domingo, 11 de septiembre de 2016

Conciencia y compasión.



Conciencia y compasión.

“Amar a dios sobre todas las cosas”

Es el Primer mandamiento, y si Dios está en todas partes, entonces hay que amarlo todo, cada rincón de este universo, hay que amar a todos los seres superiores e inferiores, malos y buenos. Cuando nosotros nos preguntamos ¿porque no sentimos amor o compasión? Y ello produce confusión en nuestro camino espiritual, entonces debemos reflexionar sobre lo que es el amor, ¿es el amor felicidad? Acaso pensamos que el amor es siempre el sumun del éxtasis, la plenitud de la felicidad, la dicha inefable; o por el contrario el amor es la capacidad de renuncia, el sacrificio por los demás, ¿es el amor la abnegación, expiación o inmolación de uno mismo? Muchas veces se confunde lo que es el amor es, y no sabemos si amamos cuando sufrimos o amamos cuando somos felices. Básicamente nuestra experiencia nos dice que el amor no es cuestión de satisfacción o insatisfacción, por lo que la lucha dual entre felicidad y sufrimiento no tiene sentido para el amor, el amor trasciende toda satisfacción e insatisfacción.



Sabemos que el amor es el camino hacia el despertar y la iluminación, y básicamente la conciencia y el amor son idénticos, entonces es lógico que nos inquietemos ante la falta de amor, y nos preguntamos ¿Cómo poder amar más? o siquiera un poco. Ciertamente todo el camino se fundamenta en el amor y la compasión, desde el principio al final, es más, desde el principio debe de impulsarnos el amor y dirigir dicho amor hasta la infinitud. El amor es incompatible con el ego, por tanto, debemos renunciar a nuestro ego, y no habiendo ego el amor no se centra en uno mismo, sino en los demás. Así que no debemos preocuparnos tanto por nosotros mismos y sobre si sentimos amor o no lo sentimos, pues lo esencial es que dejemos nuestro ego, nuestra vanidad, nuestro sufrimiento propio, y así cumplamos con el mandamiento de amarlo todo, de amar a Dios en cada rincón del universo. Pero si hay que amar a Dios sobre todas las cosas, quizás entramos en la contradicción de que tenemos que despecharlo todo, para solo amar a Dios, siendo que Dios se encuentra en todo y en todas partes. La realidad es que amar a Dios significa dejar radicalmente nuestro ego, eliminar nuestro yo, pues hablar de yo nos lleva a hablar de lo mío, de lo propio, siendo que el amor es incompatible con el egocentrismo.

Cuando sentimos escases de amor, lo que debemos de hacer es rogar por nuestros semejantes, ayudar a nuestros semejantes, sacrificarnos por la humanidad. Debemos ser capaces de ver el sufrimiento de los demás, sus penalidades, su fragilidad, sus penurias, su inconciencia, su carencia de anhelo por la verdad, etc. y poner toda nuestra motivación en ayudar, en socorrer, auxiliar a nuestros semejantes. Hay que aprender a amar a la tierra, a los animales, plantas, bosques, y obviamente a la humanidad. Uno espera sentir el éxtasis del amor divino para poder sentir amor, pero no debe de ser así, pues el amor nuca puede conciliarse con lo propio, con lo mío, con mi éxtasis, con mi felicidad, así que cuando somos tocados por la gracia divina y recibimos un éxtasis o un arrobamiento místico, este no debe de ser poseído como mío, como propio, sino que debemos verlo como una oportunidad de reconocer cuanto nos falta aún por amar a nuestros semejantes. 



Cuando sentimos la carencia del amor divino, entonces debemos de preocuparnos no de nosotros mismos sino de aquellos que sufren, y padecen ya sea hambre, frio, enfermedades, ignorancia, falta de comprensión, etc. Todo nuestro proceso de despertar conciencia va encaminado a amar más y mejor, las dos columnas de la logia blanca son amor y sabiduría; con el amor nos impulsamos a dedicarnos a amar más, y con la sabiduría que emana del amor, procuramos amar mejor. Todo nuestro camino hacia la iluminación y el despertar de la conciencia, no tiene otro objetivo que el amor, la compasión, por tanto, la conciencia superlativa del Ser luchara incansablemente, para que comprendamos cual es el motivo real de este camino, que es amar más y mejor.

Tener presente al Ser es tener presente su amor incondicional, cuando no sentimos la presencia del Ser, procuramos recordar al Ser, recordar su amor infinito, su caridad inconmensurable, entonces debemos recordar que la humanidad sufre, padece un sinfín de penurias, entonces hay que procurar por los demás, y que sientan alivio ante nosotros, que puedan sentir que hay alguien dispuesto a ayudarles. De uno de nuestros anteriores artículos: “Del Sufrimiento al Amor” comentamos:

Decía San Juan de la Cruz: “quien anda en amores ni cansa, ni descansa ni se cansa”. Vencer el sufrimiento es asumir la victoria incondicional del Amor. El Amor es lo más supremo porque es lo más revolucionario, nada hay comparable al Amor, este es indescriptible porque nada lo puede limitar; no es santurronería, no es buenísimo, no es miedo, no es búsqueda de recompensa, por ello el Amor solo es factible si se aplica con consciencia, con sabiduría. ¿Saben cuánto prestigio busca alguien que ama? No lo voy a comentar por precaución, para no amedrentar a los aun débiles de voluntad, basta señalar a Cristo ante los fariseos, los romanos y el pueblo. Tomar el sufrimiento de los demás para hacerlo propio, transmutándolo en luz y compasión es una práctica tanto cristiana como budista; a tal práctica se le denomina en el budismo Tong Len (recibir y dar), esta práctica es considerada la más trascendental a la vez que la síntesis de todas las prácticas de meditación. 



