viernes, 7 de abril de 2017

La Gnosis del Tiempo: Lo eterno y lo temporal, en el momento justo.


La Gnosis del Tiempo:
Lo eterno y lo temporal, en el momento justo.

Cronos

En la antigua Grecia tenían tiempo para reflexionar y reflexionaron sobre el tiempo y sus dioses. Principalmente tenían dos dioses importantes del tiempo Cronos y Aión, a este último adoraron los antiguos gnósticos; los griegos tenían un tercer dios del tiempo, que era un dios menor, pero que podía cambiar todo el destino, este era Kairós, este dios se representaba con un solo mechón de pelo, siendo el resto calvo, tenía alas en los pies y portaba una balanza en sus manos.



Cronos hijo de Gea la tierra y de Urano el cielo dominaba el tiempo que transcurre, esto es el pasado, el presente y el futuro, sin embargo, el presente siempre se mostraba fugaz pues el domino de Cronos residía en el transcurso, por lo que el pasado y el futuro le restaba importancia al presente. Actualmente el presente en nuestra forma de vida es aún más efímero y fugaz.

Aión (de donde viene del inglés aeon, o del latín eon, que designan periodos de tiempo enormes) era el tiempo eterno, es decir aquel tiempo que no transcurre. A Aión se le representaba de forma dual como niño y como anciano, indicando que en él se unía pasado y futuro en un eterno presente, Aión es lo inmutable.


Kairós era el momento justo entre lo eterno y lo temporal. A Kairos se le tenía que coger de su mechón con rapidez, pues el momento justo y oportuno se escapa sin dejar rastro. Con kairós debemos aprender a vivir el aquí y ahora, el momento, cada instante para que ninguna oportunidad se nos pueda escapar. La oportunidad de cambiar nuestro destino marcado por la mecánica celeste, donde hallaremos una primera esfera temporal dominada por Cronos, donde los planetas se mueven y marcan los ciclos repetitivos del tiempo. Más allá encontraríamos una segunda esfera regida por Aión donde las estrellas del firmamento están fijas y parece que el tiempo no transcurre. Fue el mismo filosofo Platón quien promociono la idea de los sempiterno, es decir aquello que nace o es creado y que aparentemente nuca tiene fin, pero lo sempiterno no es lo mismo que lo eterno, lo eterno es atemporal, ni tiene principio ni fin. Los gnósticos, sobre todo los valentinianos adoptaron estas ideas sobre las esferas, como se ve en su libro del Pistis Sofia.


Se plantea en la filosofía, la antropología, la teología, y cosmología de los gnósticos primitivos de los primeros siglos del cristianismo hallar la verdad, pues como dijo Cristo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Para los gnósticos la verdad autentica no podía ser cambiante, no podía ir cambiando al mismo ritmo que cambia y se transforma la realidad cotidiana. La base de la auténtica verdad o verdad absoluta, tenía que trascender la verdad relativa, esa verdad de lo cotidiano o de lo mundano; por lo que la verdad absoluta debería estar por encima de lo transitorio, de lo temporal y de lo efímero. Los gnósticos encontraron las ideas del tiempo y lo eterno entre los filósofos griegos, atendiendo la idea de las dos esferas la primera de cronos con su tiempo transitorio formado en el movimiento de los planetas de nuestro sistema solar; y la segunda esfera regida por Aión situada en el firmamento con las estrellas fijas, principalmente por las constelaciones zodiacales.


La doctrina gnóstica descrita por los valentinianos en el libro del Pistis Sofia, es que Cristo se elevaba por el firmamento, pasando de una esfera a otra, hasta llegar a los mismos Aeones, regidores, arcontes, etc., donde se incluye toda la creación y formación. Toda la creación o cosmología era semejante, idéntica a la antropología, es decir que todo lo contenido en el cosmos estaba contenido en el hombre; como también se inscribió en el templo de Delfos en Grecia el: “Hombre conócete a ti mismo y conocerás a los hombres y a los dioses”.


Cristo asciende desde el mundo físico-material (hílicos), pasando por el mundo psíquico, para llegar al mundo del pléroma; los gnósticos eran los llamados pnemunaticos o espirituales, que recibían el Don o la gracia de descubrir la verdad absoluta. Aquella verdad que es atemporal, que se allá en nuestros orígenes, en el ser del Ser.

Atentamente:

Rafael Pavía. 7-4-2017,

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