miércoles, 13 de diciembre de 2017

Dios en mí, dios en nosotros, dios en todo

Dios en mí, dios en nosotros, dios en todo.

Dios en mí, es el reencuentro con mi Intimo; el Intimo es quien nos conecta con el “Uno, la Ley y el Padre”. Para ello debemos comprender y organizar en nosotros al alma humana y el alma espiritual, es decir comprender, crear y organizar, nuestros cuerpos existenciales y nuestra conciencia o Budhi. En esta fase nos centramos en el sí mismo, buscamos la presencia o conciencia de sí. Con el Intimo conectamos con nuestra individualidad sagrada.

Dios en nosotros, es la unión con el Padre, con el Keter de la cábala; Él es el Padre nuestro que está en los cielos, es el creador, es aquel que está por encima de cualquier individualidad y nos unifica a todos bajo su amparo. Para llegar al Padre hay que morir en el “ego” y su visión egocéntrica. Llegados al Intimo, la mística o el camino del bakty-yoga nos permite adquirir la humildad, la reverencia, la sumisión, la disciplina, el respeto, la fidelidad, etc., poniéndonos en orden con el sacrificio de sí mismo, la devoción, el amor por nuestros semejantes, etc. situándonos bajo la tutela del Padre creador.


No podemos llegar a “dios en nosotros”, si previamente no alcanzamos a “dios en mi”, pues aquí nos encontramos con el conflicto del dios externo y el dios interno. Dios nuestro es en principio un dios social; nos encontramos ante un dios colectivo, que es el dios creador que a todos nos hizo a semejanza suya, y por otro lado tenemos nuestro dios íntimo, el interior. Aquellos que solo practican la devoción y adoración al “dios nuestro”, olvidándose de su dios íntimo, no pueden llegar a la verdadera comprensión de lo divino dentro de uno mismo. Las personas que solo adoran al “dios nuestro” olvidan a su íntimo, anulando la posibilidad de comprender ¿por qué Dios nos hizo a semejanza suya? El ser hechos a semejanza del creador implica que podemos ser dios o dioses. Pero para poder encontrar la respuesta a la semejanza con dios, debemos de encontrar a nuestra divinidad interior, es decir a nuestro Intimo, a nuestro Atmán o Chesed de la cábala, al “Dios en mi”.

Para llegar a “Dios en nosotros”, para poder llegar al “Padre nuestro” que en principio se presenta como un dios colectivo, un dios de todos, por tanto, un dios externo a nosotros, tenemos que buscarlo dentro, y no solo fuera. Solo si lo buscamos en nuestro interior, en nuestros adentros, podremos realmente encontrar la verdad del Padre, para eso vino el Cristo, para mostrarnos el camino de la divinidad interior, para que en principio lleguemos a nuestro Intimo y desde nuestra individualidad sagrada lleguemos al Padre; entonces comprenderemos porque nos hizo semejantes a Él.


Para llegar al Padre y alcanzar su perdón, debemos ser humildes, morir en sí mismos, sentir devoción, amor, fidelidad al Padre mediante su hijo, quien nos dijo: “Amaros los unos a los otros, como yo os he amado”. Debe nuestra individualidad, obediencia y sumisión al Padre, esta es la disciplina mística, donde el objetivo es debilitar al ego hasta eliminarlo; de modo que seremos perdonados en la medida en que nosotros amemos a nuestros semejantes como Cristo nos amó a nosotros.

Es el mismo Cristo quien nos muestra mediante el Pistis Sophia, la verdad profunda del Ser, mostrándonos a “Dios en Todo”, es decir la totalidad o talidad, este es el Ser en su plenitud, el Ser absoluto. “Dios en todo” es “unidad no dual”, esto significa que en el Ser Absoluto no hay “tú ni yo”; mientras que en el Padre creador o dios manifestado existe la unidad dual, es decir se manifiesta la dualidad: lo exterior e interior, lo activo y lo pasivo, el día y la noche, arriba y abajo, etc.


