El Intimo en la cruz
En medio de la cruz alquimista se encuentra el Intimo en su campo electro-magnético, allí mismo hallamos el quinto elemento el éter, siendo la naturaleza del éter espacial, pues el éter no tiene forma siendo la raíz y madre de todas las formas y elementos: Fuego. Aire, agua y tierra.
El éter es electromagnetismo o fuego divinal puro y sin contaminar de la Madre Divina Kundalini, es en los mismos puntas del espacio donde el prana o energía de la vida se acumula y es transportada, adquiriendo el prana diferentes características al incorporarse en nuestro organismo: 1 Udana Vayu regula la zona de nuestra cabeza, 2 Prana vayu regula la absorción de la energía, 3 Samana vayu regula la asimilación de alimentos, 4 Apana vayu regula las excreciones y funciones sexuales, 5 Vyana vayu que impregna y vitaliza todo el organismo.
Llegar al punto céntrico de la cruz significa recibir la rosa del amor, así los gnósticos somos rosacruces. Esta simbología rosacruz se entiende si entramos en ese espacio del éter puro, en este espacio solo se respira pureza, prana, todo esta vacio y dentro de esa diáfano espacio solo puede brillar el fuego del Intimo, la Divina Madre Kundalini. Este punto céntrico es un encuentro entre la disolución y la creatividad de la conciencia-amor (el “solve et coagula” de los alquimistas), un encuentro entre la muerte y el renacimiento. Mantenerse en ese espacio céntrico es fundamental no solo en lo fisiológico o en el acto practico de la alquimia sexual, debe el alquimista gnóstico perpetuar ese centro en lo psicológico, el alma del gnóstico debe mantenerse en esa condición de la rosa, del éter, del espacio puro y vacio; toda nuestra mente debe centrase y disponerse dentro de ese espacio central. Ese centro es el ara sacra donde gira todo el templo y desde donde nuestro intimo debe de oficiar, trabajar, obrar; así todos los vayu (vientos) soplaran a favor del Ser.
La ciencia de la alquimia que practica el Intimo es perpetua día y noche, en cada día hay una creación, en cada noche una disolución, todo gira entorno al éter, el electromagnetismo, el chi, el prana, en este centro esta la morada del Cristo, de nuestro Sol Intimo. En proporción es mas importante nuestra actitud psicológica al respecto que nuestra practica fisiológica, si no somos capaces de encontrar la naturaleza excelente y trascendental del punto de conexión entre la materia y el espíritu, la rosa no puede florecer. Los alquimistas nos decían: “hay que separar el humo del fuego”. Siendo el humo todo nuestra ignorancia, el deseo, la lujuria, todas las impurezas, que crea nuestro ego identificado fatalmente con la materia; mientras que el fuego es la misma fuerza de la vida, el propio impulso solar y lunar, la fuerza electromagnética, sin resquicios de combustibles contaminantes. El fuego del espíritu que da vida a nuestro cuerpo y alma solo admite un combustible el amor, la compasión; este combustible se encuentra en todo el espacio, en todo el universo, en la Madre Tierra, etc. Si anhelamos que la piedra donde debemos edificar nuestra catedral sea solida como una roca, tenemos que comprender como opera el centro de la cruz disolviendo toda forma, deseo, materia, emoción, pensamiento de nuestro ego que irrumpa en el vacio claro y diáfano del espíritu vivificante. La materia, el mundo de las formas solo puede ser útil al Ser si comprendemos su naturaleza vacía; nuestro avatar Samael nos dice que nadie entiende lo que es la materia y que esta es homogénea, es decir unida al espíritu, así nos dice:
<Empero, los gnósticos sí sabemos que cosa es materia. Realmente eso que vemos nosotros como materia, no es más que una cristalización de la sustancia homogénea original, primitiva, divinal. Obviamente, tal materia o tal sustancia debe tener dos polos, el positivo y el negativo. Originalmente la sustancia esa que llaman materia, estuvo en el Caos, antes de que amaneciera la vida. La Tierra como sustancia estuvo depositada entre el Caos profundo, hace millones de años. Era una sustancia informe, una especie de semilla, un germen cósmico dentro del cual estaba contenido todo lo que actualmente ustedes ven a su alrededor.
Esa sustancia era purísima, inefable, homogénea. Así como el germen de un árbol contiene en sí a todo el árbol en estado latente, así también ese mundo anímico, esa sustancia, ese “Sige” de los gnósticos, ese Iliaster, era una semilla que contenía en sí, todo lo que actualmente existe en el mundo; un germen cósmico y eso era todo. Pero ese germen era sustancia, era Espíritu, era una sola cosa, era homogéneo.>
La Gran Realidad. Samael Aun Weor.
Sobre el centro de la cruz el alquimista hace girar todo el universo, allí se encuentra la sustancia homogénea, donde todo se unifica materia y espíritu permitiendo que una nueva creación resurja, sin el humo contaminante del ego.
Atentamente
Rafael Pavía 11- 12- 2015.
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