lunes, 10 de julio de 2017

El Ser y su origen el No Ser

El Ser y su origen el No Ser.

No es fácil el camino del Ser, pues su origen es ignoto, desconocido, entonces cuando la inquietud espiritual nos impulsa a buscar nuestra verdad y por tanto nuestro origen, empezamos un camino donde la alegría y la pena va de la mano de reconocer todo aquello que somos. Por un lado, la verdad nos hace reconocer lo débiles y frágiles que somos ante el mundo y este inmenso universo, por otro lado, aceptar nuestra verdad nos hace fuertes y sabios ante las adversidades. Llega el momento en nuestro camino del conocimiento de sí mismos, donde debemos de aceptar incondicionalmente nuestra realidad y de nuevo nos encontramos con una bifurcación en el camino con dos preguntas ¿en qué medida estoy integrado o separado de la realidad que me rodea? Y en ¿qué medida la realidad que me rodea es cierta, es decir es real o ilusoria? Estas dos preguntas se las plantearon los antiguos griegos y como un remedio seguro inscribieron en el frontispicio del templo de Delfos la famosa frase: “Homo nosce te ipsum”, Hombre conócete a ti mismo.


La verdad tiene que ver con nuestra capacidad de percibir y de comprender lo que percibimos, la comprensión en su ultima instancia es intuitiva, el Maestro Samael dice que los pasos de la conciencia de sí, partiendo de la comprensión pasaban por la imaginación, la inspiración e intuición, describiendo la intuición como: “percepción instintiva de las verdades cósmicas sin el proceso deprimente de la opción conceptual”. De modo que la verdad tiene que ver con lo que percibimos y como lo interpretamos, pero el camino espiritual lo que pretende es percibirnos a nosotros mismos e interpretarnos a nosotros mismos, por lo que debemos generar auto-conciencia de sí mismos.

Cuando buscamos la respuesta a las preguntas citadas, en principio nos sentimos separados de todos y de todo, pues nos consideramos como un “yo” o ego diferente y separado todo lo que nos rodea, creyendo que todo lo que nos rodea es real. Pero en la medida en que profundizamos en nuestra conciencia comprendiendo como percibe e interpreta la conciencia vamos viendo que tenemos una idea artificial de nosotros mismos, idea impuesta por la familia, la sociedad, las teorías, los conceptos, etc., idea que nos condiciona haciendo una errónea interpretación sobre nosotros mismos y la realidad que nos rodea. Esta idea errónea sobre nosotros mismos, es la que nos condiciona y limita, siendo el motivo por el cual las doctrinas espirituales insisten en despertar y ver claramente cuál es nuestra verdadera realidad y condición.


Saltando los pasos intermedios para llegar a la conciencia intuitiva, donde percibimos las verdades cósmicas sin el proceso deprimente de la opción conceptual, encontramos la gnosis no dual, gnosis que se transmite en las tradiciones más profundas y elevadas de las tradiciones espirituales, como es el dzogchen, el ati-yoga, el mahamudra en el budismo tibetano, también la gnosis no dual se da en el budismo chan en china y el zen japonés cuando se refieren a las enseñanzas del Buda Tathagata o Adi-Buda, la enseñanza de la no dualidad también se da en el gnama-yoga y en la filosofía advaita, que significa literalmente no-dualidad; mientras que en occidente la meditación contemplativa posee la tradición de los tres niveles contemplativos, primero el purgativo, segundo el iluminativo y tercero el unitivo, siendo en este último nivel donde la contemplación nos lleva a la no dualidad. La no dualidad lleva a la unidad que todo lo sostiene y a la plenitud del Ser, de donde surge la conciencia o esencia pura, natural y autentica del Ser.

El Ser no puede describirse intelectualmente o conceptualmente, por ello dicen en las enseñanzas del Tao, que todo lo que se diga sobre el Tao fallara en su centro. De ahí que todas las doctrinas unitivas y no duales, les precede una continua negación al referirse a la naturaleza primigenia del Ser. En el cristianismo esotérico-gnóstico al Cristo se le asigna en la trinidad el atributo del Santo Negar, aplicándose una continua negación de sí mismos para poder concluir en la verdad del Padre u origen del Ser.


El Ser en su origen es presencia lucida e incontaminada, es por ello que en la cábala al Ser Absoluto lo llaman Ain que significa ojo, siendo el ojo que todo lo contempla. Y se le llama de modo completo como Ain-Soph-Aur, que se puede traducir como visión ilimitada o infinita de la luz. En tal origen o estado solo existe autoconciencia completa de sí mismo, en tal estado no puede existir ni preconceptos, ni prejuicios sobre la realidad, ni sobre sí mismos, por ello es semejante a un vacío o un espacio diáfano, transparente, donde no hay objeto ni concepto, solo hay presencia lucida y clara. En las enseñanzas del Bardo Todol o libro de los muertos tibetanos, basado en las enseñanzas dzogchen, indican el despertar con el Ser original como el encuentro de la Madre luz con el hijo luz. Poder sostenerse en dicha luz o auto-conciencia pura e incontaminada es establecerse en la maestría espiritual.

