Es habitual entre los que no han practicado la meditación, confundir los pensamientos con la mente. Los pensamientos si surgen de la mente, pero en realidad todo surge de la mente, por ello es un error de base creer que los pensamientos son en sí mismos la mente. De la mente surge todo, así es enseñado en las enseñanzas Hermes Trimegisto, donde se dice eso mismo que “todo es mente”, así lo confirman también las enseñanzas orientales tanto el budismo, como el gnama-yoga, como la filosofía vedanta-advaita, y para algunos griegos Nous* era la mente divina de Dios.
La conciencia no conceptual es aquella que, en el silencio, es decir sin identificarse con la actividad psíquica y física, situándose más allá del cuerpo, los afectos y la mente ordinaria, puede percibir la propia naturaleza de la mente interior del individuo, a semejanza de la mente universal. Es decir que en la meditación podemos llegar a comprender como se gesta nuestra propia creación, como nosotros mismos formamos nuestro universo, por ello se dice: “tal como es arriba es abajo y tal como es abajo es arriba”. Cuando nosotros nos sentimos separados de la creación y buscamos una respuesta al misterio de nuestra vida y a todo lo que nos rodea, empezamos a formular teorías y conceptos, mediante la especulación intelectiva, cuando nos creemos que lo pensado y razonado es lo verdadero, entonces caemos en un grave error. Caemos en la cárcel y limitaciones de aquello que nosotros mismos hemos creado con nuestros pensamientos, dice el M. Samael:
“La verdad es lo desconocido de momento en momento, nuestras mentes deben de estar siempre alertas en plena atención, libres de prejuicios, preconceptos, a fin de ser realmente receptiva”.
Cada vez que nosotros prestamos atención o nos identificamos con nuestros pensamientos y toda nuestra actividad psíquica, creamos un dualismo, una separación entre la realidad y nuestra forma de ver el mundo o a nosotros mismos. Por ello dicen todas las tradiciones del saber gnóstico que la conciencia ordinaria es dual y por ello estamos dormidos y por ello creamos una realidad fantástica ajena a la realidad universal. Cada vez que nos identificamos con nuestros pensamientos, sean estos buenos o malos creamos una dualidad, una herejía que nos separa de la conciencia universal; es como si nos fuésemos aislando con nuestra particular visión del mundo, como el arquitecto que prefiere vivir en su cárcel.
Los que carecen de practica meditativa, no pueden distinguir la dualidad que les produce el ego, no pueden darse cuenta de que sus pensamientos y sentimientos los excluyen de la realidad de su entorno. La única opción posible de evitar el dualismo separatista del ego, es reconocer que nosotros no somos nuestros pensamientos. Hay que darse cuenta de que todo lo que pensamos y sentimos surge de la mente, pero no es la mente en sí. Nuestra mente es insondable, tan profunda como el vasto espacio de los cielos, poseyendo la misma y propia naturaleza que la mente universal. Por tanto, creer que uno es lo que piensa de sí mismo, es un error imperdonable. Uno nuca puede ser lo que piensa sobre sí mismo, uno no puede ser un simple pensamiento o pensamiento, por malo o bueno que sea ese pensamiento.
La conciencia no conceptual, es libre, y se encuentra en consonancia con la mente y el espacio universal. Sin embargo, la conciencia atrapada en el ego, queda atrapada en el dualismo, creyendo que lo que pienso y creo de mí es lo real; entonces el ego nos separa de nuestra propia realidad, de la realidad autentica del Ser. Al ego le resulta un imposible comprender la naturaleza no dual del Ser, porque el ego necesita sentirse separado del todos y de todo, el ego cree en su realidad y que es la única que le vale, el error del ego es creerse lo que piensa y siente sobre sí mismo; esa es la cárcel de los dormidos, que piensan sobre sí mismos diciendo: yo soy un fracasado, yo soy un inútil, yo soy bueno, yo soy malo, yo soy un santo, yo soy un demonio, etc. La realidad es que el yo es una ilusión, así como los pensamientos también son ilusiones, que van y vienen; y nosotros vivimos en un mudo de “Maya” o de ilusión, porque no nos proponemos descubrir nuestra verdad, esa verdad que se encuentra en el espacio de la conciencia no conceptual. La conciencia no conceptual, es una conciencia en el estado del vacío, sin limitación, sin condicionamientos, abierta, no dual.
Cuando los que no meditan creen que sus pensamientos son permanentes, basta con que se pongan a meditar y se pongan frente a sus pensamientos con la intención de observarlos concienzudamente, entonces observaran como los propios pensamientos se disuelven ante una atención consciente dirigida hacia ellos, entonces se darán cuenta de lo efímeros y volátiles que son en realidad los pensamientos.
Cuando pedimos luz y más luz, no confundamos los pensamientos con esa luz que viene de la conciencia no conceptual.
Atentamente:
Rafael Pavía. 30/07/2017.
*Nous: En la filosofía griega hay dos líneas de interpretación de esta palabra: una recoge el sentido originario del término Noûs como facultad de reconocimiento inmediato, directo, de una realidad, y otra lo identifica con la mente suprema o Dios. Aristóteles es el más claro representante de la primera línea al defender la distinción entre el pensamiento noético o comprensión directa de los primeros principios del conocimiento, y el pensamiento dianoético o discursivo basado en el razonamiento a partir de dichos principios. Por el contrario, Anaxágoras defiende la segunda línea (Noûs como mente ordenadora). Anaxágoras consideró que existe una realidad inmaterial dotada de conocimiento y voluntad que dirige el comportamiento de todas las cosas naturales y que en cierto modo se puede identificar con Dios. Este punto de vista introduce explicaciones finalistas del cambio natural. La tradición filosófica recogió la idea (pero no el término Noûs) de un ser supremo que ordena y dirige el mundo en función de un plan, y la encontramos en Platón, Aristóteles y todo el pensamiento cristiano.
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