martes, 1 de noviembre de 2016

La verdad oculta y el fin del mundo

La verdad oculta y el fin del mundo.

Hace miles de años los dioses se reunieron para esconder la verdad al hombre, por temor a que el hombre destruyera la verdad; decidieron después de numerosas propuestas esconder la verdad dentro del propio hombre, pues comprendieron que el hombre en su ignorancia nuca se le ocurriría buscar la verdad dentro de sí mismos.
Ahora los dioses se volvieron a reunir, pues veían que el fin del mundo ya era inevitable; entonces el Gran Dios planteo si ahora era el momento de volver a mostrar la verdad, para que el hombre respondiera de sus actos. Y así sucedió la historia:



En el mes que la luna aparece más grande, los dioses de todas las regiones del mundo se reunieron. Allí se encontraban los dioses del cielo, los del infierno y de la tierra; dioses y diosas mostraban rostros resquebrajados, sabían que ahora se reunían para tomar una decisión trascendental para la historia del mundo.

Hablo el Gran Dios:

G.D.: todos sabéis a que hemos venido. El fin del mundo ya es inevitable, los hombres han perdido su conciencia, nada les puede salvar. Hace, como sabéis, miles de años escondimos la verdad dentro del hombre, para salvaguardarla de ellos mismos y que la verdad permaneciera intocable, desde entonces solo algunos hombres esforzados y valientes descubrieron la verdad dentro de ellos. Pero ahora el tiempo ha llegado a su fin. Por ello os pido que deliberéis y me deis consejo, y os pregunto: ¿deberíamos mostrarle la verdad al hombre?

Los dioses se retiraron para deliberar. Los dioses tenían gran incertidumbre, no sabían que sería mejor para la humanidad, seguir ignorando la verdad y continuar ocultándola dentro del hombre, o mostrar la verdad y que el hombre se enfrentara a la verdad. Los dioses se reunieron de nuevo y el Gran Dios estaba dispuesto a escucharles, pero ningún dios, ni del cielo, ni del infierno, ni de la tierra se atrevía a hablar ni a dar su opinión. Los Dioses no sabían que sería lo mejor para el hombre y que consecuencias tendría mostrarles en el fin de los tiempos la verdad. Ante el silencio de los dioses, el Gran Dios frunció su frente, espero unos momentos y dijo:

G.D.: ¿qué os parece si le preguntamos esta cuestión ha algún hombre?
Dioses: ¿y a que hombre se lo preguntaríamos?
G.D.: creo que deberíamos llamar al hombre más valiente, para ver en qué medida sería capaz de enfrentarse a la verdad.

Los dioses asintieron con sus cabezas, y se dispusieron a buscar al hombre más valiente que hubiera sobre la tierra. Se organizó un comité para evaluar la valentía de los hombres que encontraran y seleccionar al más bravo. 
Y sucedió que una de las diosas de la tierra, que regía una de las regiones más pobres del mundo, encontró a Zoe, una mujer que parecía no tener miedo a nada ni a nadie. Zoe era joven, bella inteligente, podía ser la envidia de todas las mujeres y de las mismas diosas. El Comité de evaluación considero a Zoe digna de asumir tan grave responsabilidad, aunque sabían que el desafío era único, y de posibles consecuencias trágicas. Llevaron a Zoe a la reunión con el Gran Dios, y esto aconteció: 


G.D.: querida Zoe, te han puesto al corriente, sobre el asunto para el cual te hemos traido.

Zoe: si, me han informado, sobre que el mundo llega a su fin y que no sabéis si mostrar la verdad a la humanidad o que siga sumida en la ignorancia.

G.D.: Y bien ¿cuál es tu opinión?

Zoe: Hay que mostrar la verdad a la humanidad tal cual es.

G.D.: Y ¿conoces tú la verdad?

Zoe: Si claro, la busqué en mi interior, vi mi realidad y descubrí la verdad de la vida.

G.D.: ¡Me sorprendes! Y que consecuencias crees traería mostrar la verdad a la humanidad.

