viernes, 28 de octubre de 2016

El Buda arrogante

El Buda arrogante.

En el palacio se encontraba el emperador Huamgdí muy inquieto, un tanto desconcertado y después de intentar ordenar sus ideas, dio resolución a su turbador sueño. Llamo a sus consejeros y les dijo que buscaran entre sus reinos al niño más arrogante que encontraran; dando instrucciones minuciosas al respecto, lo que incluía que lo trataran respetuosamente. La orden se ejecutó de inmediato, saliendo los sirvientes y los soldados en busca del niño más arrogante del imperio.


Pasado cierto tiempo y bajo una escrupulosa selección, llevaron ante el emperador a un niño llamado Háizi, a quien habían encontrado en una pequeña aldea, en medio del camino con aspecto pobre, sin embargo, no quiso apartarse ante los soldados del emperador, y apunto de arrollarlo con los caballos, el oficial recordó que lo tenían que tratar con respeto, así mando parar de golpe a sus soldados antes de pasar por encima del niño, que para nada se había movido. Después de tal escena el niño fue interrogado y vieron que su arrogancia era sin igual. Todos los buscadores del niño arrogante pensaron en buscar al niño en las casas de los grandes y nobles señores, pero el destino les llevo ante un niño pobre que superaba todas las expectativas en arrogancia. 



Ya ante el emperador, ni siquiera se dignó a postrarse, ni inclinarse para mostrar reverencia, a pesar de que tal irreverencia le pudiera costar la vida. Los tres consejeros del emperador se encontraban anonadados, sus ojos no podían dar crédito a lo que estaba sucediendo; sin embargo, el emperador trato con sumo cuidado al niño diciéndole:

Emperador: Te crees superior a mí.

Niño: evidentemente.

Emperador: y ¿por qué?

Niño: por ser quien soy.

Emperador: y ¿quién eres?

Niño: bueno responder a eso, no te va a salir gratis.

Emperador: bien y que me pides para que me des respuesta.

Niño: pues, la mitad de tu reino.

Los consejeros del emperador seguían estupefactos ante tanto desagravio consentido.

Emperador: a ¿que se debe tu soberbia?

Niño: es obvio, a mi valía.

Emperador: tendrás que demostrarme entonces tu valía, para ofrecerte la mitad de mi reino.


El niño consintió, y el emperador le dijo que respondiera a las preguntas de sus consejeros. Háizi acepto responder a solo tres preguntas.

Primera pregunta: ¿cómo te llamas?

Respuesta: mi nombre común es Háizi, pero mi verdadero nombre no está escrito, no tiene sonido, no tiene origen. Así que me podéis llamar Buda.

Los tres consejeros se percataron que lo que estaba sucediendo no era normal, que el inquietante sueño del emperador, tenía un motivo singular, especial.

Segunda pregunta: ¿cómo siendo de tan poca edad, dices llamarte el Buda?

Respuesta: el Buda es atemporal, no tiene pasado ni futuro, vivo en un eterno presente. Por tanto, el tiempo no me afecta.

Tercera pregunta: ¿de donde vienes, como has aparecido?

Respuesta: vengo de donde todo viene, aparezco como aparecen todas las cosas, del propio espacio. Por ello mi forma no está condicionada. 


Tanto el emperador como los tres consejeros estaban muy sorprendidos por las respuestas del niño. Pero le inquietaba de sobre manera al emperador la cuestión de la soberbia. El niño que se le apareció en sueños le había producido un gran temor, con solo su presencia infantil, para el emperador aquello no tenía sentido, y en el sueño le pregunto al niño quien era, y este le respondió:

Niño del sueño: soy tu arrogancia y tu maestro.

Entonces el emperador le pregunto al niño: ¿Si eres Buda, porque te muestras tan arrogante?

Niño: ¿cómo un niño podría doblegar a todo un emperador, si no fuera arrogante? Tú ya no eres sensible a la sencillez y simplicidad.

Emperador: Pero ¿es la arrogancia compatible con la compasión de un Buda?

Niño: la naturaleza de Buda y su compasión son indestructibles. N
o estoy sujeto ni condicionado por las formas, ni por las formas de la arrogancia, ni por los disfraces fraudulentos de la compasión. 

Emperador: y ¿qué esperas de mí?

Niño: La mitad de tu reino, tú tienes una mitad del reino terrestre que no me interesa, porque es efímero. Solo me interesa la otra mitad de tu reino celestial, que no eres capaz de reconocer y lo mantienes en el olvido, por eso he venido, para reclamar esa parte de tu reino celeste que ignoras.

Emperador: y ¿cómo puedo reconocer tal reino celeste y ofrecértelo?

Niño: Tú has estado buscando este reino celeste desde hace mucho tiempo, incluso antes de nacer, por ello aparecí en tus sueños, para que reconocieras que vives en un gran sueño. Tu realidad como emperador es relativa, temporal, circunstancial, depende de muchos factores, interdependientes que nuca cesan de moverse, por lo que tienes que hacer un inmenso esfuerzo para mantener el equilibrio de tu imperio terrestre. Sin embargo, tu reino celeste solo depende de ti y lo encontraras en tu origen primordial exento de lo temporal, donde tú y yo somos uno en el espacio infinito.

Entonces el emperador Huamgdí despertó de su gran sueño.


Rafael Pavía. 28/10/2016.

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