Antes de amar deja de sentir miedo, antes de amar deja de comparar, vacíate antes de amar, cuanto más vacío mas pleno de amor. El vacío te conferirá verdadera seguridad en tus actos, pues nada en ti te perturbará. El cáliz del amor debe estar vacío para que la sangre del verdadero sacrificio del sincero amor pueda llenar el cáliz. Ama sin prejuicios, ama porque debes amar, no ames por un ideal, por un proyecto, por un futuro mejor, etc. el amor no pide nada a cambio, no espera nada a cambio, porque el amor no puede sostenerse en una mera ilusión, proyecto o esperanza, hay que amar sencillamente porque es un deber, ¡despierta, despierta!

Este texto define lo que es un bodhisattva o el alma de un maestro de la humanidad:

Un Bodhisattva resuelve: Tomo sobre mí el peso de todo sufrimiento.

Estoy resuelto a hacerlo así. Lo soportaré. No me volveré, ni me echaré atrás, ni temblaré, ni me asustaré, ni temeré, ni volveré la espalda, ni desistiré.

¿Y por qué? A cualquier precio habré de llevar las cargas de todos los seres.

Con ello no sigo mis propias inclinaciones.

He hecho el voto de salvar a todos los seres. He de liberar a todos los seres. He de redimir a todo el mundo de los seres vivos de los terrores del nacer, el envejecer, el enfermar, de la muerte y el renacimiento, de todas las formas de la culpa moral, de todos los estados desgraciados, de todo el ciclo del nacer y el morir, de la maraña de las opiniones falsas, de la pérdida de los dharmas benéficos, de las secuelas de la ignorancia. De todos estos terrores he de redimir a todos los seres...

Me comportaré de tal modo que se edifique para todos los seres el reino del conocimiento insuperable.

Mis esfuerzos no se encaminan meramente a mi propia liberación. Porque con la ayuda de la barca del pleno conocimiento salvaré a estos seres de la corriente de Samsara, tan difícil de cruzar, los apartaré del gran precipicio, los liberaré de toda calamidad, los llevaré a través de la corriente de Samsara. 



Lucharé con la masa de los dolores de todos los seres. Hasta los límites de capacidad de sufrimiento experimentaré todas las situaciones calamitosas que puedan darse en cualquier sistema cósmico, todas las moradas del dolor.

Y no negaré a ninguno de los seres mi reserva de méritos, pues tengo resuelto vivir cada uno de los estados calamitosos por innumerables eones.

De este modo ayudaré a todos los seres a liberarse, en todos los estados calamitosos que puedan darse en todos los sistemas cósmicos.

¿Y por qué? Porque ciertamente vale más que sufra yo solo y no que todos estos seres caigan en situaciones calamitosas.

Por eso tengo que entregarme como prenda de redención para todo el mundo, para que sea redimido de los terrores de los infiernos, del nacimiento como animales, del mundo de Yama, y con mi propio cuerpo tengo que experimentar, para bien de todos los seres, la masa toda de los sentimientos penosos.

Para bien y para seguridad de todos los seres lo hago, y hablo con sinceridad y con verdad, y no me vuelvo atrás de mi palabra. No abandonaré a todos los seres.

¿Y por qué? Porque en mí ha brotado la decisión de alcanzar todo conocimiento, con todos los seres como su objeto, es decir, para liberar a todo el mundo de los seres.

Y no me propongo alcanzar la iluminación suprema por deseo de gozar sus delicias, ni porque espere gustar las calidades de los cinco sentidos, ni porque desee entregarme a los placeres de los sentidos.

No emprendo el camino de un Bodhisattva a fin de lograr el cúmulo de delicias que puede hallarse en los diversos mundos del deseo sensual.

¿Y por qué? Porque no hay placer en todos los placeres del mundo. Porque entregarse a los placeres de los sentidos es cosa que entra en la esfera de Mara. >>

(Shikshasamuccaya, 280-282 [Vajradhvaha-sutra].

Ext. de E. Conze, "Buddhist Texts through the Ages" Oxford, 1954).



En la siguiente oración de San Francisco de Asís, también vemos la motivación de la compasión:

Señor, hazme un instrumento de tu paz;

donde haya odio, ponga amor;

donde hay ofensa, perdón;

donde hay duda, fe;

donde hay desesperanza, esperanza;

donde hay tinieblas, luz;

donde hay tristeza, alegría.

Oh Divino Maestro,

que no busque yo tanto.

Ser consolado como consolar.

Ser comprendido como comprender.

Ser amado como amar.

Porque dando se recibe.

Perdonando se es perdonado.

Y muriendo a si mismo

se nace a la vida eterna.



Atentamente:

Rafael Pavia. 9/09/2016.


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