, está condenada al fracaso, porque la serenidad de la mente no es del tiempo. Todo lo que pertenece al tiempo es del “yo” del “mí mismo”; el “mí mismo” es tiempo.

Aquellos que quieren armar la serenidad del pensamiento como quien arma una máquina, juntando inteligentemente cada una de sus partes, están de hecho fracasados, porque la serenidad de la mente no se compone de varias partes que se pueden armar o desarmar, organizar o desorganizar, juntarse o separarse.
Conferencia: “yo” no puede comprender, ni eliminar al “yo”. Samael Aun Weor.




Comprender el texto expuesto arriba del maestro, es comprender lo que es el aspecto iluminado de la conciencia. ¿Cómo se puede estar en éxtasis y contemplar las diabluras del yo? Y debe quedar muy claro que: <La mente fatua, la mente necia, la mente que dice: “con el tiempo lograré la serenidad”, o “algún día llegaré”, está condenada al fracaso, porque la serenidad de la mente no es del tiempo. Todo lo que pertenece al tiempo es del “yo” del “mí mismo”; el “mí mismo” es tiempo”>. Es por ello que todos aquellos que aun dicen: “que con el tiempo”, “que poco a poco”, “que gradualmente”, etc. dicen eso porque aún no han activado su conciencia, porque siguen dormidos, porque aún no reconocen el aspecto iluminado de su conciencia, y si no consiguen activar los funcionalismos propios de la conciencia, entonces están condenados al fracaso. La conciencia no puede ajustarse ni limitarse por la condición temporal, por ello los maestros insisten tanto en el “aquí y ahora”. La luz de la conciencia no puede armarse, ni crearse, ni estructurarse racionalmente, conceptualmente, “la serenidad de la mente no se compone de varias partes que se pueden armar o desarmar, organizar o desorganizar, juntarse o separarse”.

En definitiva, la Gran Revelación es comprender nuestro propio trabajo íntimo, el cómo hacerlo y con qué objetivo o finalidad, la Gran Revelación es la conciencia superlativa del Ser.

Atentamente: Rafael Pavía. 6/09/2016.
                                                                                                       

domingo, 4 de septiembre de 2016

El Árbol de la Vida, el sexo y la conciencia.



El Árbol de la Vida, el sexo y la conciencia.

Las diferentes culturas que en el mundo existen, utilizan el árbol como representación del Ser al Ser.

<Los árboles del Edem son dos: El Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal y el Arbol de la Vida. El Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal, es el Sexo y éste Arbol del Conocimiento está representado por los órganos sexuales.

El Arbol de la Vida es el Ser y está representado en nuestro cuerpo físico por la columna espinal.

Toda verdadera doctrina cultural tiene que estudiar detenidamente estos dos Arboles. Porque el estudio de un árbol con el olvido del otro, da un conocimiento incompleto que es inútil.>

                                                             Samael Aun Weor.


El árbol de la vida es el Ser, que tiene sus raíces unidas al árbol del conocimiento o del bien y del mal. El Ser y el saber unidos, deben de darnos la gnosis, el conocimiento liberador, salvador, y pasando por los triángulos mágico, ético y del logos, alcanzaremos las cumbres del Ser. Allí en la cumbre del Ser todo es mucho más sencillo y simple, ya que el conocimiento se vuelve intuitivo, dejando el conocimiento conceptual en sus límites y capacidades. La intuición es: “percepción instintiva de las verdades cósmicas sin el proceso deprimente de la opción conceptual”. De tal modo que la percepción (primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos) debe de volverse idónea, clara, diáfana, completamente lucida; para ello se utiliza la alquimia o tantra, es decir el trabajo con la suprasexualidad, que es el trabajo de mayor intensidad que nuestros sentidos pueden hacer, ya que en el sexo operan los cinco sentidos y todo nuestro cuerpo con su energía, del modo más pleno. Entonces uniendo el árbol del bien y del mal o del conocimiento, más el árbol de la vida, podemos acceder a la gnosis.


La percepción instintiva de las verdades, pasa por comprender cabalmente la relación cuerpo mente, ósea la relación de los sentidos con la mente. También los sentidos psíquicos son una prolongación de los sentidos físicos. Ya sabemos que los sentidos son engañosos, que los sentidos no nos muestran la realidad tal como es, entonces ¿Qué diferencia existe entre la percepción ordinaria y la percepción de la verdad? Es obvio que las cosas son siempre tal cual son, la confusión viene con la interpretación (dar o atribuir a algo un significado determinado) de lo que percibimos, esto es, que la confusión la produce nuestra mente ignorante; la mente del yo, del ego que interpreta las percepciones a su antojo, según su deseo, así, si ve una botella de alcohol se puede interpretar dicha impresión desde diferentes perspectivas, la perspectiva del borracho, del abstemio, del moralista, del libertino, etc. sin embargo la botella sigue siendo tal cual. Poder ver la botella tal cual, sin interpretar, sin juzgar, sin condenar, ni justificar, esto es ver la botella sin interpretar, sin valorarla, nos acercara a la percepción instintiva de la verdad.

