La verdad no dual

La verdad no dual

Ser conscientes de lo que somos nos sitúa entre dos espacios, el espacio exterior y el espacio interior; es decir el mundo exterior que percibimos y el mundo interior que descubrimos por nuestros pensamientos y sentimientos, etc. Pero la verdad es que no existen esos dos espacios como dos espacios divididos; como diría el Maestro S.S. Sivananda: el espacio interior de una botella y el espacio exterior, son el mismo espacio. Cuando nosotros planteamos el hecho de que fuera de nosotros, en el mundo exterior, existen infinidad de cosas que no conocemos, en realidad lo que no percibimos fuera de nosotros, es porque tampoco lo hemos percibido o descubierto en nuestro interior. Si en nuestro mundo interior, descubrimos aspectos aun no develados, esos mismos aspectos descubiertos dentro se podrán entonces percibir fuera de nosotros, ya que el espacio es Uno e infinito.

Cuando la conciencia es dividida en una dualidad se confunde, y cuantas más divisiones más confusión, por desgracia lo hemos dividido y separado todo; a la humanidad en razas, castas, clases sociales, ricos y pobres, cultos e ignorantes, etc., la geografía la hemos dividido como nos ha parecido poniendo fronteras y fronteras, países y más países, todo ello con la idea de separarnos unos de otros; todo ello lo genera la conciencia dual o separatista, que siempre tiende a dividir más y más. Pero por ejemplo la línea que hay entre el mar y la tierra, en realidad no los separa sino, que los une; otra cuestión es que cuando nos referimos a una figura cóncava, al mismo tiempo tenemos una figura convexa, pero solemos quedarnos con la figura que nos interesa sea la cóncava o convexa, separando la realidad de que los dos espacios o formas siempre estarán unidos.

La dualidad psicología es producto de nuestro ego, el yo siempre tiende a sentirse separado de todos y de todo; el yo dentro de un bosque jamás se integrará, pues siempre se sentirá separado de lo que percibe a su alrededor. En realidad, lo percibido, lo sentido y lo pensado, aunque lo separemos en partes finalmente viene a afectar al que percibe, al que siente y al pensador que es uno mismo. Y si no hubiera quien percibe no habría percepción, y si no hubiera sintiente no habría sentimiento, y si no hubiera pensador no habría pensamiento; la cuestión es que el que percibe, el que siente y el que piensa es uno, aunque nosotros podamos pensar que son diferentes el que percibe, el que siente y el que piensa, en definitiva, todo se centrara en uno mismo. Mientras el ego lo divide y complica todo, separándolo todo, la conciencia de unidad no dual, lo integra todo, esta facultad de integrar proviene de la propia conciencia unitaria, pues, como la misma conciencia cósmica todo es y está integrado por el Amor. Esta conciencia integradora e incluyente, es y pertenece a la totalidad del Ser, esta es la propia conciencia Cristo.

Volviendo al espacio interior y exterior, solo cuando lleguemos a integrar la realidad profunda del Ser, que suponemos interior, con la realidad del mundo que suponemos exterior, podremos entonces, comprender todo el misterio de nuestra existencia. Cuando venimos al mundo, cuando nacimos y nuestra madre nos dio a luz, nada había separado de nosotros mismos, todo pertenecía a nuestra misma realidad, en la medida que crecemos y nos hacen ver un mundo ajeno a nosotros, nos vamos convenciendo de que todo está separado de nosotros, mientras tanto nuestro ego se hace grande y se distancia de esa realidad única que todo lo incluía. Por ejemplo, en nuestra inocente infancia no existía diferencia entre los padres externos e internos, todos eran uno, esto se evidencia en el amor filial-paterno-materno de la etapa inocente del infante. Ya de adultos pretendemos buscar de nuevo esa unidad primordial, pues hemos hecho una separación radical entre el mundo exterior e interior o los padres externos e internos, siendo la verdad que si hubiera conciencia real, conciencia Cristo, no existiría diferencia entre los padres externos e internos; pues la supuesta perfección de los Padres internos que los padres externos no tienen se disuelve, en la propia conciencia Cristo que en su sabiduría integra lo perfecto e imperfecto sin separarlo, sin rechazarlo, el Cristo no despreciara a los padres físicos por ser imperfectos, poniéndose a apreciar sin paragón a los padres internos. Es ridículo pretender amar a los padres internos y no amar igualmente a los padres externos y a toda la humanidad por igual de modo ecuánime, universal, sin diferencias, sin fronteras, sin separaciones. Sería absurdo solo amar a lo perfecto y rechazar a lo imperfecto, esa visión es inviable para el Cristo. Si el Cristo solo amara lo bueno y rechazara lo malo, entonces crearíamos el mismo mundo actual, que está dividido entre buenos y malos, o perfectos e inperfectos.

