jueves, 19 de abril de 2018

Una aportación del microcosmos

Una aportación del microcosmos

Cuando se nos dice que fuimos creados a imagen y semejanza del creador, significa que nosotros somos un doble, un par del creador, más la semejanza nos puede hace iguales al creador. En principio la creación el génesis es básico y elemental, solo disponiendo de la “materia prima”.

Semillas
Desde la base de la materia se empieza a gestar, configurar y formar todo un mundo. ¿cuál es la materia prima, el arché (origen, principio) que buscaban los griegos? aunque muchos buscaron la materia prima en el exterior, en los simples elementos como el fuego, el agua, o como Demócrito que se refería a los átomos, como base original de todo lo construido. Otro modo de buscar la materia es buscando en el interior, en nuestra psiquis y mente. En nuestro interior encontramos mente, imaginación, voluntad, emociones y deseos; siendo la cuestión como se combina lo interior y lo exterior.


Si partimos desde lo simple, desde lo básico, allí solo encontramos substancia mental, como se indica en la tradición teosófica donde la primera ronda de la creación es mental, pasando luego a lo astral, vital y físico; coincidiendo la indicación con lo dicho por la tradición hermética de los egipcios, de los hindúes y con los planteamientos de Platón sobre el mundo de las ideas o el mundo Noético (mente, intelecto). De modo que todo surge de la mente y todo vuelve a la mente.


Relaciona el M. Samael el mundo de la mente (manas superior e inferior de los teósofos) con el mundo electrónico o subatómico, donde la materia es más volátil, sutil, básicamente es energía. Sigue después la condensación en la ronda astral o mundo molecular, donde se dan inicio las primeras combinaciones de partículas, elementos y átomos; estas serían las primeras formaciones producto de una imaginación, un deseo-voluntad, que progresivamente se consolidaran en lo etérico-vital, para adquirir su solidez en el mundo físico.



Esta cadena creativa-formativa desde lo interior a lo exterior nos dice que: primero es la necesidad de ver antes que el ojo, que primero es la necesidad de oír que el oído, que primero es la necesidad de andar que las piernas, etc. Esto es que previo a la formación de nuestros sentidos físicos, hubo una necesidad que medio intencionadamente, para poder ver, oír, oler, etc. Allí en esa necesidad que medio intencionadamente para poder ver, oír, oler, etc., este mundo, allí se encuentra nuestro espíritu.

Sobre el océano informe de la substancia mental, sopla el espíritu de vida para que una nueva aurora surja, de modo que hasta que no cristaliza y se consolidad el mundo físico, todo lo previo etérico-vital, astral, mental, se encuentra en fase de formación. Una vez se consolida la realidad física, esta mostrara si lo creado, lo ejecutado, por medio de la imaginación, el deseo-voluntad, etc., es aquello que en origen se requería o necesitaba. Después de ver, oler, escuchar, etc. es decir experimentar, entonces viene la valoración.

El regreso hacia lo espiritual, es una descomposición, se deforma lo formado, esto es, un proceso de disolución y muerte. Todo lo construido y creado es des-construido y des-creado, para de nuevo regresar a la Materia Prima.

Bien todo lo expresado en los párrafos anteriores, quiere decir que nosotros co-emergemos y co-creamos el mundo, nosotros participamos en la creación del mundo, partiendo de la materia prima, participamos de ese fluir constante de noches y días, de creaciones y des-construcciones, de nacimientos y muertes, de amaneceres y anocheceres. Por tanto, tampoco existe un mundo estable en lo interior, en el mundo astral o mental, este mundo interno o psíquico también se disuelve y des-construye a la vez que el mundo físico; esto es, que la estabilidad de lo astral y mental es aun si cabe más frágil y volátil que el mundo físico, esto se percibe directamente en la experiencia astral u onírica. Una vez finalizado el proceso de disolución y muerte, todo queda recogido en la materia prima, como una memoria, a esto se le llama en la gnosis y en las enseñanzas hindúes como el “Alaya del Universo” (semejante a un A.D.N.).


Aquellos que poseen alma son plenamente conscientes de estos hechos de la vida y la muerte, de lo físico-externo y psíquico-interno. Todo aquello que percibimos como el mundo externo a nosotros, es el resultado de millares de nacimientos y muertes, de construcciones y des-construcciones, donde nosotros como microcosmos hemos contribuido a su creación y formación, tanto como a su disolución y reconstrucción. En el Alaya Universal, se encuentran depositados todas nuestras aportaciones y contribuciones en la gestión de este universo. 

Quizás que para los que no poseen alma, sea una enorme responsabilidad el hecho de que cada cual, cada uno de nosotros, contribuye a formar y crear este mundo. Pero el Cristo que es la “Luz del mundo”, nos permite ver con plena claridad, que el pecado del mundo, que el mal de mundo es responsabilidad nuestra. Y que cuando dejamos nuestras cuestiones en manos de Dios, en realidad debemos recordar que somos semejantes a Dios, y que por ende debemos actuar como Dios manda, es decir co-creando y co-formando. La responsabilidad del mundo la carga Cristo sobre sus hombros, porque Él sabe de dónde viene y hacia donde va:

Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque yo sé de dónde he venido y adónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy.(Juan: 8:14)


El que posee alma reconoce y conoce, como desde su materia prima, desde su mente va gestando su mundo que es el mundo de todos; ya que todos partimos de esa misma substancia. Desde la ronda mental vamos construyendo y reconstruyendo aquello que alojamos en el Alaya Universal, esto sucede y se repite cada vez que desencarnamos, cada vez que en nuestro proceso de muerte nos disolvemos en la Luz, que a su vez es nuestra materia prima, que a su vez es el poder del Logos (que como nos recuerda el M. Samael este poder reside en nuestros órganos sexuales), y todo ello surge en la mente universal, donde todo es mente.

En definitiva, el microcosmos no solo es un ente pasivo ante el universo y la creación, sino por el contrario el microcosmos es la razón de Ser en este universo. Siendo que el microcosmos en su gestación del alma y en su vivencia en Cristo, comprenderá de donde viene, como viene, para que viene, a este mundo; y lo más importante que puede aportar uno a este mundo, que puede llegar a ser un mundo maravilloso o un mundo de perdición y dolor.

Reflexionemos en nuestra contribución al mundo y su humanidad.

Atentamente:

Rafael Pavía.                        19/04/ 2018.

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