En el origen del Ser solo hay presencia, es decir un testigo inmutable de la verdad absoluta, pues se ve a sí mismo y a todo lo que le rodea “tal cual es”, esta percepción instintiva de la verdad sin el proceso deprimente de la dualidad conceptual, la denomina el Maestro Samael en el libro del Pistis Sophia como Talidad*, que significa eso mismo “tal cuales”.



La Verdad es la Talidad o Totalidad.

Obviamente, la Talidad se encuentra en el fondo de un Cristo o de un Budha.

La Talidad está más allá de la maquinaria de la relatividad y también más allá del Vacío Iluminador.

La Talidad es eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente.

La Talidad es aquello que está mucho más allá de todo dualismo.

La Talidad en Cristo o en Buddha o en Hermes, es siempre la misma.

De la Talidad emana eso que se llama la Gracia.

La Verdad es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será.

Sólo en el cuerpo de un Jesús o de un Buddha o de un Hermes, etc., está encarnada la Verdad.

Pistis Sophia.       Samael Aun Weor. 

El origen del Ser se dice es inmanifestado porque precede a cualquier creación o manifestación he ahí su pureza e incontaminación, por ello se dice que el origen del Ser es un No-Ser, resultando como hemos dicho que la maestría del Ser es reconocer y conocer al Ser en su origen y en su manifestación o creación, de tal modo que la presencia original, pura, verdadera e incontaminada, pueda percibir sin prejuicios, ni preconceptos, todo lo que percibe en el universo que le rodea. Esta es la Talidad o intuición de una conciencia conocedora de su origen y verdad. Siendo el Ser del Ser una presencia inmutable porque no está contaminada por el tiempo, ni el ayer o el pasado porque precede a cualquier manifestación. Por tanto, es Ser posee una visión clara, incontaminada, plenamente lucida, sin prejuicios ni preconceptos; y solo es eso una presencia, porque no posee nada pues Él era antes de que todo fuera. Así Jesucristo dijo como testigo del Ser original: “Antes que Abraham fuese, yo soy”, (Juan 8:58). 


Así el Ser es origen del espíritu y la materia sin ser lo uno ni lo otro: 

Hablemos ahora sobre el Gran Océano del Espíritu. ¿Cómo poder definirlo?

Ciertamente él es Brahama, la primera diferencia o modificación de “Aquéllo” Ante lo cual tiemblan los Dioses y los hombres.

“Aquello” ¿es Espíritu? En verdad os digo que no lo es. “Eso” ¿es Materia? ciertamente os digo que no lo es.
“Aquello” es la Raíz del Espíritu y de la Materia, mas no es ni lo uno ni lo otro.

“Aquello” trasciende las leyes de número, medida y peso, lado por lado, cantidad, cualidad, ante, atrás, arriba, abajo, etc.

“Aquello” es lo inmutable en profunda abstracción Divinal, Luz que jamás ha sido creada por ningún Dios ni por ningún hombre, eso que no tiene nombre.

                      Tarot y Cábala.       Samael Aun Weor.


La Luz del Ser es increada es decir innata, pues no pertenece a lo temporal, es una luz que no ha sido creada ni gestada por ningún Dios pues precede a todo y todos. En dicha luz o espacio del Ser original no puede existir ni lo mío, ni lo tuyo, ni yo ni tú, no existe nada semejante a un “yo”, pues tener yo significa tener algo, una propiedad o identidad, pero el Ser Absoluto es preexistente, origen de la materia y espíritu, por tanto, no hay en su naturaleza ni tú, ni yo, ni propiedad, solo presencia vacía e incontaminada. De hecho, mientras exista en nosotros la condición del “yo”, se hace inaccesible la conciencia absoluta y original del Ser. Pues el yo implica dualismo y el dualismo significa separación, y en cuanto caemos en el yo o separación empezamos a distorsionar la realidad original, empezamos a poner sobre el tapiz de la realidad nuestros prejuicios, preconceptos, teorías, especulaciones, por lo que el yo con sus condicionamientos y limitaciones nos aparta de la realidad.


En el Ser original que es un No-Ser pues es preexistente, solo hay percepción, presencia, luz, atención sin distracción, por ello hay plenitud y unidad pues no hay “yo”; el Ser original no posee propiedades, por ello percibe la verdad del universo en su plenitud, pues no tiene una visión parcial sujeta a un ego, he ahí su infinitud, su espacialidad infinita, no sujeta a condiciones ni limitaciones. 

Como siempre la gnosis es tan vasta y profunda como el universo, y este es solo un pequeño artículo que traza simples pinceladas sobre la gnosis del Ser.

Atentamente:

Rafael Pavía.                            10/07/2017.




Nota:
*Talidad: Condición de ser tal, con las determinaciones que caracterizan a alguien o algo (R.A.E).

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