Mientras el ego divide y separa, el Ser unifica. En la unidad del Ser todo se incluye, por ello en el Ser se experimenta y se comprende la “Totalidad” o “Talidad”; la base de unión del Ser es el amor que todo lo integra en perfecto equilibrio, de ahí surge el Perdón. En la unión del Ser la noche y el día, la luz y la oscuridad, lo de arriba y abajo, lo agradable y desagradable, etc., se complementan mediante el amor y la sabiduría, de tal forma que el gnóstico puede unir y complementar al Cristo y a Lucifer, tal como enseña el V.M. Samael. Siendo aparentemente contrarios el Cristo y Lucifer, el Ser en su amor y sabiduría los concilia, en dicha unión hay perfecto equilibrio, armonía y conocimiento de la naturaleza de uno y del otro; en esta unificación hay perdón.
“No te apoyes en el hombre: tiene que morir.
No te apoyes en el árbol: tiene que secarse.
No te apoyes en la pared: tiene que desmoronarse.
Apóyate en Dios, solo en Dios, él siempre permanece.
(San francisco a Santa Clara).
La unión exige una poderosa comprensión, que va mucho más allá de una conveniente tolerancia; la unión del Ser realiza el supremo esfuerzo de amar hasta su enemigo, por ello todo lo incluye e integra en una sólida y fuerte armonía, que equilibrara a los opuestos en su naturaleza propia. Por ello Cristo y Lucifer pueden conciliarse fortaleciéndose mutuamente, en dicha unión hay sabiduría, comprensión, reconciliación y perdón.
"perdonalos porque no saben lo que se hacen"
En la unión del Ser hay confianza plena que surge de la propia naturaleza del Ser, puesto que el Ser es carente de deseos y por ello vacío, puede admitirlo todo e integrarlo mediante su compasión y sabiduría. Ello significa que puede admitir diferentes formas de pensar, de sentir y actuar, haciendo que cada Ser en su naturaleza colabore en la comunidad, creándose la armonía y el concilio de los diferentes seres, es por ello que en la gnosis contemporánea se dice que: “Cristo es unidad múltiple perfecta”. Siendo la multiplicidad perfecta porque previamente hay unidad. Así como el Rey David tuvo que unir las doce tribus de Israel, comprendiendo que cada tribu tenía su cualidad y naturaleza propia, es decir su función y característica propia, cumpliendo en esa unión con la voluntad divina, así también debemos hacer nosotros con las diferentes partes del Ser y con toda la humanidad. Cuando comprendemos la naturaleza de las diferentes partes del Ser, uniendo las partes inferiores con las superiores, las de fuera con las de dentro, las de la izquierda con la derecha, etc., entonces la propia realización intima del Ser alcanzara su objetivo de unión y conciliación, cumpliéndose así lo dicho por Jesús en el evangelio de Tomas:
Jesús vio unas criaturas que estaban siendo amamantadas y dijo a sus discípulos: «Estas criaturas a las que están dando el pecho se parecen a quienes entran en el Reino». Ellos le dijeron: «¿Podremos nosotros —haciéndonos pequeños— entrar en el Reino?» Jesús les dijo: «Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra hembra; cuando hagáis ojos de un solo ojo y una mano en lugar de una mano y un pie en lugar de un pie y una imagen en lugar de una imagen, entonces podréis entrar en el Reino».
La unión permite que la tribu de Rubén (libra) cumpla su función con el karma, que la tribu de Simeón (escorpio) cumpla con su trabajo, que la tribu de Benjamín (virgo) realice su labor, etc. etc., Si quisiéramos que cada Ser o partes del Ser hicieran, pensaran y sintieran lo mismo, la voluntad de Dios no podría cumplirse, pues entonces la diversidad dejaría de ser armónica para convertirse en un enfrentamiento entre partes. ¿cómo podemos conciliar diferentes partes, religiones, pueblos, comunidades, etc., si cada una tiene su patrimonio, sus intereses, pensamientos, creencias, etc.? Si realmente Dios o el Ser quisiera imponerse con su férrea voluntad, dictando una única forma de pensar, sentir y actuar, entonces sucedería lo que está sucediendo en este actual mundo, donde todo son conflictos, enfrentamientos, luchas; luchas que se extienden entre vecinos, familias, compañeros, ya que el ego sí que quiere imponer sus formas, sus razones, sus motivos, sus deseos, etc.
Se necesita comprender que para poder hacer la voluntad de Dios, así en la tierra como en el cielo, debemos de tener carencia de deseos, ningún deseo personal debe sobreponerse a la voluntad divina; esto es necesario comprenderlo ya que la propia voluntad del Padre, del Ser, es vacía, carente absolutamente de todo deseo. Mientras no comprendamos que el Ser no se apega ni a lo terrenal, ni a lo infernal, ni siquiera se apega al nirvana, ya que es completamente carente de deseos y apegos, hasta que este vacío no sea comprendido, no comprenderemos la voluntad divina. Si nuestro Padre debe “perdonarnos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, deberemos comprender que nuestra lujuria tiene muchas deudas pendientes que quiere pagar, también la ira, los celos, la envidia, etc., tienen muchas deudas pendientes con nosotros y ellos, todos esos egos quieren cumplir con sus deudas y quieren seguir creándonos deudas y más deudas. El ego no quiere un saldo negativo, al contrario, siempre quiere empeñarse más y más; para el ego es insoportable el saldo negativo, la carencia de deseos, la vacuidad.
La unión del Ser es una responsabilidad tan elevada como lo es la armonía del propio cosmos. Cada sistema solar, planeta, persona debe de asumir su responsabilidad para consigo mismo y para con los demás. Si cada sistema solar o planeta quisiera imponer su órbita, sus deseos, entonces el caos cósmico estaría asegurado. En cambio, el respeto, la armonía, el equilibrio, permite que todo el cosmos funcione. Si participamos de la voluntad del Padre carente de deseos personales, la armonía y el equilibrio del cosmos estarán garantizados, con ello también obtendremos el perdón, la reconciliación de todas las partes, así “Cristo-lucifer” obtendrán su plenitud o totalidad.
“La Piedra Filosofal, LUCIFER-XOLOTL subyace en el fondo mismo de nuestros órganos sexuales y tiene que reconciliar a los contrarios, "Coincidentia oppositorum", y a los hermanos enemigos”.
(Cap: 2:Lucifer Náhuatl. Doctrina secreta de Anáhuac.)
Samael Aun Weor.
Atentamente:
Rafael Pavía. 14/02/ 2018.
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