Gnosis y unidad.
El Todo y el Uno son idénticos, desde la unidad surge todo el universo, surge la totalidad y la talidad. Por ello el Cristo es Unidad Múltiple Perfecta, siendo la Multiplicidad perfecta porque surge de la unidad. Es por ello importante comprender la realidad de la unidad, tal como lo hicieron Pitágoras, Platón, Plotino y tantos filósofos de la antigua Grecia; también los cabalistas comprenden que, del Uno surge todo. Nuestra propia conciencia surge del uno, y es lo que llama el Maestro Samael la conciencia superlativa del Ser, para nuestra comprensión es necesario observar la unidad no dual, es decir no es la dualidad o los pares de opuestos los que forman la unidad, sino todo lo contrario es desde la unidad que surgen los pares e impares, hasta la infinitud del todo. Y por ello es imprescindible para que nuestra conciencia despierte que nos formemos en el Uno, que es el propio Absoluto, de donde todo surge, gracias a su única ley, la Ley del Amor.
Desde la Unidad todo se contempla, gracias al amor y la sabiduría que no condenan ni juzgan; desde la conciencia superlativa del Ser todo es contemplado, eso significa que contemplamos el cuerpo y la psiquis, como si fueran objetos, es decir que nuestros propios pensamientos, sentimientos serán observados desde la conciencia como si de objetos se trataran. Lo explicaremos según el Franciscano San Buenaventura (siglo XII) él decía que teníamos tres ojos, el ojo del cuerpo, que sirve para ver el mundo corporal, físico o material; después tenemos el ojo de la razón, que nos servirá para pensar, razonar, reflexionar, junto con los sentimientos y emociones que acompañan a todo pensamiento, aquí se está refiriendo a nuestra mente intermedia; y el tercer ojo es el ojo de la contemplación, que es el ojo divino, el ojo de la conciencia superlativa del Ser. Así tenemos tres ojos que corresponden a las tres mentes, según San Buenaventura, el ojo del cuerpo que utilizara la mente sensual, el ojo de la razón que utilizara la mente intermedia, y el ojo de la contemplación que utilizara la mente interior, mediante la conciencia superlativa del Ser.
El ojo de la contemplación, es el ojo divino, el ojo que nos dará la luz para ver la realidad de nuestro cuerpo, así como la realidad de nuestros pensamientos y sentimientos; el ojo de la contemplación está mucho más allá de nuestra razón, la contemplación u ojo divino, no está sometido a la lógica racional, pues es una visión profunda, que viene desde nuestro Ser original, aquel que siempre fue, es y será, por tanto, el ojo de la contemplación surge del Uno y su lógica es intuitiva. El ojo contemplativo ve los pensamientos y emociones, desde la distancia profunda del Ser por lo que ve tales pensamientos y sentimientos como objetos, que entran y salen, viene y van, aparecen y desaparecen, no se identifica el ojo contemplativo con nada pasajero, transitorio o finito, porque es la visión profunda y real del Ser. De ese modo es cómo podemos auto-observarnos realmente, pues así nos dice el maestro Samael:
Aun cuando parezca increíble, cuando el estudiante se observa a si mismo no se recuerda a sí mismo.
Los aspirantes, fuera de toda duda, realmente no se sienten a si mismos, no son conscientes de sí mismos.
Parece algo inverosímil que cuando el aspirante gnóstico auto‑observa su forma de reír, hablar, caminar, etc., se olvida de sí mismo, esto es increíble, pero cierto.
Sin embargo, es indispensable tratar de recordarse a sí mismo, mientras se auto‑observa, esto es fundamental para lograr el despertar de la conciencia.
Auto‑observarse, auto‑conocerse, sin olvidarse de si mismo, es terriblemente difícil, pero espantosamente urgente para lograr el despertar de la Conciencia.
Intima recordación de sí mismo. Samael Aun Weor.