Zoe: Mi nombre significa Vida, y sé que todo lo que nace muere, pero la vida sigue. Y lo que sigue a la existencia mortal, es el Ser atemporal, aquel que ni nace ni muere y que es la razón de la vida. Por ello un gran sabio dijo: La razón de ser del Ser es el mismo Ser. Por ello no hay que temer al fin, porque todo lo que finaliza sin mantener continuidad con el Ser, son cosas transitorias, existenciales, y como dijo el sabio: es mejor Ser que existir. Por ello creo que, si decimos la verdad a la humanidad ahora que llega el fin, quizás alguno que otro comprenda, la razón de la vida, la razón del Ser.



G.D.: me sigues sorprendiendo querida Zoe. Y dime ¿para ti que es la verdad?

Zoe: Hay una verdad relativa y una verdad absoluta. Los hombres y dioses sueñan dentro de la verdad relativa, porque la verdad relativa es dual y juega con medias verdades y medias mentiras. La verdad relativa y su dualidad juega con lo bueno y lo malo, con lo justo e injusto, con lo real i lo irreal, con lo trascendental y lo mundano, etc. Esta dualidad hace que hombres y dioses vivan atrapados en el sueño de la verdad relativa, sin comprender que sus existencias siempre tendrán un principio y un final.

G.D.: y dime Zoe ¿dices que los propios dioses están atrapados en esa verdad relativa?

Zoe: Tu bien lo sabes Gran Dios, los dioses del nirvana, siguen sujetos a la rueda del samsara o rueda de las existencias. Porque aún no se atreven a dar el salto hacia la verdad absoluta donde encontraran a lo profundo de su Ser.

G.D.: Dime Zoe ¿qué es la Verdad Absoluta?

Zoe: No hay palabras para definir la Verdad Absoluta, solo podemos experimentarlo mediante la conciencia superlativa del Ser. Para ello hay que dar un salto de lo temporal a lo atemporal; lo temporal es dual pues tiene un principio y un fin, lo atemporal es eterno, no tiene principio ni fin, se experimenta en un certero aquí y ahora.

En esos momentos uno de los dioses interrumpió, un tanto indignado, preguntando:


Dios indignado: Nos acusas acaso Zoe, de ocultar la verdad absoluta a la humanidad.

Zoe: Cuando vosotros los dioses decidisteis ocultar la verdad a los hombres, ya todo estaba previsto para ello y fue el Gran Dios, quien resolvió ocultar la verdad dentro del hombre, como no podía ser de otro modo; mientras vosotros los dioses proponíais lugares externos como la luna, las altas montañas, el fondo de los mares, etc. pero el Gran Dios, que es nuestro padre cósmico común, sabía que tarde o temprano el hombre llegaría a todos esos lugares externos que proponíais.

Dios indignado: Entonces según tú, nosotros los dioses también ignoramos la Verdad Absoluta.

Zoe: Muchos de los dioses habéis experimentado la Verdad Absoluta, pero os sentís muy cómodos en vuestros paraísos celestes, y por ello no os atrevéis a dar el salto definitivo hacia el Ser profundo y absoluto. Sin embargo, la condición humana es favorable a generar el impulso hacia el amor incondicional, que nos lleva al Dios Ignoto, donde el Ser del Ser mora. 

G.D.: dime Zoe, entonces ¿qué sentido tiene las dos verdades, la relativa y la absoluta?

Zoe: La unidad de la verdad absoluta lo incluye todo, porque su unidad pertenece al Amor infinito que es incluyente. Por tanto, la verdad Absoluta incluye la verdad relativa y desde una conciencia unitaria, que es la misma conciencia superlativa del Ser, contempla todo el mundo existencial, sin condenar ni justificar, pues lo comprende todo, por ello en la verdad absoluta surge la luz sin sombra; siendo este el verdadero estado de contemplación, donde la conciencia puede experimentar “la verdad que es lo desconocido de momento en momento”, dejando que el espacio abstracto absoluto fluya en “el océano de la vida libre en su movimiento”. Así la contemplación de la conciencia superlativa del Ser puede ver la vida “tal cual es”. Es por ello que si se da el salto a la Verdad Absoluta se comprenderá en plenitud la razón del Ser, la razón de la vida.

G.D.: Dime Zoe, ¿cómo has podido conocer la Verdad Absoluta?

Zoe: sencillamente doy honor al nombre que me otorgaste.


Rafael Pavía. 1/11/2016.


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