miércoles, 1 de febrero de 2017

La mente de los Dioses

La mente de los Dioses.

En nuestro anterior articulo comentamos sobre la relación del verbo con Dios, recordando el evangelio de Juan, que empieza diciendo:

“En el principio era el verbo y verbo y Dios eran uno y por Él fueron hechas todas las cosas”.

Expusimos en el anterior articulo la relación entre el verbo y Dios, comentando también que el verbo, la palabra tiene dos aspectos el sonido y la idea; siendo la idea la que daría contenido al verbo, para que la palabra cristalizara en forma. Así toda forma, toda creación se sostiene en una idea y en una mente. ¿cuál y como es la mente de los Dioses? La mente universal es la primera respuesta que se nos viene, sabiendo que será nuestra mente interior la que nos conectar con la mente universal.


Nuestra mente interior nos da opción a conocer la mente universal, pues nuestra mente interior se activa con la conciencia superlativa del Ser, y esta conciencia en apariencia individual, nos conectara a su vez con la conciencia cósmica que activa la misma mente universal. Nuestra conciencia pertenece a la conciencia cósmica, por ello nos podemos sentir unidos a todo el cosmos.

Así vamos uniendo el verbo, la mente, la conciencia, la energía y la forma o materia, todo en una unidad. Hay que comprender que la visión de la mente intermedia siempre será dual, por lo que el ego o yo, siempre utilizará la mente intermedia para seguir en su condición separatista. En cambio, la visión de la mente interior vendrá de la conciencia y por ello será una visión “no dual”, “no separatista”, por tanto, es una visión unitaria. Donde existe el “yo”, existe el “tu” y a mayor yo, mayor tú.

Así que, dependiendo de cómo utilicemos la mente tendremos una visión u otra. La mente de los Dioses, no puede ser una mente confusa, ignorante, inatenta, dispersa, caótica, etc. como es la mente de los humanos condicionados por su ego o yo. La mente de los Dioses es lucida, atenta, comprensiva, flexible, omnisciente; la cualidad de la mente de los Dioses es semejante a la mente universal. La mente divina es contemplativa no dual, contempla lo pasivo y lo activo, el movimiento y el reposo, lo de fuera y lo de dentro, etc. La mente divina ni condena y ni justifica, comprende. La mente divina es inclusiva lo incluye todo lo bueno y lo malo, el día y la noche, la sabiduría y la ignorancia; La mente contemplativa no dual, lo contempla todo, como si la mente fuera un espejo, donde surgen todo tipo de imágenes, sin que el espejo pueda ser afectado. La mente Divina observa todo lo que sucede en el reposo y la actividad, observa lo bueno y lo malo sin condenar ni juzgar, procurando ver lo real, lo auténtico de esas formas, de esas imágenes, de la actividad, etc. comprendiendo el fondo real de lo que sucede y es; resultando que el fondo, la base, la realidad de los hechos, imágenes o formas surgen de la propia mente, por lo que lo observado y el observador son uno. 


Siendo la mente toda una unidad que incluye lo activo y pasivo, lo creativo y lo destructivo, toda ilusión de separar observado de observador es un error. La mente universal o divina lo incluye todo, nada separa, por aquello que el ego quiere separar porque le agrada o desagrada, lo acepta o lo rechaza es una traba para vernos tal cual somos, desde lo más bajo a lo más elevado desde lo material a lo espiritual. La condición del ego nos hace identificarnos en un sueño ilusorio sobre lo que es agradable o bueno y lo que es desagradable y malo estableciendo una lucha sin fin, intentando corregir lo bueno de lo malo y lo malo de lo bueno, ya bien cayendo en el puritanismo, o dejándose llevar lo el libertarismo. La cuestión es que el ego ignorante se mueve en círculos sin parar corriendo detrás de la satisfacción y huyendo de la insatisfacción. La mente divina trasciende la dualidad comprendiendo que tanto el observador como lo observado son uno, y desde la contemplación deja de identificarse con lo dual, con el yo que pretende separar lo observado del observador, pues el yo es el que pretende dar realidad a todo lo que acontece en la mente, tanto lo que la mente proyecta como lo que recibe, el yo se confunde pensando que son cuestiones diferentes, pero para la mente interior, o mente divina, lo exterior e interior son dos aspectos de la misma mente, tanto lo que se proyecta como lo que se recibe son producto de la misma mente. Así el filósofo E. Kant citado por el M. Samael nos decía que: “todo lo exterior es interior”, pues la mente no puede ver más de aquello que ya contiene. El Por ello que Platón decía que el conocimiento consistía en recordar, pues efectivamente en la medida que hacemos conciencia de sí mismos, recordamos con claridad que somos y que es la mente.


