lunes, 26 de junio de 2017

Al fin libre

Al fin libre.

Todos buscamos la felicidad, la armonía, la paz, la libertad, la belleza, el amor, etc., pero hay un gran obstáculo para encontrar la felicidad, la libertad, etc. y es la ignorancia. La ignorancia es el desconocimiento de sí mismo, cuando se carece de cualquier valor, atributo, virtud, etc., es sencillamente porque aún desconocemos nuestra realidad intima, esto es que desconocemos que y quien somos, entonces nos hallamos perdidos, deambulando de un lado a otro, buscando consuelo, buscando sabiduría, buscando una guía, etc., entonces vamos aquí y allá para encontrar maestros que nos guíen, tradiciones que nos aseguren las enseñanzas; escuelas, grupos, instituciones o religiones que nos den apoyo y confianza, pero aun así seguimos perdidos y llenos de angustia sin poder alcanzar aquello que ya nos han dicho está dentro de nosotros.


Y siendo que ya nos han dicho una y mil veces que todo lo que buscamos fuera está dentro de nosotros, ¿por qué seguimos sin encontrarlo? Entonces nos dan una y mil explicaciones, es decir seguimos ignorando. Y en esa ignorancia hay gran temor, un gran miedo a equivocarnos y eso sucede porque seguimos dependiendo de nuestro exterior, seguimos creyendo que las instituciones, religiones, gurús, etc., son los que nos van a salvar; entonces necesitamos su aprobación, su consentimiento, para poder pensar, sentir y actuar rectamente. Esperamos que la decisión y aprobación venga del exterior, porque como seguimos siendo ignorantes e inseguros, entonces preferimos que la responsabilidad sea de otro; de ese modo avanza el otro mientras nosotros seguimos estancados en nuestra podredumbre, pues seguimos evitando nuestra propia responsabilidad. Gracias a Dios existen hombres santos, maestros virtuosos que dan buenos consejos y nos ayudan, pero también hay hombres santos que siguen con sus miedos e ignorancias y maestros que dejan mucho que desear en sus supuestas virtudes; pero aun encontrando buenos y santos maestros caemos en la dependencia y en el fácil escape de que ellos sean los responsables de nuestros pensamientos, sentimientos y actos.


Alcanzar la liberación, emanciparse de nuestra ignorancia y ser completamente responsables de nuestra situación, de nuestros actos, pensamientos y sentimientos, etc. nos permitirá alcanzar la felicidad, aquella felicidad que no depende de lo exterior, ni de lo que digan o dejen de decir unos y otros, esa felicidad del nirvana, es decir independiente de la rueda del samsara o rueda existencial; felicidad que se prolonga en el para-nirvana, en incluso más allá en el maha-para-nirvana, que nos llevaría a estado de “paramarta”, donde alcanzaríamos el “paranispana” o felicidad absoluta. Toda esta felicidad depende del conocimiento de sí mismo, es tan simple como eso, conocerse a sí mismo, no según lo que nos digan unos y otros sino mediante nuestros propios medios; cuando podemos, y realmente podemos, observarnos a nosotros mismos de modo directo, sin prejuicios, sin preconceptos, sin especulaciones previas, entonces cuando nuestra conciencia esta lucida sin estar condicionada, podemos empezar a vernos tal cual somos. Todas las tradiciones de filosofía, religión, psicología, hermetismos, etc. nos dicen como somos incluso quienes somos y a donde vamos, y todas ellas nos dan una visión externa y muy parcial de nuestra realidad, más la plenitud o la verdadera gnosis sobre nosotros mismos solo es viable mediante el conocimiento pleno sí mismo. Entonces si nuca soltamos las amaras de nuestra dependencia externa, es sencillamente porque hay inseguridad, temor y miedo porque sigue existiendo ignorancia sobre uno mismo. 


Se dice que el silencio es la elocuencia de la sabiduría, y así es, pero el silencio exige soledad, una soledad que se vive aunque estemos entre la multitud, así lo dicen los sabios. Nadie puede ser libre si no aprende del silencio y la soledad. Mas la sabiduría compensa en felicidad, que proviene de la fuente inagotable del amor donde el sabio adquiere su sabiduría. Cuando uno aprende a estar en silencio y solo depende de sí mismo, su sabiduría es una sabiduría innata surgida de sí mismo, una sabiduría atemporal venida de lo eterno, de donde realmente venimos y somos, descubriendo la profunda realidad. Si aún no sabemos vivir en soledad, si aún dependemos de grupos, asociaciones, comunidades, religiones, etc. es porque aún nos falta encontrar seguridad dentro de sí mismos, aún nos queda por conocernos, por saber sobre sí mismos lo que significa que aún no podemos ser libres.


Y los maestros ¿necesitan de grupos, de gente que les siga? Si los maestros necesitaran de grupos o discípulos que les sigan, significaría que aún no han aprendido a estar solos, que aun necesitan apoyo externo donde confirmar su saber. Un sabio dijo:

“Nosotros somos postes de indicación, así que no se apeguen a nosotros, porque nuestra labor no es de proselitismo. Indicamos con pensamiento lógico y concepto exacto el camino a seguir, para que cada cual llegue hasta su Maestro Interno, el que mora en silencio dentro de cada uno de ustedes.
                                                        Samael Aun Weor.

El silencio y la libertad son del sabio, del que se conoce a sí mismo, este afronta sin temor a la vida libre en su movimiento. El sabio sabe que la verdad es incomunicable, que no se puede transmitir con palabras ni conceptos; es más sabe que los conceptos son engañosos y que un concepto por muy cercano que se encuentre de la verdad nuca será la verdad en sí misma. Es posible entonces ¿salirse de todas las tradiciones, escuelas, religiones, filosofías, etc., con el propósito de dejar de estar condicionado por conceptos, nociones, significaciones, etc., con el fin de experimentar la verdad? Decía el sabio Samael que: “la verdad, ante todo, aunque nos cueste ir al paredón de fusilamiento”. Si, Si es posible emanciparse con la conciencia libre de condicionamientos, si no fuera posible entonces la condena de la ignorancia seria perpetua.


Sabemos que las tradiciones son útiles y las debemos de respetar, pero no debemos de caer en la dependencia ni en la sumisión doctrinaria, pues sin libertad nuestra conciencia se encontrara limitada, condicionada, cayendo en el conformismo y la resignación. La verdad o la conciencia Cristo, dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, la conciencia Cristo es tremendamente exigente, no se conforma con medias verdades, la conciencia liberadora de Cristo implica revolución total, aunque eso signifique soledad, silencio y libertad incondicional. La verdad no te ofrece una felicidad mundana o sujeta a la rueda del samsara, te ofrece una felicidad basada en el pleno conocimiento de sí mismo, siendo una felicidad plenamente libre de ignorancia. La ignorancia sujeta a nuestro yo mundano, en lo temporal, en lo transitorio; la ignorancia del yo nos condiciona la voluntad con el temor y la inseguridad, el yo nos condiciona y limita porque el yo no se conoce a sí mismo, el yo ignora su propia realidad, el ego es inconsciente de sí mismo, por ello somos esclavos de nuestros propios condicionamientos o yoes. La fórmula ideal para liberarnos del ego es experimentar que es una simple ilusión, una fantasía ajena a la verdad. Nuestro sueño es la ignorancia del yo.


Sean Libres, sean felices, dejen sus temores y vivan en la plenitud del Ser.

Atentamente:

Rafael Pavia.                     26/06/2017.

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