La verdad no dual, es unidad, integración, inclusión, amor ecuánime e incondicional, estos aspectos en realidad deben de ser descubiertos en uno mismo, si queremos primero dentro y luego fuera o da lo mismo primero fuera y luego dentro, porque si realmente surgen esas cualidades de la verdad no dual, se manifestarían tanto dentro como fuera de nosotros. Tengamos muy presente que no es nuestro ojo, el que ve el mundo externo, es nuestro cerebro quien representa el mundo externo, pero tal representación del mundo externo se manifiesta gracias a la mente. Y como afirman lo neurobiólogos contemporáneos como es el caso de Francisco J. Rubia, mente y cerebro son uno, pues como decíamos lo percibido y el perceptor son uno. La idea de los neurobiólogos por unir cerebro y mente ha sido dada para poder avanzar en sus investigaciones y comprensión de la propia neurobiología, pues el dualismo mente-cerebro solo generaba un bloqueo a la hora de poder comprender la realidad, así dice Francisco J. Rubia:

“Rubia explica que el hallazgo más importante en el campo de la neurociencia ha sido el de la superación del dualismo cerebro-mente. Por otro lado, señala que hoy conocemos también el papel del hipocampo en la memoria, que el cerebro no es una tabla rasa, sino que nace ya con conocimientos adquiridos; y que las enfermedades antes llamadas “anímicas” tienen un sustrato neurobiológico.

Y sigue más adelante en la entrevista:

considero que lo más importante que ha ocurrido en el campo de la neurociencia es la superación del dualismo cerebro-mente – o cuerpo-alma –, lo que ha permitido que con métodos científico-naturales se traten temas que tradicionalmente pertenecían a la teología o filosofía, como la realidad exterior, el yo, la libertad o la espiritualidad”.

Revista: “Entrevista 21” entrevista a Francisco J. Rubia (26 de Julio 2008).

Es alentador que la neurobiología vaya llegando a la conclusión que los grandes místicos de todos los tiempos descubrieron, la realidad de que el mundo y uno mismo son Uno. Así dice S.S. Sivananda:

“Contempla la vida como un todo. Ten una visión amplia de la vida. Toda la vida es una. Toda vida procede de Brahmán, lo Absoluto, que es la única realidad. El Señor respira en toda la vida. Todo es una misma cosa. El mundo es un solo hogar.

Todos somos miembros de una misma familia. La creación entera es un todo orgánico. Ningún hombre es independiente de ese todo. El hombre se hace a sí mismo miserable separándose de los demás. La separación es muerte. La unidad es la vida eterna”.

Regresando de nuevo al espacio exterior e interior, resulta extraordinario poder experimentar la verdad no dual, comprendiendo que uno mismo es Brahmán, que uno mismo es la totalidad del Ser, que experimentando a quien es el experimentador en toda su dimensión y profundidad vemos que el Uno todo lo crea y sostiene. Lastimosamente nuestra conciencia puede caer en el sueño de la dualidad separatista provocada por el ego, quien es el primer interesado en sentirse separado de todos y de todo, creando una compleja y laberíntica forma de ver el mundo.

Seguiremos en otros artículos hablando de la verdad no dual, pues es el eje que nos permitirá obtener la completitud del Ser.

Atentamente:

Rafael Pavía.                                                         03/08/2017.