Pocos muy pocos, han podido ver la plenitud y gracia de Cristo, pues Él es eterno y nuestro entendimiento siempre se ajusta a lo temporal. Lo eterno es atemporal, no está sometido al pasado ni al futuro; en la Conciencia Cristo se vive un presente no condicionado por el pasado ni por el futuro. Pero la Plenitud de Cristo en su eternalismo* es ilimitado, resultando que esa visión ilimitada y eterna de Cristo no ha calado en la comprensión de los que se dicen cristianos, desconociendo por tanto la naturaleza eterna e ilimitada de Cristo. Jesús dijo: “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan: 8:58) indicando su atemporalidad; esto significa que todo lo que pertenece a lo temporal, como es nuestro propio ego, nunca podrá comprender la naturaleza eterna de Cristo.
Comprender a Cristo, es comprender el significado profundo de nuestra existencia y como esta se desenvuelve entre el nacimiento y la muerte. Es asombroso el punto de vista gnóstico de la vida, pasión y muerte de Cristo, pues desde la visión gnóstica todo lo que el Cristo experimenta en su proceso, lo vendrá a vivir dentro de sí mismo el gnóstico, siendo lo más sorprendente, que los insultos, vejaciones, humillaciones, que padece el Cristo, más los golpes, latigazos, y toda su subida por el calvario, hasta su muerte en la cruz, finalmente quedan en nada, cuando el Cristo resucita; ese es su poder en su infinitud atemporal. Es decir, que todo lo que nuestro ego mundano y todos nuestros pequeños y grandes yoes, hacen por dañar al Cristo, queda en nada; el Cristo surge resurrecto más fuerte, más puro, más vivo que nuca, lo que desconcierta y atemoriza a todos nuestro ego y sus yoes. Sucede que la victoria de Cristo sobre su cruz alquimista, espanta y empequeñece hasta la ridiculez todos los actos maliciosos realizados en contra de Cristo y de su camino, de su vida y su verdad.
Cuando El Cristo resplandece en su gloria, nada pueden hacer esos pequeños malvados, que pretendieron liquidarlo. Cuando Cristo se revela con todo su esplendor después de resucitado es cuando los apóstoles y sus principales discípulos acuden al Cristo, esto es que las diferentes partes del Ser se perciben, se dan cuenta del poder de Cristo, entonces acuden a Él, en busca de su Luz y Compasión. Por desgracia como hemos dicho, muy pocos han alcanzado a ver la luz de Cristo. Pues solo nos quedamos viendo todo lo que sufrió por nosotros, todo lo que padeció, toda su angustia, y todo lo que soporto; es decir nos quedamos con sus penas, con sus circunstancias amargas, su angustia y desesperación, sin darnos cuenta que Cristo vivió todo ese proceso con la resignación de un cordero, con imperturbabilidad, con temple y estoicismo, ya que vino a demostrar que todo aquel algarabío en contra suya, no le iba a afectar, si no que le daría aun mayor vida y fortaleza. ¿cómo es entonces realmente el Cristo, más allá de su dolor, sufrimiento y angustia? Esa es la carencia de los cristianos que aún no han recibido su gracia o gnosis, por ello no comprenden el misterio de Pistis Sophia.
La apertura es la condición y estado de Cristo, una apertura a un eterno momento, que no está condicionado, ni limitado por nuestros conceptos, ni nuestras creencias, ni dogmas, ni miedos, etc. hay que vivir ese momento eterno de la Gracia de Cristo, para poder siquiera conectar con Él, para procurar que su instante perpetuo sea nuestro camino y nuestra vida.
Yo soy la resurrección y la vida
Mientras sigamos atrapados en la condición temporal del ego, no podremos comprender al Cristo y su infinitud atemporal o eterna. El Ego se sujeta a las sensaciones temporales y persiste en repetir una y otra vez las mismas sensaciones con la pretensión de subsistir y permanecer sobre el tiempo, pero esa visión temporal es el gran engaño del ego, pues finalmente siempre se tendrá que enfrentar a la impermanencia, a su propia caducidad, todo lo temporal es transitorio, vano y finito. Cristo en cambio comprendiendo la impermanencia de todo, no se deja caer en tentación, sabe que todo lo que acontece es transitorio, siendo Él el testigo permanente que nos alumbrara para que nos demos cuenta de que hay una verdad absoluta más allá de lo temporal. Mientras nuestro ego se ciega ante todo lo transitorio y caduco, el Cristo nos ilumina ante lo que siempre permanece; mientras el ego se apega a su existencia mortal, el Cristo nos devela su espacio inalterable que se experimenta en el Padre que encuentra en los cielos.
La Fe en Cristo, no puede estar sujeta, ni limitada por nuestro ego, ni por nuestra mente conceptual tan habituada a verlo todo en la condición de lo temporal. La Fe en Cristo se concreta en su resurrección:
1 Corintios 15:55-57. Reina-Valera 1960 (RVR1960)
55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.
57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Tal resurrección demuestra la podredumbre del ego y todas sus miserias, toda su ignorancia, toda su espantosa ridiculez; desmontándole todas las fantasías e ilusiones sobre su patética forma de existir, siendo “el poder del pecado, la ley”, es decir la recurrencia, el karma, el apego que nos ata a su existencia ridícula. Con la resurrección Cristo demuestra que solo asumiendo su naturaleza intrínseca, que es eterna podremos ver su luz, su verdad, su camino y su vida que es plenitud en la gracia del Amor.
Atentamente:
Rafael Pavía. 05/08/ 2017.
*El eternalismo es una corriente filosófica que trata de describir la naturaleza ontológica del espacio-tiempo (es decir, lo que "es" el espacio-tiempo). Se basa en la noción del tiempo como una dimensión más del universo físico, junto al espacio, de tal manera que el futuro puede decirse que ya está ahí y que no existe una corriente objetiva del tiempo. A veces se conoce esta teoría como “bloque de tiempo” o “universo en bloque”, así conocido por su descripción del universo como un todo inalterable dotado de cuatro dimensiones, en oposición a la idea comúnmente aceptada de universo tridimensional modulado por el paso del tiempo. (Wikipedia).
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