En una aldea retirada entre las montañas del viejo Tíbet, vivía un dragón triste y melancólico. Los dragones son por naturaleza tímidos, no quieren mostrarse al público, e incluso modifican su apariencia para no ser reconocidos. A veces adoptan la figura humana para mezclarse entre quienes les ignoran. Los dragones son seres misteriosos poseen el dominio sobre los cuatro elementos, el fuego, el aire, el agua y la tierra, es por ello que su sabiduría y magia les permite adquirir cualquier forma. Solo se presentan con figura de dragón a aquellos que buscan la sabiduría de los Budas.
Intento calmarse, serenarse, poco a poco sus ojos se adaptaron a la oscuridad, su cuerpo y su mente empezaron a sentir que aquella circunstancia se convertiría en el episodio de su vida más traumático e infeliz, y con la angustia de una posible muerte cercana. Empezó a sentir de nuevo el aliento profundo y cada vez más sonoro, al momento aparecieron unos ojos enormes causándole terror inusitado, el dragón se le acercaba, aquellos momentos fueron terroríficos no veía salida alguna, su miedo le ahogo y vino el desmayo, que a él le semejo la misma muerte.
Viejo: ¿cómo has osado entrar a mi cueva?
El mendigo estupefacto, respondió:
Mendigo: quise entrar para encontrar el tesoro del dragón, pero resbale y quede atrapado.
Viejo: Puedo ofrecerte el tesoro más grande que tengo, la sabiduría de los Budas. ¿quieres el tesoro?
Mendigo: bueno yo vine hasta el estanque de las lágrimas de dragón, para aliviar mi desgracia. Y una vez bebí me sentí realmente aliviado y feliz, pero ahora no tengo como dar ofrendas al dragón. Por eso entre, para ver que podía hacer para aliviar mis penas.
Viejo: ya, muchos han venido hasta aquí por tu misma causa, pero nadie quiere recibir mi mejor tesoro, la sabiduría de los Budas.
Mendigo: y ¿porque renuncian a tal tesoro?
Viejo: bueno porque temen enfrentarse al dragón, es la condición para recibir la sabiduría de los dioses. ¿tú te enfrentarías al dragón?
Mendigo: ¡no! ¡no! Ya me enfrenté a él y morí de miedo, es espantoso, horrible.
Viejo: Bueno, pero tú ahora tienes un grave problema, porque he intentado liberar tu pierna y no he podido. Y el dragón vive aquí, así que …
Mendigo: pero tú ¿quién eres? ¿cómo me has encontrado aquí? ¿no temes al dragón? ¿por qué me has dicho que esta es tu cueva? ¿acaso la compartes con el dragón?
Viejo: Bueno, intentare de nuevo liberarte de la pierna, ahora con tu ayuda y así podrás marcharte con tus penas, sufrimientos e idiotez.
Mendigo: ¿por qué me has dicho que me puedo marchar con mi idiotez? Y ¿por qué lloras ahora?
Viejo: Te he dicho lo de la idiotez, porque eres idiota, como todos aquellos que no se enfrenta al dragón. Y lloro por todos los idiotas que sufren.
El mendigo no sabía que cara poner, su desconcierto era grande, poco o nada entendía y volvió a preguntar al viejo.
Mendigo: ¿y tú vives aquí junto con el dragón?
Viejo: anda márchate y no cuentes a nadie que me has visto.
El mendigo fue saliendo, pero algo en su interior le inquietaba en gran medida, decidió quedarse en la entrada de la cueva y reflexionar sobre todo lo que le había sucedido. Pasaron unos días y sin salir de su desconcierto, decidió entrar enfurecido para que el viejo le aclarara que era todo lo que le había sucedido y que sucedía realmente allí en aquella cueva. Entro y de nuevo resbalo, y volvió a sentir en la penumbra el aliento profundo del dragón, entonces grito el mendigo al dragón diciendo:
Mendigo: ¡donde está el viejo! ¡donde está el viejo!
El dragón aumentaba su tamaño en la medida que el mendigo sentía más miedo. A mayor miedo mayor se hacia el dragón, finalmente el mendigo decidió enfrentarse al dragón salto sobre su cuello como pudo con los ojos cerrados, y agito al dragón como pudo con su brazo bueno y el otro tullido. Agotado en la lucha tan desigual, empezó a sucumbir, cayó en el suelo mientras el dragón se alejaba. Entonces surgió el viejo como de la nada, y pregunto el viejo:
Viejo: ¿otra vez has vuelto? ¿qué quieres?
Mendigo: ¿Quiero saber quién eres, que haces aquí, porque vives con el dragón, y quiero saber porque me llamas idiota?
Viejo: Yo soy el Buda Manjushri, soy el buda de la sabiduría. Otorgo la sabiduría de los budas a aquellos que se enfrentan al dragón. El dragón surge por tu propio temor, a mayor miedo, mayor es el dragón al que te enfrentas. Los idiotas prefieren vivir con sus miedos y sufrimientos, antes que adquirir la sabiduría de los Budas. La sabiduría que entrego sirve para ayudar a ser compasivo, con el propósito alcanzar la sabiduría de los budas. La sabiduría que ofrezco es para saber amar más y mejor, por eso lloro por los idiotas que sufren.
Rafael Pavía. 29/10/16.