lunes, 2 de enero de 2017

Gnosis el cuarto estado de conciencia, Eros y Tánatos.

Gnosis, el cuarto estado de conciencia, Eros y Tánatos. 

Nos enseña el M. Samael que el cuarto estado de conciencia, es conciencia objetiva, es la conciencia de un Turiya, o el estado de Nous.

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conciencia
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Vigilia
Sueño
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Autoconciencia
Sueño profundo
Nous
Conciencia objetiva
Turiya


Se entiende que en cuarto estado de conciencia no puede existir engaño, falsedad, mentira, ilusiones vanas, de tal modo que uno debe de ser plenamente consciente de sí mismo, de lo que es su mente, su cuerpo, su alma, etc. para ello uno debe de haber pasado y trascendido el estado de Dianoia y haber ejecutado con claridad el tercer estado de auto-conciencia, igualmente conocerá la relación entre el estado fisiológico de vigila, del sueño, y el estado de sueños sin sueños. En el 4º estado de conciencia uno deja de soñar, y su actividad mental se simplifica actuando solo lo necesario y de forma lucida y clara pues dicha actividad surgirá de la mente interior, desde la misma conciencia superlativa del Ser. 


En el 4º estado de conciencia, uno puede ver lucidamente los sueños, aquello con lo que la gente y uno mismo se identifica y fascina, en dicho estado los sueños son disueltos en cada momento, en cada instante; pero no sucede así en las personas que aún siguen con su conciencia en estados inferiores, es decir que aún siguen identificándose, fascinándose y soñando. Las personas que aún no tienen conciencia objetiva viven en la ilusión, en sus ensueños, siguen distantes de su realidad. Los que sueñan tiene una imagen personal errónea de sí mismo, tanto en lo cotidiano como en lo espiritual, andan desubicados de su realidad, y lo lastimoso es que no son capaces de desprenderse de sus sueños, de sus ilusiones, de sus fantasías. 


Cuando se alcanza el 4º estado de conciencia, la realidad se convierte en una pesada losa sobre los sueños e ilusiones, que uno tiene sobre sí mismo y sobre todo lo que le rodea. Comprende que la realidad relativa es efímera, transitoria, que nada perdura y que nada se sostiene por sí mismo, salvo la verdad ultima y absoluta del Ser. Quien pretende llegar al 4º estado de conciencia de modo meramente intelectivo o racional, cae en el peligro de que la losa de la realidad, se con vierta en su lapida, puede caer en el nihilismo, puede pensar que todo es vano, ilusorio, y que nada vale la pena, cayendo en un hoyo o estado depresivo. La realidad que nos rodea debe de ser acompañada por la verdad, dicha verdad no es alcanzable por la mente intermedia, aquella mente con la que teorizamos, especulamos, discutimos, etc. como nos dice el M. Samael la mente intermedia no está preparada para experimentar la verdad. Por tanto, es imprescindible dar un salto de la mente intermedia a la mente interior, para experimentar la verdad y con ello la realidad. 


El 4º estado de conciencia es inalcanzable sin la actividad de la conciencia, y no puede existir conciencia sin amor, el amor es la fuente de toda luz, convirtiéndose el amor y la luz o sabiduría en las dos columnas que sostienen todo el templo del Ser. Gracias al amor podemos soportar y enfrentar la realidad y la verdad. En el 4º estado de conciencia comprendemos que todo funciona de modo interdependiente, así la vida se complementa con la muerte; nacer o crear se complementa con el morir, así Eros se complementa con Tánatos, el primero ama, crea, impulsa la vida, mientras que el segundo mata, elimina, destruye, etc. Para quien tiene el 4º estado de conciencia vive la realidad de Eros y Tánatos tal cual es, comprendiendo las dos fuerzas divinales, son las bases de nuestro propio universo. El Universo esta en continuo movimiento, naciendo y muriendo, construyendo y des-construyendo, mientras que un sistema solar nace otro está muriendo, mientras una galaxia surge, otra desaparece, etc. así nuestra existencia esta en continuo movimiento, donde surge una aurora por otro lugar llega el poniente. 


Quien sueña o no quiere ver la realidad, no se da cuenta que Eros y Tánatos estarán siempre en su vida, que son dos columnas de su realidad, Eros es el amor creativo, y Tánatos es la sabiduría de la muerte, a la que alude el M. Samael. En cuanto generamos un mínimo de apego o deseo por algo o por alguien, en este mundo caemos en la identificación, fascinación y sueño; y mientras sintamos deseo o apego el sueño de la conciencia persistirá, porque no vamos a querer ver la realidad de que todo es transitorio, de que todo es temporal, y que por tanto tenemos que aprender a crear sin desear, sin apegarnos a lo creado, sin aferrarnos a todo lo que nos rodea. Pero el hecho de que no nos apeguemos, no significa que lo sepamos valorar y apreciar, es más lo apreciaremos en su realidad más profunda, pues sabremos que cada persona ya sea amigo o enemigo tiene un tiempo limitado de existencia, por lo cual atenderemos con mayor agudeza a sus valores. 

