Cristo ama de forma incondicional, de modo que el amor de Cristo o amor universal, se manifestara en los seis reinos del samsara. Amara Cristo a los habitantes del infierno, a los pretas o espíritus hambrientos del limbo, amara en el reino de los animales, amara a los humanos, a los semidioses y a los dioses. Cuando el amor es universal, viene de lo esencialmente puro.
Cuando queremos la liberación del ego, estamos hablando de la liberación del samsara. El ego sueña con su creación, con su construcción, sueña el ego pensando que su percepción del mundo es real, así creen los habitantes del infierno que su realidad es la que es y que no hay otra, así sucede con los habitantes de limbo, o con los seres del reino animal, etc. El ego humano es muy diverso en sus creencias, teorías, especulaciones sobre la realidad, pero realmente hasta que uno no descubre la realidad de su mente, no podrá ver la verdad; ni siquiera podrá ver la realidad de su ego, al que tanto estima.
El dharma o gnosis, que nos libera del ego y sus mundos del samsara, pasa por una previa disolución de nuestras creaciones o construcciones, que incluirá nuestra forma de ver el mundo, nuestras creencias, dogmas, etc. incluso aquello que creemos sobre nuestro ego, deberá ser disuelto bajo la luz del Cristo. En tal disolución, surge un espacio vacío donde el ego no tiene cabida, el mundo creado por el ego, es decir el samsara se desmorona. En ese espacio vacío, hay claridad, hay percepción instintiva de la verdad, sin el proceso deprimente de la opción conceptual, esto es, intuición.
¿Que piensa el ego? ¿que cree el ego? ¿de que esta convencido el ego? en el ego vamos a encontrar todo lo caduco y repetitivo de este samsara. El ego esta lleno de ayeres, de proyectos futuros, de ilusiones, deseos y fantasías, el ego no puede permanecer vacío; el ego quiere estructuras, documentos, certificaciones, testimonios de su realidad, quiere el ego sentirse convencido de su mentira. Al ego no le gusta el vacío, nada quiere con el Cristo y su luz atemporal; la verdad es lo desconocido de momento en momento, porque la verdad no se aferra al ayer, la verdad fluye como fluye el universo. La verdad es la propia naturaleza del Ser, esa naturaleza que reposa en la noche cósmica (pralaya) y se activa en el día cósmico (mahavantara), el Ser y su verdad trasciende lo pasivo y lo activo, trasciende la noche y el día, pues Él es anterior al principio y final, es preconcebido, es no nacido, Él es eterno, sin tiempo, atemporal.
Toda iluminación, toda realización del Ser se convierte en una revelación que descubre y delata la mentira del ego. Se delata la ignorancia de ego, la falsedad de su mundo, de sus perspectivas; se descubre toda la mentira que sostiene el ego. Entonces el ego es debilitado, el ego se ve descubierto, se ven sus mentiras, aquellas que utilizan nuestro intelecto y sus justificaciones, que son mil y una. Cuando se descubre la mentira del ego y sus psicologías, creencias, teorías, etc. también su mundo, su samsara se desmorona.
La mente interior, la mente que se activa con la conciencia superlativa del Ser, es una mente apta para el silencio, la contemplación, el vacío; es una mente abierta al amor incondicional del Ser. La mente interior, no sueña, no se recrea en fantasías ni ilusiones de este mundo o samsara. La mente interior ve la verdad relativa de este mundo y la verdad absoluta del Ser. Con La mente Interior, descubrimos la mentira del ego, descubrimos como el ego utiliza la mente sensual y racional (intermedia).
Atentamente:
Rafael Pavía. 22/10/2017.