jueves, 7 de septiembre de 2017

Más allá de los dioses

Más allá de los dioses.

En la antigüedad y en diferentes culturas se asumía y se asume el hecho de que los mismos dioses podían encarnarse en este mundo, para los antiguos egipcios no solo el faraón era un dios encarnado sobre la tierra, al faraón se le podía considerar la encarnación del propio Horus, o de su Padre Osiris, pero también se encarnaban dioses como Anubis y diferentes jerarcas de la justicia, también se encarnaban dioses como Hermes, Isis, Nut, Hadit, etc., los dioses usaban sus vestiduras y máscaras para sus rituales, entonces el Dios Anubis se ponía su máscara de chacal para hacer sus oficios. En el budismo también se encarnan dioses, el Dalai Lama actual es la encarnación del Buda Avalokitesvara, pero son muchos los lamas que fueron encarnaciones de diferentes Budas o dioses, como Manjuri, Amitaba, Heruka, Tara, etc. Así en muchas otras culturas las divinidades venían a encarnarse sobre la tierra, en la india diferentes gurús han sido considerados encarnaciones de Visnú, etc.


La relación que los hombres establecen con las divinidades pueden variar, por ejemplo, los griegos asumían que sus héroes eran hijos de los propios dioses, mientras que en el cristianismo se nos ha inculcado que solo existe un hijo de Dios y este fue Jesucristo, siendo un sacrilegio pensar que pueda haber otros hijos de Dios. Bueno en el cristianismo se nos considera a todos hijos de Dios, pero porque somos sus criaturas, es decir hemos sido creados por Dios, pero ser la encarnación del hijo de Dios es una potestad única de Jesucristo; para los judíos el que Jesús asumiera ser hijo de Dios fue el mayor de los sacrilegios. Sin embargo, los gnósticos consideran que el hijo de Dios, Cristo puede encarnar en todo aquel que se prepare espiritualmente. Por tanto, vemos que hay diferentes modelos entre las diferentes culturas sobre la relación de los humanos con los dioses, por lo que las consideraciones sobre lo divino o la deidad son diferentes, cambia mucho el politeísmo al monoteísmo: En el monoteísmo la figura de un único dios se hace todo poderosa, como un supremo dictador entre los humanos y su ley es fuerte e inquebrantable; mientras que en el politeísmo la divinidad es más humana, más cercana a lo terrenal, por lo que su ley es más tolerante, pues en sus dictámenes pueden intervenir diferentes perspectivas, de los diferentes dioses y sus atributos.


Por tanto, nos debemos preguntar ¿qué relación tenemos o hemos creado con lo divino? ¿en qué medida somos conscientes de nuestra realidad humana y divina? Podríamos aceptar un monoteísmo politeísta, es decir un Dios todo poderoso con un sequito de divinidades subordinados y jerarquizados al Dios único. Quizás estos planteamientos se nos hagan complejos y difíciles, pero en ello esta la razón de nuestras vidas, en la vinculación, concepción y relación que establecemos entre lo divino y lo humano, pues en ello esta nuestra opción de Ser. ¿qué somos? ¿de dónde venimos? ¿hacia dónde vamos? Estas preguntas se vinculan a todo lo comentado, pues ¿cuál es la naturaleza de nuestro Ser? no es acaso humana y divina. En nuestro Ser esta todo contenido, en nuestro Ser esta la totalidad de todo lo existente, de todo lo manifestado, de todo lo creado, podemos preguntar ahora ¿cuál es el origen de los dioses? ¿de donde surgieron? ¿cómo se crearon los dioses? Y si nos referimos a un dios único ¿cómo surgió? ¿cómo es? ¿con que finalidad nos creó? ¿podemos incluir al dios único en nuestro Ser? la repuesta a la última pregunta es Si, pues si no se pudiera incluir al dios único en nuestro Ser, no podríamos ni concebirlo, ni imaginar, ni percibirlo. Todo absolutamente todo está incluido en nuestro Ser, de no ser así, no tendríamos opciones de concebir la creación, ni lo divino, ni lo humano. Por tanto, en nuestra autorrealización intima del Ser, es imprescindible comprender ¿qué somos? Y como nos relacionamos con todo lo que nos rodea, pero lo principal es relacionarnos consigo mismos, pues es el único modo de conocer nuestra realidad, y reconocer que es lo que realmente sabemos y lo que realmente desconocemos. ¿hay algo más allá de los dioses o de dios? La respuesta es Sí, para los teósofos es la Seidad*, para los hindúes es Sat, para los egipcios Nu, de donde surge Tum, para los gnósticos es el Agnostos Theos.


