Conocer la ley del karma o “ley de causa y efecto”, nos invita reflexionar sobre las leyes de recurrencia, el retorno, la reencarnación. El Maestro Samael nos da una enseñanza muy clara al respecto y se nos dice que: “ley e ley y la ley se cumple”. Y también se dice que una ley superior lava (o trasciende) a una ley inferior. También se nos dice que el karma es negociable y que: “al león de la ley se le combate con la balanza”. Todas estas cuestiones se merecen profunda reflexión y no hay mejor modo que reflexionar al respecto que bajo la luz de Cristo.
Cristo sin duda nos ofrece la ley superior que puede lavar todas las leyes inferiores, Cristo como se nos enseña en el Pistis Sophia, puede cambiar las esferas del destino. Bajo la luz de Cristo se puede comprender en totalidad la ley de karma, el destino, el retorno, la recurrencia, etc. Y lo que es mejor se puede trascender todo nuestro karma.
El Cristo es la misma luz original, el Cristo sabe de dónde viene y a donde va conoce la ley del retorno, por ello el Cristo es nuestro mejor guía y por ello dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”.
La ley de recurrencia es un asunto personal, en esta ley se implica uno mismo con sus hábitos de pensar, de sentir, de actuar, generando una mecánica ajustada en lo temporal, por ello el tiempo se repite y también se repite la historia y los acontecimientos. Esta recurrencia incesante también se ajusta a la ley de karma o ley de causa y efecto, al respecto nos decía Sri Swami Sivananda:
“El hombre siembra un pensamiento y cosecha una acción. Siembra una acción y cosecha un hábito. Siembra un hábito y cosecha un carácter. Siembra un carácter y cosecha un destino.
El hombre crea su propio destino a través de sus pensamientos y acciones. Puede cambiar su propio destino. Es el dueño de su destino. No hay ninguna duda al respecto. Mediante el pensamiento adecuado y el esfuerzo, puede convertirse en el dueño de su destino”.
Swami Sivananda.
La ley de recurrencia es un asunto personal, en esta ley se implica uno mismo con sus hábitos de pensar, de sentir, de actuar, generando una mecánica ajustada en lo temporal, por ello el tiempo se repite y también se repite la historia y los acontecimientos. Esta recurrencia incesante también se ajusta a la ley de karma o ley de causa y efecto, al respecto nos decía Sri Swami Sivananda:
“El hombre siembra un pensamiento y cosecha una acción. Siembra una acción y cosecha un hábito. Siembra un hábito y cosecha un carácter. Siembra un carácter y cosecha un destino.
El hombre crea su propio destino a través de sus pensamientos y acciones. Puede cambiar su propio destino. Es el dueño de su destino. No hay ninguna duda al respecto. Mediante el pensamiento adecuado y el esfuerzo, puede convertirse en el dueño de su destino”.
Swami Sivananda.
El Cristo y el poder de su sabiduría o Pistis Sophia, nos recuerda que todo regresa al punto de partida, por ello nos guía el Cristo hacia el Espacio Abstracto Absoluto. Cuando buscamos que Cristo nos ilumine debemos empezar a trascender todas las leyes que nos sujetan en la rueda del Samsara, para ello debemos también distinguir aquellas leyes mecánicas procesadas de modo universal y que afectan a todo como es la ley del retorno, distinguiéndola de aquella ley de recurrencia o de nuestro destino particular. La ley de recurrencia o del destino o del Karma es únicamente cuestión nuestra, es decir que hemos sido nosotros mismos los que nos hemos forjado nuestro destino, nosotros mismos hemos generado nuestros hábitos, pensamientos, emociones, deseos, etc. Si en algún momento siguiendo la luz de Cristo, nos percatamos que los barrotes de nuestra cárcel ósea hábitos, pensamientos, deseos, emociones, etc., son erróneos e ilusorios, porque carecen de la misma verdad que el Cristo, entonces podremos lavar o trascender la ley de recurrencia, haciendo sencillamente caso omiso al ego y todos sus ilusiones y perspectiva erróneas.
En la luz de Cristo podemos salirnos de nuestra jaula y sus barrotes, y ser libres como un pájaro, pero un pájaro habituado a su jaula tendrá miedo incluso de experimentar la verdad o la libertad. Volver a la jaula de nuestro destino o karma significa estar apegado e identificado con nuestros pensamientos, deseos, emociones, etc. cuanto mayor sea nuestra identificación más fuerte serán los barrotes de nuestra cárcel. Con asombro vemos que son nuestros propios miedos a la verdad y a la libertad la que nos hacen huir de la luz de Cristo.
Muchos pensaran que salir de esos barrotes del destino no es tan fácil, pensara que uno debe de pagar mucho karma, que tendrá que negociar cada paso en el camino hacia la verdad de Cristo; claro si uno va cambiando sus hábitos, costumbres y modos de pensar, actuar y sentir poco a poco, sus causas y efectos se moverán poco a poco naturalmente. Ahora bien, el Cristo es revolucionario, el Cristo nos puede abrir la puerta de la jaula y mostrarnos su verdad tal cual es, si nosotros estamos dispuestos a dar el salto; salto que consiste en reconocer la falsedad de nuestro ego, de nuestro querido “yo”, esto es reconocer que nosotros en sí mismos sin la luz de Cristo no somos más que una mentira, una ilusión, una falsedad. Reconocer nuestra falsedad, reconocer que somos fútiles, insignificantes, finitos, etc. nos permitirá dejar de identificarnos con nuestros barrotes, con nuestras limitaciones y condicionamientos, debilitando y disminuyendo la rigidez de los barrotes de nuestro karma y destino recurrente.
Que la luz del Cristo os ilumine por siempre.
Atentamente:
Rafael Pavía. 11/05/2017.
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