miércoles, 25 de enero de 2017

La Gran Obra de Neptuno

La Gran Obra de Neptuno

La Gran Obra es todo un misterio, nadie sabe exactamente que es la Gran Obra, ¿cómo termina? ¿qué se obtiene? ¿qué sucede después terminada la Gran Obra? Decir se dicen muchas cosas, pero nadie sabe a ciencia cierta la respuesta, por ello cabe especular, discurrir, suponer, etc. al respecto. Dar respuesta sin más a las anteriores preguntas es fácil, la Gran Obra se termina cuando se finalizan los doce trabajos de Hércules, aunque cada cual vive y experimenta la gran Obra a su modo particular, encajando más o menos dentro de las tres montañas. Se en tiende que cuando finaliza la Gran Obra se obtiene la “Piedra Filosofal” y el “elixir de larga vida” y otras fabulosas cualidades, pero ¿qué es la piedra filosofal y cuáles son sus poderes? Todo son enigmas, sobre todo cuando hay carencia de comprensión e iluminación; y uno nunca sabe que sucede después de terminar la Gran Obra ¿qué se hace? Y así pueden surgir miles de preguntas, así parece que cuando uno más investiga sobre el final de la Gran Obra, mas incógnitas surgen.


Sin embargo, la realidad de aquel que concluye la Gran Obra es muy sencilla y simple, lo que sucede es que uno comprende el sentido real de su vida, comprende que uno ha venido a aprender a amar, a sacrificarse por sus semejantes, a buscar la sabiduría para que la humanidad sufra menos, para liberar a nuestros semejantes de su ignorancia que les tiene atrapados en un engaño sobre lo que es su existencia. La perfección de un maestro debe de medirse, no por lo que sabe, sino por cómo se enfrenta a la vida, pues un maestro debe ser un experto en el saber vivir, encarando la vida sin miedos, sin mentiras, aprendiendo a vivir sin que nada sea un impedimento para ayudar a sus semejantes, siendo responsable con sus hijos, esposa, vecinos, compañeros, etc. Todo se vuelve tan simple como saber amar y tener compasión. Pongamos un ejemplo de cualidades o capacidades, San Martín de Porres, popularmente conocido como Fray Escoba, dominico mulato supo encontrar la santidad en lo sencillo, en lo que nadie daba valor y así, con sencillez, con humildad, haciendo lo que nadie quería hacer, fue como encontró la santidad, decían de Fray escoba que tenía el don de la ubicuidad, que igual se le veía en la cocina que cuidando un enfermo, o barriendo el patio y atendiendo a un necesitado, su don de ubicuidad, es un don que no es propio de él sino del amor, eso si, él era capaz de amar tanto que su propio Ser le permitía estar en varios lugares al mismo tiempo.


Desmitificar o eliminar la fantasía sobre el misterio de la Gran Obra puede resultar doloroso para muchos, pues muchos siguen el trabajo de la Gran Obra buscando poderes, iluminaciones fantásticas, esplendores inasumibles, buscando perfeccionarse y purificarse hasta límites inalcanzables ¿todo ello con qué fin? La única finalidad es que no existan impedimentos para que el amor del Ser realice su labor. Pero algo muy importante es la sabiduría o reconocer la verdad, comprendiendo que la verdad se manifiesta de modo absoluto y de modo relativo, en lo relativo esta todo aquello que es caduco, perecedero, temporal, finito; mientras que la verdad absoluta es lo eterno, lo no nacido, la luz sin sombra o sin ignorancia, el origen y el final, el origen de la materia y el espíritu, siendo la verdad absoluta la razón de ser del Ser, donde encontraremos el Ser del Ser.


Lo perfecto no puede existir sin lo imperfecto, al igual que la verdad relativa no puede existir sin la verdad absoluta, pues lo absoluto lo incluye todo. Lo Absoluto, utiliza toda experiencia para perfeccionarse, siendo lo imperfecto la oportunidad para mejorar, para aprender, para equivocarse y rectificar, etc. Lo absoluto no rechaza nada siquiera la ignorancia, pues la ignorancia forma parte de la sencillez y la humildad, por lo que el Ser aceptara su ignorancia humildemente y con sencillez afrontara los retos de la existencia, para seguir experimentando, por lo que la sabiduría absoluta incluye la ignorancia. Si el Ser ya lo supiera todo y con ello supiera nuestro futuro ¿qué experiencia podría sacar de lo que ya se sabe, o de lo que ya está previsto que suceda? Lo real, lo auténtico es que el Ser y el Absoluto, se enfrentan al presente y atienden al presente, mientras el futuro solo será fruto del presente; pues en el presente, en el aquí y ahora esta lo eterno. El Ser atiende el presente sim miedo, sin temor, resaltando a cada momento lo verdaderamente trascendental; fue el mismo Buda Sakiamuni quien dijo: Si quieres conocer tus vidas pasadas, observa tu actual existencia, si quieres saber tu futuro observa tu presente. Por tanto, el presente, el aquí y ahora, es lo que nos conecta con lo eterno, con lo real.


