domingo, 4 de septiembre de 2016

El Árbol de la Vida, el sexo y la conciencia.



El Árbol de la Vida, el sexo y la conciencia.

Las diferentes culturas que en el mundo existen, utilizan el árbol como representación del Ser al Ser.

<Los árboles del Edem son dos: El Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal y el Arbol de la Vida. El Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal, es el Sexo y éste Arbol del Conocimiento está representado por los órganos sexuales.

El Arbol de la Vida es el Ser y está representado en nuestro cuerpo físico por la columna espinal.

Toda verdadera doctrina cultural tiene que estudiar detenidamente estos dos Arboles. Porque el estudio de un árbol con el olvido del otro, da un conocimiento incompleto que es inútil.>

                                                             Samael Aun Weor.


El árbol de la vida es el Ser, que tiene sus raíces unidas al árbol del conocimiento o del bien y del mal. El Ser y el saber unidos, deben de darnos la gnosis, el conocimiento liberador, salvador, y pasando por los triángulos mágico, ético y del logos, alcanzaremos las cumbres del Ser. Allí en la cumbre del Ser todo es mucho más sencillo y simple, ya que el conocimiento se vuelve intuitivo, dejando el conocimiento conceptual en sus límites y capacidades. La intuición es: “percepción instintiva de las verdades cósmicas sin el proceso deprimente de la opción conceptual”. De tal modo que la percepción (primer conocimiento de una cosa por medio de las impresiones que comunican los sentidos) debe de volverse idónea, clara, diáfana, completamente lucida; para ello se utiliza la alquimia o tantra, es decir el trabajo con la suprasexualidad, que es el trabajo de mayor intensidad que nuestros sentidos pueden hacer, ya que en el sexo operan los cinco sentidos y todo nuestro cuerpo con su energía, del modo más pleno. Entonces uniendo el árbol del bien y del mal o del conocimiento, más el árbol de la vida, podemos acceder a la gnosis.


La percepción instintiva de las verdades, pasa por comprender cabalmente la relación cuerpo mente, ósea la relación de los sentidos con la mente. También los sentidos psíquicos son una prolongación de los sentidos físicos. Ya sabemos que los sentidos son engañosos, que los sentidos no nos muestran la realidad tal como es, entonces ¿Qué diferencia existe entre la percepción ordinaria y la percepción de la verdad? Es obvio que las cosas son siempre tal cual son, la confusión viene con la interpretación (dar o atribuir a algo un significado determinado) de lo que percibimos, esto es, que la confusión la produce nuestra mente ignorante; la mente del yo, del ego que interpreta las percepciones a su antojo, según su deseo, así, si ve una botella de alcohol se puede interpretar dicha impresión desde diferentes perspectivas, la perspectiva del borracho, del abstemio, del moralista, del libertino, etc. sin embargo la botella sigue siendo tal cual. Poder ver la botella tal cual, sin interpretar, sin juzgar, sin condenar, ni justificar, esto es ver la botella sin interpretar, sin valorarla, nos acercara a la percepción instintiva de la verdad.

En el camino de la alquimia o del tantra se suele enseñar que nuestros sentidos son engañosos, que no ven la realidad tal cual es, eso es cierto, porque cuando vemos un objeto, no vemos su parte molecular, ni vemos su parte atómica ni subatómica; también sucede que nuestros sentidos no son iguales para todos, cada persona tiene un olfato, un oído y una vista más o menos diferente a los demás. Entonces los alquimistas y los practicantes de tantra dicen que no debemos de apegarnos a nuestros sentidos, a nuestras percepciones, porque todas ellas son subjetivas, careciendo de una realidad objetiva. Todo ello es cierto, pero el problema principal de interpretar los objetos, no está en los sentidos, sino en nuestra mente. Nuestra mente vea a una mujer, ya siendo miope, hipermétrope, astigmatismo, presbicia, etc. la cuestión es cómo reacciona la mente ante la impresión de la mujer, reaccionamos con lujuria, con deseo, con represión, etc. 


El árbol de la vida debe de estar bien cuidado, bien trabajado, pues el triángulo mágico, es el lugar donde recibimos las impresiones, allí tenemos el cuerpo físico, vital, astral, mental, causal, siendo que toda impresión suele repercutir en todo nuestro cuerpo y psiquis, ya sea una impresión agradable o desagradable. Por tanto, el triángulo mágico debe de estar preparado ante las impresiones, mediante una actitud contemplativa, actitud que debe de incluir las reacciones, es decir que debemos aprender a ver nuestras reacciones de modo contemplativo, viendo nuestros deseos, pensamientos y emociones como si de objetos se tratara, pues en realidad no son más que eso objetos, así lo debe de considerar nuestra conciencia en actitud contemplativa. Nuestras impresiones y reacciones están íntimamente ligadas, ante cualquier impresión sucede una reacción, sin que la conciencia este plenamente atenta, eso en si es lo que llamamos el sueño de la conciencia; y para que despierte la conciencia debemos de adquirir esa cualidad inherente a la misma conciencia que es la contemplación de sí mismos.



El triángulo ético del árbol de la vida, donde está el alma humana (tiphetert, cuerpo causal), el alma espiritual (geburah, budhi) y el Intimo (chesed, atman) es el triángulo donde debe de emerger la luz y el amor, el ser y el saber, de lo contrario como nos dice el M. Samael en su libro tarot y cábala, no seriamos más que una sombra de nuestro íntimo. Es en este triángulo donde debemos de ejercer la autoconciencia, donde debemos de aprender a ver nuestro cuerpo y nuestra psiquis como un mundo de formas efímeras, donde cada objeto es un compuesto que se descompondrá, es decir nacerá y morirá; debemos ver desde este triángulo la relación entre cuerpo y espíritu, entre forma y vacío, comprendiendo que el triángulo mágico está sometido a lo temporal, lo circunstancial, y que nada perdura en el mundo de las formas.

Llegando al triángulo del logos la verdad debe surgir, veremos la verdad absoluta ante la verdad relativa. De la verdad absoluta surge el espíritu y la materia, en el triángulo del logos encontramos el origen de todo, el verbo creador, las tres fuerzas primarias del universo, la santísima trinidad, el Tao. Entonces tendremos esa intuición que nos permitirá unir la materia y el espíritu, viendo de ese modo las cosas tal como son, sin entrar en el juego dual de la interpretación racional, conceptual, pues la dualidad entre forma y vacío, materia y espíritu desaparecerá en la unidad del amor y la sabiduría. La intuición es un saber Ser y estar, estando en armonía con todo lo que nos rodea, en armonía con la vida libre en su movimiento. La conciencia contempla la unidad de todas las cosas y los seres, sin que las impresiones dejen huellas en nuestra mente, así nuestra alma será como un diamante translucido, al que nada puede afectar, entonces alcanzaremos la pureza original, entonces será cuando según el cristianismo la virgen María coronada ascenderá a los cielos, y según el Bardo Todol, será cuando el hijo se unirá a la Madre clara luz. Entonces las impresiones, sensaciones, emociones, deseos, pensamientos, razonamientos, etc. serán contemplados dese la conciencia superlativa del Ser, sin que nada perturbe la armonía de una verdad absoluta. 



Cuando hemos comprendido y experimentado toda la estructura del árbol de la vida, podremos ver y percibir la realidad tal cual es, sin que intervenga el deseo, ni la confusión en la interpretación de las cosas y personas, eso nos abre la puerta a la iluminación, al amor y a la unidad de todo y todos.



Atentamente: Rafael Pavía. 4/ 09 / 2016

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