Hemos visto que puede existir un conflicto entre el dios exterior e interior, entre el “dios en mi” y el “dios nuestro”, conflicto que solo podemos superar si reconocemos a nuestro Intimo o individualidad sagrada, que nos llevaría al Padre. Bien ante el “dios en todo” o el Ser absoluto y el “dios en nosotros” el Padre creador, también se crea un conflicto, este conflicto se produce entre la “unidad no dual” y la “unidad con dualidad”. De este modo, más allá de toda dualidad define el M. Samael al Ser absoluto:

“Aquello” ¿es Espíritu? En verdad os digo que no lo es. “Eso” ¿es Materia? ciertamente os digo que no lo es.
“Aquello” es la Raíz del Espíritu y de la Materia, mas no es ni lo uno ni lo otro.
“Aquello” trasciende las leyes de número, medida y peso, lado por lado, cantidad, cualidad, ante, atrás, arriba, abajo, etc.
“Aquello” es lo inmutable en profunda abstracción Divinal, Luz que jamás ha sido creada por ningún Dios ni por ningún hombre, eso que no tiene nombre.

                                  Tarot y Cábala. Samael Aun Weor
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Cristo en el Pistis Sophia nos muestra al Ser Absoluto, al “Dios en Todo”, pues siendo el origen primordial de él surge la inhalación y la exhalación, el día y la noche, lo pasivo y lo activo, lo lunar y lo solar, etc. pero ni es lo uno ni es lo otro, porque es totalmente incondicional, no está sujeto a la manifestación ni a la inmanifestación, no está condicionado por lo pasivo ni por o activo, etc. Sigue definiendo el M. Samael al Ser absoluto del siguiente modo:

<Brahama es espíritu, pero “Aquello” no es espíritu. Ain, el Inmanifestado, es Luz Increada.

El Absoluto es la Vida Libre en su movimiento, es la Suprema Realidad, Espacio Abstracto que sólo se expresa como Movimiento Abstracto Absoluto, Felicidad sin límites, Omnisciencia total. El Absoluto es Luz Increada y Plenitud Perfecta, Felicidad Absoluta, Vida Libre en su movimiento, Vida sin condiciones, sin límites.

En el Absoluto pasamos más allá del Karma y de los Dioses; más allá de la Ley. La Mente y la Conciencia Individual sólo sirven para mortificarnos la vida. En el Absoluto no tenemos Mente ni Conciencia Individual. Allí somos el Ser Incondicionado, libre y absolutamente feliz.

El Absoluto es Vida Libre en su movimiento, sin condiciones, sin limitaciones, sin el mortificante temor de la Ley, vida más allá del Espíritu y de la Materia. Más allá del Karma y del dolor.>

                                   
                             Tarot y Cábala.   Samael Aun Weor.

Por lo dicho, puede existir el conflicto entre el “dios en nosotros” y el “dios en todo”, conflicto que puede superarse, si dejamos la dualidad de la mente intermedia, donde el ego aprovecha la propia dualidad para hacer uso de la “herejía de la separatividad”, manteniendo un “tú y un yo”. El ego siempre será dual, como la mente intermedia, y mientras mantengamos la presencia del Ser solo en lo creado o manifestado, el riesgo de estar condicionado por la dualidad persistirá; por tanto, nos podemos sentir separados del íntimo, también del creador, pues el ego suele sentirse separado de todos y de todo. Mientras que en el Ser absoluto: “no tenemos Mente ni Conciencia Individual”. En “Dios en todo”, en la “Talidad” no existe separatividad, no existe el “tú y el yo”, en el Ser Absoluto estamos bajo el amparo de la “unidad no dual”, allí la luz es increada e ilimitada, puesto que no está la luz condicionada por nada ni nadie, esa es la naturaleza que Cristo nos devela en el Pistis Sophia.



Mucho más podemos inquirir sobre el Ser Absoluto, tan solo debemos de dejar la mente intermedia y nuestra logia racional a un lado, para abrir nuestra mente interior con su lógica intuitiva.

Atentamente:

Rafael Pavía.                      13/12/2017.


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