Con la Gran Obra de Neptuno nos referimos al estado de conciencia pleno, donde el Padre, el Kether de la cábala, a quien se le asigna el atributo de Neptuno, puede contemplar desde la conciencia absoluta, la realidad o verdad relativa de la existencia.

Así lo perfecto incluye lo imperfecto, la sabiduría incluye la ignorancia, el amor incluye el odio, la castidad incluye la lujuria; así, con la inclusión de lo imperfecto dentro de lo perfecto, la sabiduría y el amor del Ser disolverán todo conflicto, todo dolor, sufrimiento, karma, propio y ajeno. Desde la contemplación plena, el Ser ve de momento en momento todo aquello que es intrascendente, ilusorio, fantástico, irreal, etc. disolviéndolo al instante, sin esperar a un posible mañana o futuro. De este modo nuestro querido ego no tendrá escapatoria se disolverá ante la verdad absoluta del Ser. El Ser no tiene propiedades, ni títulos, ni formas permanentes, ni nada que lo condicione, es por ello que el Ser no tiene yo, ni ego, ni posesiones, ni categorías, ni limitaciones; es por ello que al Ser se le asigna lo espiritual o una naturaleza vacía o incondicional, más recordamos que el Ser del Ser, el verdadero Ser Absoluto, esta más allá de la materia y el espíritu, eso le permite indagarse a sí mismo hasta el último rincón, de un modo completo y total.


Mientras nuestra visión espiritual sea dualista, poco o nada comprenderemos, pues buscaremos la perfección absoluta, sin reconocer que la perfección incluye la imperfección; o pretenderemos ser manifiestamente puros cuando toda materia es corruptible, y todo lo compuesto se descompone, por lo que nada existe auténticamente o completamente puro, solo lo inmanifestado, lo no nacido o no existente puede ser puro. Pero sucederá que lo inmanifestado o el Ser absoluto incluirá lo impuro en su manifestación. El Ser en su perfección no rehúye de lo imperfecto, de lo impuro, o de la ignorancia; el Ser es úni-total lo incluye todo y su sabiduría todo lo aprovecha, siendo la finalidad del Ser amar y con ello adquirir la mayor comprensión o sabiduría para poder asistir a nuestros semejantes, para que dejen de sufrir, para que se liberen del karma y de su propia ignorancia.


La Gran Obra de Neptuno nos permite contemplar la realidad desde los interiores de los interiores, hasta los exteriores de los exteriores. No pretende nada, no desea nada, no posee nada; acepta las cosas tal cual son, a eso se le llama Talidad:

La Gracia- Poder y la Verdad- Poder se abrazan y besan entre sí formando un todo íntegro.

La Verdad es la Talidad o Totalidad.

Obviamente, la Talidad se encuentra en el fondo de un Cristo o de un Budha.

La Talidad está más allá de la maquinaria de la relatividad y también más allá del Vacío Iluminador.

La Talidad es eso que está más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente.

La Talidad es aquello que está mucho más allá de todo dualismo.

La Talidad en Cristo o en Buddha o en Hermes, es siempre la misma.

De la Talidad emana eso que se llama la Gracia.

La Verdad es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será.

Sólo en el cuerpo de un Jesús o de un Buddha o de un Hermes, etc., está encarnada la Verdad.



Pistis Sophia. Samael Aun Weor.

Con la conciencia dormida no se aceptan las cosas “tal cual son”, prefiere seguir con las fantasías e ilusiones fantásticas. Por ello no pueden comprender que es un Buddha o un Hermes o un Cristo. Cuanto más se eleva el Ser, más se disuelve en lo absoluto, perdiendo toda posesión, honor, titulo, grandeza, miseria, etc. todo en el Ser se disuelve dentro del océano de la vida libre en su movimiento; el Ser queda como una gota dentro del océano universal, y desde allí contempla la verdad absoluta (que incluirá la verdad relativa). Neptuno es el océano de la vida libre en su movimiento, allí se mezcla y une lo inmanifestado y lo manifestado, lo perfecto y lo imperfecto, la verdad absoluta y la verdad relativa. Cuando se realiza la Gran Obra de Neptuno, y nos sumergimos en la unidad del todo, participando del Ser Absoluto, reconocemos la luz sin sombra, siendo la sombra la ignorancia, pero en esta ocasión la ignorancia no es vista desde la ignorancia, sino desde la propia luz o sabiduría, por lo que la ignorancia deja de ser una sombra para la propia luz o sabiduría.



Atentamente: 


Rafael Pavía, un servidor atado de pies y manos, gracias a Dios. 23/01/2017.

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