En nuestro Ser, se encuentra todo y en los orígenes del Ser encontramos lo innato, lo eterno, lo no nacido, la luz increada que siempre fue. En Nuestro Ser encontramos la unidad no dual, es decir la unidad que lo incluye todo y nada divide, ni separa o excluye. El Ser asume todo lo inmanifestado y lo manifestado, comprendiendo que toda creación o manifestación ya sea divina o humana, surge de su propia naturaleza o realidad. Nada se le puede escapar al Ser porque todo lo incluye, así incluye: lo perfecto y lo imperfecto, lo eterno y lo temporal, la virtud y el pecado, la sabiduría y la ignorancia, el equilibrio y el caos. Todo lo incluimos en la escalera maravillosa del Ser y sus diferentes niveles; en el Ser incluimos el amor y la sabiduría y con ello debemos asumir nuestra ignorancia y nuestra falta de compasión, pues el Ser todo lo incluye. Por ello es importante observar cómo nos relacionamos consigo mismos, que capacidad tenemos de recordar lo que somos, esto es la capacidad del recuerdo de sí mismos. Con ello aprenderemos a ver lo divino y lo humano, aprenderemos a ver quién es Dios o los dioses, aprenderemos a ver al hijo de Dios. Y con ello aprenderemos a ver cómo nace, como vive, como muere y como resucita el hijo de Dios, ya que todo se encuentra en nuestro Ser.


En el Ser podemos encontrar nuestros demonios y nuestros dioses, podemos encontrar al diablo y a Dios, así podemos sentir miedo por el diablo y ese miedo es algo que nosotros hemos forjado, creado y sustentado; podemos sentir temor de Dios, ese temor puede verse como respeto ante su grandeza, o como un temor ignorante por el miedo a los castigos que Dios todo poderoso nos puede infligir, una cosa y otra la concebimos, creamos y sustentamos nosotros mismos, por ello es imprescindible el recuerdo de sí mismo. En este recuerdo de sí mismos, deberemos realizar una revalorización continua del Ser, en tal revalorización debemos descubrir que es lo que sabemos y que es lo que ignoramos sobre nosotros mismos, sobre nuestro Ser, sobre nuestra capacidad de Ser y saber.

En nuestro Ser encontraremos todo lo que consideramos externo e interno, en él encontraremos lo que consideramos macrocósmico y microscósmico, en el Ser esta lo de arriba y lo de abajo, en el Ser esta el cosmos y el caos. Siendo lo trascendental del Ser y su autodescubrimiento regresar a sus orígenes al Ser de Ser, a lo que siempre fue, es y será. Más allá de los dioses encontramos al Ser innato y su gnosis perene.



Atentamente:

Rafael Pavía.                                          7/9/ 2017.


*Seidad: (Be-ness, en inglés) Término inventado por los teósofos para expresar de una manera más exacta el significado esencial de la intraducible palabra Sat. Esta última voz [sánscrita] no significa "Ser", porque presupone un sentimiento o alguna conciencia de existencia. Pero como el término Sat se aplica únicamente al Principio absoluto, a la Presencia universal, desconocida y siempre incognoscible que el panteísmo filosófico postula en el Kosmos, denominándolo base radical del Kosmos y el Kosmos mismo, la palabra "Ser" no era adecuada para expresarlo. En efecto, la voz Sat no es siquiera la "Entidad incomprensible", como traducen algunos orientalistas, puesto que no es una Entidad ni tampoco una no-Entidad, sino ambas cosas a la vez. Es, segun se ha dicho, absoluta Seidad, no Ser; el Todo único, sin segundo, indiviso e indivisible; la Raíz de la Naturaleza visible e invisible, objetiva y subjetiva, que ha de percibirse por medio de la más elevada intuición espiritual, pero que jamás debe ser plenamente comprendida.



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