La humanidad doliente estima mucho a Eros, por desgracia los convierte en producto de su deseo y ensueños, quimeras, ilusiones, etc. y desgraciadamente la humanidad rechaza a Tánatos el dios de la muerte, de donde la luz de la sabiduría surgirá gracias al propio amor. Amor y Muerte son dos aspectos de nuestra vida, de nuestro Ser, mientras no lo aceptemos en su plenitud no podremos tener conciencia objetiva. 

Alcanzado el 4º estado de conciencia se nos ofrece la sabiduría de la muerte como un regalo, que nos permite comprender como deshacer el dolor de la humanidad. Es un regalo que pocos quieren aceptar, pues requiere de un amor sin deseos, de un amor sincero, puro, sin apegos ni sueños, ni vanas ilusiones, este regalo es comprender y experimentar por sí mismo que el mismo dolor o sufrimiento es pasajero, es transitorio, es producto de nuestro propio sueño e ilusiones. De tal manera que en el 4º estado de conciencia no se deja uno arrastrar por su sueño, por sus deseos, por sus vanas ilusiones, y renuncia fácilmente a su propio sufrimiento; aunque su amor y su compasión le llevaran a sacrificarse, a auxiliar a la humanidad doliente, para que deje de padecer y sufrir, pues el dolor de la humanidad es producto de la inconciencia e ignorancia, producto de su falta de comprensión y auto-conciencia de sí mismo. 



Ocho versos para adiestrar la mente 

Pensando en que todos los seres sentientes
son aún más valiosos que la joya que colma los deseos, con el fin de alcanzar el supremo propósito,
pueda yo siempre considerarles preciosos. 

Dondequiera que vaya, con quien quiera que esté, pueda yo sentirme inferior a los demás y, desde lo más hondo de mi corazón, considerarles a todos sumamente preciosos. 

Que sea yo capaz de examinar mi mente en todas las acciones, y en el momento en que aparezca un estado negativo,
ya que nos pone en peligro a mí mismo y a los demás,
pueda yo hacerle frente y apartarlo. 

Cuando vea a seres de disposición negativa
o a los que están oprimidos por la negatividad o el dolor, pueda yo considerarlos tan preciosos como un tesoro hallado, pues son difíciles de encontrar. 

Cuando otros, impulsados por los celos,
me injurian y tratan de otros modos injustos, pueda yo aceptar la derrota sobre mí,
y ofrecer la victoria a los demás. 

Cuando una persona a quien he ayudado,
o en quien he depositado todas mis esperanzas me daña muy injustamente,
pueda yo verla como a un amigo sagrado. 

En resumen, que pueda yo ofrecer, directa e indirectamente, toda alegría y beneficio a todos los seres, mis madres,
y que sea capaz de
tomar secretamente sobre mí todo su dolor y sufrimiento. 

Que no se vean mancillados por los conceptos
de los ocho intereses mundanos
y, conscientes de que todas las cosas son ilusorias,
que puedan ellos, sin aferramiento, verse libres de las ataduras. * 

Chekawa

* Un día Chekawa escuchó a un discípulo de Langri Thangpa recitar los ocho versos del entrenamiento de la mente de su maestro. Lo que escuchó fue, Yo aprenderé a tomar la derrota y ofreceré la victoria a otros. Estas palabras lo afectaron tan profundamente que tomó la determinación de obtener las enseñanzas. Cuando supo que el autor de los versos ya había muerto, se empeñó en descubrir quién más era capaz de enseñarle. Chekawa entonces se enteró que Atisha era quien había introducido estas enseñanzas del Buda en Tíbet. Después de aprender acerca de los ilustres maestros del linaje la mayoría de los cuales ya habían muerto, Chekawa sintió un gran alivio cuando descubrió que Sharawa todavía estaba vivo. De acuerdo con la información que le fue dada, Chekawa viajó a un área llamada Zho al centro del Tíbet. Y ahí encontró al maestro Sharawa y se convirtió en su discípulo. Se quedó allí y estudió con su maestro espiritual durante seis años. Y después practicó durante trece años, hasta que todo rastro de egoísmo se había disipado. Ahora, un maestro del linaje Kadam con todo su mérito, Chekawa empezó a enseñar. 



Atentamente: 

Rafael Pavía    1/1/ 2017.

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