En el camino de la alquimia o del tantra se suele enseñar que nuestros sentidos son engañosos, que no ven la realidad tal cual es, eso es cierto, porque cuando vemos un objeto, no vemos su parte molecular, ni vemos su parte atómica ni subatómica; también sucede que nuestros sentidos no son iguales para todos, cada persona tiene un olfato, un oído y una vista más o menos diferente a los demás. Entonces los alquimistas y los practicantes de tantra dicen que no debemos de apegarnos a nuestros sentidos, a nuestras percepciones, porque todas ellas son subjetivas, careciendo de una realidad objetiva. Todo ello es cierto, pero el problema principal de interpretar los objetos, no está en los sentidos, sino en nuestra mente. Nuestra mente vea a una mujer, ya siendo miope, hipermétrope, astigmatismo, presbicia, etc. la cuestión es cómo reacciona la mente ante la impresión de la mujer, reaccionamos con lujuria, con deseo, con represión, etc. 


El árbol de la vida debe de estar bien cuidado, bien trabajado, pues el triángulo mágico, es el lugar donde recibimos las impresiones, allí tenemos el cuerpo físico, vital, astral, mental, causal, siendo que toda impresión suele repercutir en todo nuestro cuerpo y psiquis, ya sea una impresión agradable o desagradable. Por tanto, el triángulo mágico debe de estar preparado ante las impresiones, mediante una actitud contemplativa, actitud que debe de incluir las reacciones, es decir que debemos aprender a ver nuestras reacciones de modo contemplativo, viendo nuestros deseos, pensamientos y emociones como si de objetos se tratara, pues en realidad no son más que eso objetos, así lo debe de considerar nuestra conciencia en actitud contemplativa. Nuestras impresiones y reacciones están íntimamente ligadas, ante cualquier impresión sucede una reacción, sin que la conciencia este plenamente atenta, eso en si es lo que llamamos el sueño de la conciencia; y para que despierte la conciencia debemos de adquirir esa cualidad inherente a la misma conciencia que es la contemplación de sí mismos.



El triángulo ético del árbol de la vida, donde está el alma humana (tiphetert, cuerpo causal), el alma espiritual (geburah, budhi) y el Intimo (chesed, atman) es el triángulo donde debe de emerger la luz y el amor, el ser y el saber, de lo contrario como nos dice el M. Samael en su libro tarot y cábala, no seriamos más que una sombra de nuestro íntimo. Es en este triángulo donde debemos de ejercer la autoconciencia, donde debemos de aprender a ver nuestro cuerpo y nuestra psiquis como un mundo de formas efímeras, donde cada objeto es un compuesto que se descompondrá, es decir nacerá y morirá; debemos ver desde este triángulo la relación entre cuerpo y espíritu, entre forma y vacío, comprendiendo que el triángulo mágico está sometido a lo temporal, lo circunstancial, y que nada perdura en el mundo de las formas.

Llegando al triángulo del logos la verdad debe surgir, veremos la verdad absoluta ante la verdad relativa. De la verdad absoluta surge el espíritu y la materia, en el triángulo del logos encontramos el origen de todo, el verbo creador, las tres fuerzas primarias del universo, la santísima trinidad, el Tao. Entonces tendremos esa intuición que nos permitirá unir la materia y el espíritu, viendo de ese modo las cosas tal como son, sin entrar en el juego dual de la interpretación racional, conceptual, pues la dualidad entre forma y vacío, materia y espíritu desaparecerá en la unidad del amor y la sabiduría. La intuición es un saber Ser y estar, estando en armonía con todo lo que nos rodea, en armonía con la vida libre en su movimiento. La conciencia contempla la unidad de todas las cosas y los seres, sin que las impresiones dejen huellas en nuestra mente, así nuestra alma será como un diamante translucido, al que nada puede afectar, entonces alcanzaremos la pureza original, entonces será cuando según el cristianismo la virgen María coronada ascenderá a los cielos, y según el Bardo Todol, será cuando el hijo se unirá a la Madre clara luz. Entonces las impresiones, sensaciones, emociones, deseos, pensamientos, razonamientos, etc. serán contemplados dese la conciencia superlativa del Ser, sin que nada perturbe la armonía de una verdad absoluta. 



Cuando hemos comprendido y experimentado toda la estructura del árbol de la vida, podremos ver y percibir la realidad tal cual es, sin que intervenga el deseo, ni la confusión en la interpretación de las cosas y personas, eso nos abre la puerta a la iluminación, al amor y a la unidad de todo y todos.



Atentamente: Rafael Pavía. 4/ 09 / 2016