A lo dicho hay que añadir que cuando somos conscientes de sí mismos, lo que significa que despertamos la conciencia ante la gran realidad o lo que es la mente universal, ello implicara sentir y percibir la unidad que todo lo sustenta, esto es el amor y su compasión; solo acercándonos a la unidad o el amor, podemos conciliarnos con la conciencia cósmica o el Cristo. Por tanto, la mente divina actuara según los principios del amor y la unidad, de ahí surgirán las demás virtudes, belleza, justicia, libertad, igualdad, humildad, valentía, etc. 

Hablar del verbo divino, significará hablar de la mente divina, si no somos capaces de adentrarnos a lo profundo de nuestra mente o mente interior, entonces estamos condenados a ignorar la realidad profunda de nuestra propia mente, permaneceremos en la ignorancia, creyendo que lo exterior es diferente a lo interior, y que el yo tiene alguna realidad concreta pues nos diferenciamos entre lo exterior y lo interior, entre tú y yo, entre arriba y abajo, etc. La diferencia entre el yo y el Ser, estriba en que el yo no es capaz de reconocer la realidad de su mente, pues en su ilusión siempre crea diferencias, separaciones, fronteras, sesgando la realidad a su conveniencia; en cambio el Ser conoce plenamente la realidad de la mente, comprende que todo está y surge del Uno, sin poder salir ni entrar pues todo es y está en la única mente; es decir que el Ser puede reconocer plenamente la realidad fatua del “yo” con plena claridad, porque ese mismo ego se encuentra incluida en la mente uní-total, el Ser y su unidad no excluye al “yo”, y por ello lo comprende y sabe diluir la ilusión ignorante del ego. Con ello podremos ver cuán diferente es la visión de la mente intermedia y la visión de la mente interior.


Si alguna divinidad se identificara con su orgullo, caería en la fantasía e ilusión de su propia mente, con el consecuente peligro de separarse de su realidad innata de su propio Ser. Alejándose del propósito universal de la creación, creando y marcando separaciones, distancias, disociaciones, segregaciones, etc. subyugándose a sí mismo alejándose de la luz del Ser y perdiendo el sentido real de unidad y amor. Por ello los dioses deben de ser humildes, y a propósito de la humildad, esta es capaza de reconocer su ignorancia, por lo que la sabiduría de los dioses incluirá humildad e ignorancia, pues la sabiduría del Ser es todo incluyente hasta la misma ignorancia, este aspecto le resulta incomprensible a la mente dualista o intermedia, pero la mente divina lo comprende. Esta sabiduría-ignorante es necesaria para que la soberbia u orgullo no tengan fundamento, he ahí la sabiduría del Ser.


Mientras no despertemos a la realidad profunda de la mente, seguiremos dormidos e ignorantes. En el principio era el verbo y el verbo era uno con Dios y por él fueron hechas todas las cosas; por lo que nada puede escaparse o salirse de la mente que formo este universo. 

Aún nos queda mucho por comprender y decir sobre la mente divina, ahondaremos en ello …

Atentamente:

Rafael Pavía. 1/2/2017.






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