Mientras sigamos tan identificados con nuestro cuerpo y nuestra mente intermedia la conciencia no podrá observar ni recordarse a sí mismo. Es necesario por tanto activar el recuerdo del Ser y su conciencia superlativa, ello permitirá que abrir la mente interior, que se posicionara mucho más allá de los silogismos de la mente intermedia, con su tesis antítesis y síntesis. La mente interior conectara con la mente universal, con el todo, ofreciendo una apertura sin igual, abriéndonos a una visión no dual, no racional de todo lo que nos rodea. La mente interior es la mente Cristo, la mente de donde comprenderemos y veremos la unidad múltiple perfecta.
Al utilizar el ojo de la contemplación o verdadera auto-observación con su recuerdo de Ser incluido, vemos desde la distancia o mejor dicho desde el espacio propio de la conciencia del Ser, todos los fenómenos físicos y psíquicos, por lo que veremos nuestros pensamientos y sentimientos, como el ojo físico ve los objetos del mundo externo; así cuando vemos un objeto físico como un coche podremos sentir apego o desapego y podremos plantearnos si es adecuado sentir tal apego o desapego, Bien pues en realidad eso mismo debemos hacer con nuestras emociones y pensamientos, debemos verlos como vemos los objetos externos, y más allá de considerar si los pensamientos son nuestros o no, o si nos sentimos apegados a ellos o no, lo cierto es que el Ser si está por encima de cualquier función o actividad psíquica. Y debe de ser desde el espacio o conciencia del Ser que debemos de observar nuestros pensamientos y emociones, esto es desde nuestra mente interior. El ojo de la contemplación es el ojo del observador, de quien siempre se olvidan los que sueñan o tiene la conciencia dormida; el Observador real es nuestra conciencia superlativa del Ser.
Pongamos los siguientes ejemplos sobre el ojo contemplación, meditemos sobre el miedo al triunfo, y pongamos su contrario para comprender, pongamos la vanidad del triunfo; si contemplamos desde la conciencia los dos objetos a comprender miedo y vanidad del triunfo, y lo contemplamos desde la unidad no dual, observaremos que los dos objetos el miedo y la vanidad son ilusorios. y son ilusiones, porque lo único eterno es la propia Unidad, mientras que nuestro cuerpo y todos los objetos de nuestra psiquis son efímeros, transitorios, temporales. Solo la Gnosis o sabiduría primordial emanada del ser Absoluto, del Uno y su amor incondicional son eternos y por tanto verdaderos. Desde el ojo divino nuestra actividad psicológica es mundana, pasajera ilusoria, nada hay en este mundo trascendente más que la luz del Ser, y esa luz está situada más allá de cualquier objeto, pensamiento y sentimiento psíquico. Es fundamental tener presente que es el amor quien nos da el atributo contemplativo, porque el amor ni condena ni juzga, sino que comprende.
La humildad es del Ser, por tanto, su naturaleza está en la unidad, así su contrario no puede ser el orgullo, que es del ego dual; sí que el orgullo es dual y tiene un complejo de superioridad y otro complejo de inferioridad, que nuca hay que confundir con la humildad.
El altruismo es del Ser, y por tanto su naturaleza es de la unidad, su contrario no es la codicia, pues la codicia es del ego, y el ego si es dual, y como nos dice el M. Samael, en el cuarto circulo dantesco o circulo de infernal del Sol, allí están los avaros y los despilfarradores en constante conflicto, ahí está la dualidad del ego.
La paciencia si es del Ser, no puede tener deseos, por tanto, cuando decimos “con paciencia lo conseguirás”, estamos implicando un deseo, y el deseo es del ego y este es impaciente, el ego con su deseo nos meterá prisas tarde o temprano, la dualidad de la impaciencia esta entre el pasado y el futuro. La paciencia del Ser no juega con el tiempo, es una paciencia del aquí y ahora, sin deseos.
El ojo de la contemplación os abrirá un espacio inmenso de comprensión, que nos permitirá aprender a vivir según la luz del Ser. Esperamos que las indicaciones que vamos ofreciendo y seguiremos dando, poco a poco les permita comprender mejor la Gnosis.
Atentamente
Rafael Pavía. 12/10/ 2016.
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